viernes, 25 de septiembre de 2020

Inmueble en Londres y terremoto en el Vaticano

NOTA:    En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
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Francesco Strazzari
(En settimananews.it)
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El “asunto” de la compra-venta del edificio londinense en Sloane Avenue 60 habría llevado a que el Vaticano se hubiera gastado la “nimia” cantidad de 350 millones de euros desde su compra en 2012. La guerra entre las diferentes cordadas financieras ha estallado de nuevo.

Gianluigi Torzi, un financiero italiano con sede en Londres, nombrado por el Adjunto de la Secretaría de Estado para cerrar la compra de la propiedad, con un contrato de cinco años, es llamado, el 5 de junio de 2020, al Vaticano para informar en la investigación abierta sobre la compra del inmueble. Acaba arrestado. Le acusan de malversación, fraude, extorsión y blanqueo de dinero y se enfrenta a 12 años de prisión.

Aparecen, en las declaraciones tomadas, referencias precisas a monseñor Carlino, de la Secretaría de Estado y secretario particular, durante mucho tiempo, de monseñor Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, ahora prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos; aparece el nombre de monseñor Pena Parra, venezolano, nuncio, nombrado el 15 de agosto de 2018 sustituto de la Secretaría de Estado y responsable de los fondos utilizados.

Se tiene la sensación de que se están enfrentando las diferentes almas de la Curia. Unos días después del estallido del caso, el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, se entrevista con el cardenal Becciu, que califica las acusaciones como "vergonzosas" y las rechaza “de una manera displicente”.

El Papa Francisco quiere que los responsables del escándalo sean puestos en manos de la justicia lo antes posible. Se habla de que sea para junio. El asunto se vuelve a embrollar cuando, a mediados de mayo, después del confinamiento del coronavirus, llega el nombramiento de Gustavo Zanchetta, amigo de Bergoglio, contra el que el poder judicial argentino publicó una orden de arresto por abuso sexual en noviembre de 2019. Había sido nombrado “asesor” de la APSA en 2017, provocando un gran revuelo en Argentina.

El fraude (en lo que toca al Vaticano) se encuentra en manos de la justicia vaticana y, aunque discretamente, continúa el enfrentamiento entre el ex sustituto Becciu y el nuevo sustituto Edgar Pena Parra. Participa en la confrontación un nutrido grupo de mediadores y financieros.

Los 350 millones hasta ahora gastados por el Vaticano en el inmueble de la Avenida Sloane 60 es una losa, que provoca la indignación del mundo católico, también porque se habla de documentos en los que el propio Papa —obviamente engañado y presionado— habría autorizado los movimientos con el dinero del Óbolo de San Pedro, la colecta que se entrega al Papa normalmente en la solemnidad de los santos Pedro y Pablo en beneficio de los pobres.

Se tiene la impresión de que, alrededor del Papa, hay personajes, eclesiásticos y seculares, como mínimo, sospechosos, por no decir que sin escrúpulos. No extraña que el Secretario de Estado, el cardenal Parolin, haya calificado el asunto como opaco, siendo desmentido por el cardenal Becciu. Increíble que la decisión de invertir en el extranjero no se clarifique. Es conocido que Parolin siempre tuvo grandes dificultades para obtener los informes del antiguo sustituto Becciu.

Guste o no, este asunto provoca una profunda amargura, por no decir indignación: aparecen y desaparecen, como la nieve al sol, decenas de millones de euros. Se dice que hay otros depósitos de dinero en el extranjero que sacar a la luz. Aparece la voz de un amigo del Papa Francisco, con respecto al affaire del cardenal australiano Pell —condenado por acoso sexual y luego absuelto en apelación en Melbourne— según el cual, su proceso habría sido preparado “con cañones australianos y munición vaticana". Ya se sabía que Pell no gozaba con la simpatía de ciertos círculos vaticanos.

¿Cómo va a terminar el escándalo? ¿Cuáles pueden ser los efectos del terremoto? Dicen que el Papa está decidido a llegar hasta el final, pero el reciente nombramiento de Zanchetta es preocupante.


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