“Historia del Seminario de Derio-Bilbao.
En el recuerdo de sus protagonistas (1953-1970),
Bilbao, 2011 pp. 241-244
En septiembre de 1981 comienza J. A. Bengoetxea su rectorado. Se inicia un tiempo en el que el seminario mayor está más ocupado por la formación pastoral, por su articulación entre las diferentes etapas y por lograr con una relación más empática en el interior del seminario y con las diferentes realidades diocesanas. Es, además, un tiempo en que se dedica una buena parte de los esfuerzos a llenar de contenido la estructura fundamental heredada de los rectorados anteriores, algo que se hace con la participación directa de todos los seminaristas, formadores, instituciones y personas implicadas en la formación de los futuros presbíteros.
También este rectorado, como los anteriores, presenta un informe al consejo del presbiterio. A partir de dicho informe se pueden apreciar, entre otros puntos, el estado de salud del seminario, los acentos de estos años, algunos de los problemas pendientes y, sobre todo, el favorable cambio de clima tanto en la relación del seminario mayor con el consejo del presbiterio como en el seno del mismo seminario[1].
El informe consta de tres grandes apartados: en el primero se explicita el proyecto formativo del seminario a partir de la identidad y espiritualidad del presbítero diocesano secular. En el segundo se da cuenta de las razones que han llevado a dejar bajo la responsabilidad de pastoral vocacional la etapa preparatoria y se señala la consecuente re-estructuración del seminario mayor. También se señala que –a pesar de las expectativas positivas de informes anteriores- prosigue la tendencia a la baja de las vocaciones para el ministerio ordenado. En la tercera parte se exponen algunos de los problemas más importantes que ocupan al seminario mayor.
J. A. Bengoetxea expone, en primer lugar, el proyecto de formación del seminario mayor. Se trata de un texto elaborado en colaboración con los rectores y equipos de formadores de las diócesis de Vitoria, S. Sebastián y Pamplona y que ha sido referencia fundamental en la redacción y aprobación por la Conferencia Episcopal Española en septiembre de 1986 del nuevo Plan de Formación Sacerdotal para los Seminarios Mayores. Es un largo apartado en el que se explicita la naturaleza del seminario mayor, su finalidad y objetivo fundamental, así como la identidad y espiritualidad del presbítero diocesano secular. A la luz de estas aportaciones mayores, expone y abunda en las dimensiones de la formación: humana, espiritual, intelectual, pastoral y comunitaria. Es algo que realiza desgranando los objetivos y medios de cada dimensión formativa, con particular atención a algunos de los acentos que es preciso tener presente en las diferentes etapas del proceso educativo del seminario mayor.
Merece una atención especial su información sobre el proceso de asentamiento y consolidación de la tercera fase: se han concretado los objetivos formativos y medios pedagógicos de esta etapa, se ha fijado el papel del acompañante pastoral, su integración en el equipo formativo y su relación con el formador de fase y, sobre todo, se ha reconducido el curso de teología pastoral bajo responsabilidad del seminario mayor y con la colaboración con diferentes profesores (sociólogo, eclesiólogo y pastoralista).
En el segundo apartado de su informe, el rector explica las razones que han llevado a encomendar la etapa preparatoria a “pastoral vocacional” y la re-estructuración del proceso formativo del seminario en tres fases, claramente diferenciadas tanto por sus objetivos, como por su ubicación, formador y recepción de los correspondientes ministerios. El adentramiento en estas cuestiones le lleva a informar de la persistente tendencia a la baja de las vocaciones al ministerio ordenado: se ha pasado de 38 seminaristas en el curso 1981-82 a 27 en el curso 1986-87, algo que puede acarrear, más temprano que tarde, importantes consecuencias para la organización y estructuración del seminario mayor y, sobre todo, para el futuro de la diócesis.
En el capitulo dedicado a exponer los problemas más importantes que tiene que afrontar el seminario mayor, abunda en la limitación que siguen presentando los estudios filosófico-teológicos en la universidad de Deusto y en la esperanza que abre la posibilidad de una facultad única de teología del país vasco con sede en Vitoria. Pero también en el problema que suscita semejante posibilidad ya que llevaría a repensar el diseño formativo presentado en este informe.
También señala como cuestión a madurar el conocimiento y la socialización deficiente que hay de los criterios a los que se ajusta el discernimiento de idoneidad para acceder al seminario mayor o para interrumpir la formación.
Apunta, seguidamente, la cuestión de la emergencia de los ministerios laicales y el riesgo de entenderlos como presbíteros minorizados.
Comunica, a continuación, la discrepancia –sin crispación de ninguna clase- que existe en el equipo de formadores sobre el reconocimiento de Adsis como “ámbito del seminario”
Reconoce, en un momento posterior, que sigue siendo manifiestamente mejorable la relación del seminario y de los seminaristas con el presbiterio diocesano.
Y, finalmente, señala que la aparición de seminaristas procedentes de las comunidades neocatecumenales y de otras familias espirituales plantea la relación –casi siempre problemática- del seminario mayor con dichas comunidades de origen, a pesar de lo que explícitamente se sostiene en el número 140 del Plan de Formación de Seminario Mayor: “el seminario constituye para él la comunidad educativa fundamental. A su proyecto comunitario ha de subordinarse siempre teórica y prácticamente otro que pudiera ser asumido por el seminarista. Esta subordinación exige la renuncia a participar en comunidades, asociaciones o grupos que impidan o dificulten la plena integración del seminarista en el proyecto comunitario del seminario”[2].
No se puede cerrar el recorrido por este rectorado sin señalar que también es un tiempo en el que se dan los primeros pasos para redactar, debatir y aprobar no sólo el Proyecto Formativo sino también el borrador del ideario del seminario mayor. Es un camino que se inicia con sesiones de trabajo y estudio sobre la identidad y espiritualidad del presbítero diocesano secular. A ellas suceden diferentes redacciones y asambleas del seminario para debatir e ir perfilando el articulado de un texto final que –en el caso del Ideario- J. A. Bengoetxea deja empistado para su aprobación en el siguiente rectorado.
Esta última tarea supone, juntamente con la aprobación del Proyecto Formativo, una recepción creativa y pacífica de lo mejor de la teología del concilio Vaticano II.
[1] “El Seminario Mayor Diocesano de Bilbao informa al Consejo del Presbiterio. 2-3, febrero 1987” , texto mecanografiado presentado por J. A. Bengoetxea de 36 páginas
[2] CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, “Plan de Formación Sacerdotal para los Seminarios Mayores. La formación para el ministerio presbiteral”, Madrid, 1986, nº 140
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