viernes, 4 de mayo de 2012

Kristauok eta krisia Los cristianos ante la crisis 08

3.Recuperar el espíritu profético en el campo económico

Los cristianos (y los judíos) debemos recuperar el espíritu profético en el campo de la economía porque es una característica específica de la revelación bíblica: la preocupación prioritaria por la justicia distributiva, que, en general, los cristianos greco-romanos hemos ido arrinconando y diluyendo entre otras prácticas religiosas, a las que nosotros hemos dado/damos prioridad[1]: “El lenguaje cristiano, dice Metz, acerca de Dios perdió muy pronto su sensibilidad hacia el sufrimiento. Desde un principio trató de zafarse del inquietante problema acerca de la justicia en favor de los que sufren injustamente, transformándolo directamente en el problema acerca de la redención de los culpables... Esto paralizó la sensibilidad del cristianismo hacia el sufrimiento de los justos (de los pobres) y oscureció la visión bíblica de la gran justicia de Dios, que atiende a todos los que padecen hambre y sed”[2].

            Ser conscientes de esto es particularmente urgente en este momento en que la reevangelización diseñada desde la jerarquía se quiere entregar a la égida de los movimientos neoconservadores.

            Esta recuperación, absolutamente necesaria, del espíritu profético cristiano ha de realizarse en muchas dimensiones, de las que sólo voy a enumerar unas cuantas y  a uña de caballo, por falta de tiempo:

-   Recuperar la primacía del mensaje de liberación de la pobreza en la mayoría de los discursos cristianos oculto y enmarañado con otros mensajes aparentemente más religiosos: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos y para proclamar el año de gracia del Señor” (Lucas 4, 18-19).

            “Las iglesias, dice González Faus, que deberían ser campeonas de la justicia interhumana, son tibias en este punto... En efecto, nunca oímos en las voces oficiales de la Iglesia frases como éstas: ‘Tenéis en casa lo robado al pobre. ¿Qué sacáis de machacar a mi pueblo y de moler el rostro de los pobres” (Is 3, 14-15). ¡Ay de los que añaden casas a casas y juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir solos en medio del país” (Is 5, 8).

            No nos cansemos de que sea una de nuestra de nuestras primeras obsesiones, porque fue la de Jesús de Nazaret y porque (y vuelvo a citar a González Faus) “La utopía consiste en caminar hacia la utopía y tan importante o más que la pérdida de la fe religiosa es la pérdida de la fe mesiánica en la sociedad actual”.[3]  

-   Creo que hemos de hacer objeto de atención preferencial a todos los niveles la educación de los seguidores cristianos en materia económica y en compromiso socio-económico. Podríamos citar muchos más, pero me limitaré a dos: la importancia de dinamizar la pastoral obrera y/o la Acción Católica, donde surjan educadores y líderes sindicales y políticos, imbuidos de la auténtica dimensión solidaria del espíritu cristiano.

-    Centros de formación de técnicos, economías, etc. expertos en economía, con capacidad, como en los siglos pasados, a una con la sociedad civil más comprometida, de generar y de dinamizar modelos económicos alternativos, regeneradores de la situación actual y compensadores de las tendencias egoístas tan arraigadas en el ser humano. Impulso a la Teología Económica y a la Teología política, no porque otras teologías no sean necesaria y útiles, sino porque en estos campos  nuestro desfase es desolador. “Y si algo necesita urgentemente la Iglesia de Dios, recalca González Faus, no son doctores en derecho canónico (que tampoco hacen demasiado falta [a pesar de que este es el campo para el que más especialitas está preparando nuestra diócesis], ni siquiera doctores en teología (por mucha falta que hagan), sino aquellos que podríamos llamar ‘doctores en pauperología”[4].

- Reubicar según las preferencias de Jesús de Nazaret la exigencia de una vida de sobriedad compartida, en la que tenemos que insistir y a la que tenemos que convertirnos. En general, los cristianos no damos a los pobres el dinero que debiéramos darles, porque no hemos descubierto, no nos han hecho descubrir, lo a(nti)cristiano de no compartir los bienes con todos los seres humanos necesitados. Los cristianos, en general, no hemos descubierto el lugar del dinero -de la solidaridad- en la vida cristiana.. Ay si hubiésemos insistido en esto la mitad de lo que hemos exigido en el sexo... o si nos impusieran a los que tenemos recursos económicos de sobra las exigencias a que la jerarquía católica somete a los divorciados para comulgar o para volver a casarse... o si pusiéramos en esto tanta insistencia como en la confesión individual... “El ayuno que yo quiero es éste: abrir la prisiones injustas, hacer saltar lo cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no despreocuparte de tu hermano” (Is, 58, 6-7). En un mundo tan lacerado por la pobreza, debemos todos ser más exigentes en la comunión de bienes.[5]

-   A esta la recuperación del espíritu profético qué poco ayudan las liturgias llena de oropeles, los tronos, los escudos de los obispos, la seda de las vestimentas, los anillos y los pectorales de plata... que tanto gustan a la jerarquía actual de la Iglesia Católica: “¿Qué me importa a mí la multitud de vuestros sacrificios?... No me traigáis más dones vacíos. Más incienso execrable... Cuando extendéis las manos... cierro los ojos... Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, socorred al oprimido, defended al huérfano, proteged a la viuda” (Is 1 11-17). 

(En el diálogo que siguió a esta exposición se suscitaron otras posibilidades del máximo interés que no voy a desarrollar por falta de espacio: a) fomento el movimiento cooperativo a nivel de organización de empresas, b) potenciación de la banca ética, c)  combatir el fraude fiscal.[6], d) apostar por la tasa Tobin, etc.)

                                              
                                                           Sebastián Gartzia Trujillo
                                                           Instituto Diocesano de Teología y Pastoral. Bilbao



[1] Respecto de la necesaria inclusión de la justicia distributiva en el concepto de santidad bíblica ver Crossan, J. D., Cuando oréis, decid: ‘Padre nuestro...”, Sal Terrae, Santander, 2011, p. 79: “La santidad divina, según el Levítico, configura la santidad humana en la medida en que ambas defienden la justicia distributiva, especialmente librando a los que están en situación de peligro”.
[2] METZ, J. B., “Un hablar de Dios, sensible a la teodicea”. En esta misma línea J.A. Pagola en la entrevista en la TV3 catalana el día de navidad de 2011: (aproximadamente) “Estos veinte siglos de cristianismo no son la mejor versión del seguimiento a Jesús. Jesús dará muchas sorpresas. Lo mejor de Jesús todavía no ha aparecido”.
[3] GONZALEZ FAUS, JI., El naufragio de la izquierda,  CyJ, 177.
[4] GONZALEZ FAUS, JI, Miedo a Jesús, CyJ, 163, p. 17. Quiero rendir desde aquí homenaje a personas de las diócesis vascas como Gregorio R. de Yurre, Ricardo Alberdi, Carlos Abaitua, Rafael Belda, José Maria Setién, Patxi Loidi, José Luis Longarte, Valeriano Gómez Lavín…,  sin olvidar, claro está, a otras figuras eminentes como Joseph Cardinj, Guillermo Robirosa, A. C. Comín..., a los curas obreros que promocionaron, con gran esfuerzo, la presencia activa de cristianos en el proceloso mar del compromiso socio-político. Su testimonio es especialmente importante en un momento en que se intentar dar prioridad  a la reactivación de actividades (devociones) ligadas al Templo y a la búsqueda de apoyo en la derecha más neoliberal.
[5] Quiero destacar el testimonio de los laicos liberados de la diócesis de Bilbao que en principio renuncian al 10% de la retribución media que tienen asignada por convenio como contribución a las actividades evangelizadoras y solidarias de la Diócesis y en las dos últimas navidades optado por entregar su paga extraordinaria de Navidad a Caritas.
[6] PELAEZ, J. M., Presidente de APIFE (Asociación Profesional de Inspectores de Hacienda del Estado), Economía Exterior, nº 49, Verano 2009: “En España no existe un estudio oficial sobre el fraude fiscal, pero existen informes... que ponen de manifiesto la magnitud del problema y que, en términos porcentuales, cuantifican el fraude en España entre el 20% y 25%, el doble que la media de la UE. Esta situación se corrobora por otros datos adicionales. EL primero se refiere al dinero en metálico en España, que supone el 10% del PIB, frente al 5% de la zona euro y el 6% de EEUU, y ello a pesar de que España dispone de una de las redes de cajeros automáticos y sucursales bancarias más utilizadas de Europa. El segundo es el enorme volumen de billetes de 500 euros que circula por España: actualmente circulan en el país 111 millones de euros en billetes de 500 euros, un 30% del total emitido en la UE y el 64% del valor total del efectivo en manos de los españoles. La cifra de este tipo de billetes se ha multiplicado por siete respecto a 2002, año de la puesta en circulación del euro.  Público, 14.02.2012:  “El déficit español no es culpa del gasto público… El problema español es otro: está en nuestro desastroso modelo fiscal…. Las cifras de 2010 lo explican con bastante rotundidad. En este año, las administraciones públicas españolas recaudaron un 32,9% del PIB. Son 6,7 puntos menos que la media de la UE 27 y 7,3 puntos menos que la media de los 17 países del euro, 10,8 puntos menos que lo que se recauda en Francia o 9,7 puntos menos que en Italia, siempre en proporción sobre el PIB. Con un sistema fiscal europeo, las cuentas públicas españolas serían perfectamente sostenibles. De toda la UE, solo en Irlanda (con su agresiva política fiscal) y en algunos países de Europa del Este –Polonia, Rumanía, Letonia, Bulgaria y Lituania- se pagan menos impuestos que en España. El problema de nuestros impuestos no está en las nóminas: España recauda poco, pero al mismo tiempo está entre los países donde más pagan los asalariados (a pesar de que los sueldos sean también inferiores a la media). El principal agujero de nuestras cuentas públicas no se encuentra en el IRPF (*): está en el fraude en la economía sumergida y en un sistema fiscal diseñado para recaudar en los tiempos de la burbuja financiera inmobiliaria”. (*) El tipo impositivo legal del Impuesto de Sociedades en España, el año 2007, era el 32,5% (sólo inferior al de Alemania, Francia, Bélgica e Italia) frente al 28,9% de media en la Unión Europea. Ese mismo año, el tipo impositivo máximo sobre la renta de las personas físicas en España era el 43,0%, cuatro puntos porcentajes superior al tipo medio de la Unión Europea (sólo inferior al de Dinamarca -59%-, Suecia -56,6%-, Países Bajos -52,0%-, Finlandia -50,5%-, Austria-50%-, Bélgica -50%-, y Alemania -47,55%).


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