jueves, 17 de mayo de 2012

La contestación en la iglesia molesta a los obispos de Europa



Después de Alemania, Austria y -en menor medida- Irlanda y Francia, ahora el toca el turno a Bélgica. Sus sacerdotes y laicos también piden abiertamente reformas profundas.
En Austria, el P. Helmut Schüller ha lanzado el año 2011 una “llamada a la desobediencia” firmada por 300 sacerdotes y diáconos


Aunque las cuestiones que plantean no afectan directamente a los obispos, les ponen en una situación delicada.




También Bélgica ha sido ganada por la ola contestataria. Convocados por algunos colegas y algunos laicos, un sacerdote de Courtrai ha dado a conocer, el pasado otoño,  el manifiesto titulado “Los creyentes toman la palabra” (“Gelovigen nemen het woord”). Es un texto que ha recabado más de 8.200 adhesiones de entre las que prácticamente hay un sacerdote o un responsable de parroquia por cada diez firmantes, según el semanario cristiano flamenco “Tertio”.



Partiendo de un diagnóstico bastante severo sobre la iglesia católica en Flandes, se piden “reformas indispensables”: la comunión para los divorciados vueltos a casar, la ordenación de hombres y de mujeres casados y el acceso de los laicos a la predicación y a la dirección de las parroquias. “Es preciso que exista una comunidad eclesial organizada. Pero su forma actual no corresponde a las necesidades del momento presente, porque sigue descansando todo en el sacerdocio reservado solo a los hombres, célibes por añadidura”, declaran a los firmantes.



Un movimiento “legitimo” para los obispos belgas



Mgr. Johan Bonny, obispo de Amberes, ha manifestado que le parecía “legítima” la cuestión referida a los criterios sobre la ordenación. “Somos muchos los obispos que hemos manifestado a menudo que el hecho de que los hombres casados puedan ser ordenados es algo que también podría enriquecer la vida pastoral. Pero ésa no sería una solución milagrosa ante la falta de sacerdotes”, ha precisado.



A principios de febrero, una delegación del Manifiesto ha sido recibida por el conjunto de los obispos flamencos y por Mgr. André Léonard, arzobispo de Bruselas-Malinas. Los obispos han adoptado una actitud de escucha y han manifestado estar “también ellos buscando la renovación”.



El mismo escenario parece estar reproduciéndose en diferentes países europeos. El 3 de febrero de 2011, en pleno escándalo por las revelaciones de actos pedófilos cometidos por sacerdotes (y mientras numerosos católicos alemanes optaban por dejar la iglesia), el diario “Süddeutsche Zeitung” publicó un memorándum titulado “Iglesia 2011, una renovación indispensable”, firmado por 150 teólogos alemanes, suizos y austriacos. 



Después de un primer movimiento de susto, numerosos cristianas y cristianos responsables, ordenados o no, han acabado asumiendo la necesidad de reformas de fondo”, escribían a los firmantes, a los que se unían algunos teólogos brasileños, americanos o filipinos.



En la visita a Alemania, algunos meses más tarde, Benedicto XVI les ha contestado proponiendo una meditación sobre la expresión “Wir sind Kirche”, “somos la iglesia”, el nombre elegido por esta asociación nacida en Alemania en la mitad de los años 1990, partidaria de las reformas en profundidad. Prueba de que el debate no se ha apagado es el hecho de que la Comunidad de las Mujeres Católicas de Alemania ha recogido cerca de 100.000 firmas solicitando el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar.



Por su parte, los obispos han abierto un largo período de reflexión y han invitado a 300 católicos (laicos y religiosos) a reflexionar conjuntamente durante los cuatro próximos años sobre la fe y el porvenir de la iglesia católica. Ya ha tenido lugar una primera sesión en julio pasado.



300 sacerdotes y diáconos contestatarios en Austria



Pero es en Austria donde la confrontación ha sido más fuerte. Llevados por el P. Helmut Schüller (antiguo vicario general del cardinal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, e iniciador ya, en 2006, de la “iniciativa de sacerdotes”), más de 300 sacerdotes y diáconos han firmado el verano último la “llamada a la desobediencia”. El empleo del término “desobediencia” ha provocado un terremoto, de tal manera que algunos medios han llegado a hablar de la posibilidad de un “cisma”.



En la actualidad, la primera reacción se ha amortiguado considerablemente y la diócesis de Viena acaba de dar el pistoletazo de salida a su programa de reducción de parroquias, la iniciativa que había provocado el movimiento. Sin embargo, una reciente investigación del instituto Oekonsult, publicado el martes pasado, constata que cerca del 87% de los austriacos piensan que la iglesia no debería obligar a que las parroquias se fusionaran.



“No está prevista ninguna reunión con los firmantes”, lamenta una persona cercana a los firmantes del manifiesto. “Durante la última Asamblea plenaria, los obispos se han limitado a discutir detenidamente sobre los problemas diarios de los curas”.



Las iniciativas en Francia y en Irlanda



Las cuestiones planteadas por los firmantes (ordenación de hombres casados, acceso al Eucaristía, etc…) volverán a ser abordadas este año “en el marco del año de la fe”, decretado por Benedicto XVI, y “a la luz del concilio Vaticano II”, del que la iglesia celebra el cincuentenario de su apertura. El 23 de enero, los obispos austriacos han sido invitados a Roma, para exponer la situación ante algunos miembros de la Curia. “Según los datos de que dispongo, no han regresado con directrices que aplicar; era un encuentro informal”, señala esta fuente de información.



Finalmente, Irlanda (un sacerdote de cada diez forma parte de la Asociación de los sacerdotes católicos) y Francia (donde un puñado de sacerdotes de la diócesis de Rouen, reunidos por los laicos autores de “Carta abierta a los cristianos de la diócesis”, ha erigido este otoño la asociación  “Apoyo a la llamada de los sacerdotes austriacos”) también han sido tocados –aunque en menor medida- por esta ola de contestación.



 “En las propuestas que se formulan no todo tiene la misma importancia. Ésta es la razón por la que no son oídos por los obispos y por el Vaticano”, sostiene Arnaud Join-Lambert, profesor de teología pastoral y de liturgia en Louvain-la-Neuve. El P. Schüller, la voz del movimiento en Austria, conoce el argumento, y, por ello, le da la vuelta: “Ya se han formulado proposiciones más asumibles en el pasado y no ha servido para nada. Es preciso hablar más alto y más claramente”. Es urgente que la iglesia recupere “su antigua tradición democrática”.



Los espacios de consulta en la iglesia



Es la falta de esta cultura “democrática” de la iglesia lo que se denuncia. “Es muy probable que esta contestación obedezca a que se ha hecho habitual la ausencia de consultas y de espacios de diálogos, algo que, sin embargo, está previsto en la iglesia”, observa el P. Dominique Barnérias, sacerdote de la diócesis de Versalles y autor de una tesis sobre los sínodos diocesanos.



En Francia, el problema del acceso a la comunión de las personas divorciadas y vueltas a casar es tratado casi sistemáticamente en todos los sínodos. Para Arnaud Join-Lambert, los consejos pastorales y presbiterales que existen en torno al obispo y el Foro europeo de los laicos, reconocido por Roma, son otros lugares posibles de discusión.



Para este teólogo, “semejantes movimientos no pueden ser ninguneados”, porque “no ser escuchado puede provocar una especie de frustración”. “Aunque no sea fácil e, incluso, si se siente, forzado, el papel del obispo consiste en tender puentes, mantener la comunión en su diócesis”, afirma. Además, como los obispos belgas lo han recordado, si es cierto que algunos asuntos son responsabilidad de “la iglesia universal”, también lo es otros (como las liturgias dominicales) dependen, al menos en parte, de él. “La iglesia no puede ser una democracia pero el Vaticano II se ha dotado (gracias a los sínodos, los consejos pastorales y presbiterales) con unas herramientas adaptadas a nuestra cultura democrática”, considera este teólogo.  “Los padres conciliares habían visto venir esto”.



Anne-Bénédicte HOFFNER y Raphaëlle de YVOIRE

La Croix 26.II.2012
Tradujo y condensó: Jesús Martinez

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