jueves, 26 de septiembre de 2013

Entrevista completa al cardenal W. Kasper: Francisco “quiere una iglesia pobre y de los pobres”



Marco Burini
Foglio Quotidiano, 21 de julio 2013


Nota de los Editores: la presencia del cardenal W. Kasper en la Facultad de Teología de Vitoria el viernes, 27 de septiembre de 2013, con motivo de la apertura del curso académico para hablar sobre “La situación de la Iglesia ante la Nueva Evangelización: sombras, luces, esperanzas” (12 del mediodía, entrada libre) nos lleva a recuperar completa la entrevista concedida a “Il Foglio Quotidiano” el pasado 21 de julio de 2013 y de la que informamos oportunamente en este blog del Foro de Curas de Bizkaia.


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A medida que pasa el tiempo, aumentan las resistencias contra la acción de gobierno de Francisco. En los pasillos de los edificios  vaticanos se oye un incontenido runrún contra este Papa “que ha perdido la cabeza”, absolutamente atípico y en continuo movimiento. Quizás porque los viejos zorros de la burocracia vaticana han entendido que Bergoglio, en lugar de iniciar reformas o de amenazar con revoluciones, está abandonando a su suerte costumbres y estructuras anacrónicas. Y quizá porque sus primeros gestos no fueron fruto de una improvisación gratuita e ingenua (la propia de un “outsider” que llega sorpresivamente a la cumbre y hace alguna locura que todos le perdonan de buena gana sabiendo muy bien que no durará en tal empeño), sino los de una persona que emite las primeras señales de tener un proyecto orgánico y meditado. Entre los aliados y consejeros fiables con quienes Bergoglio puede contar, se encuentra, indudablemente, el cardenal alemán Walter Kasper, reconocido teólogo, que ha dirigido durante unos cuantos años el dicasterio vaticano para la Unidad de los Cristianos; un asunto que inquieta de manera particular a Bergoglio. Le hemos pedido que nos ayude a comprender qué está pasando en el seno de esta vieja institución de dos mil años, capaz todavía de sorprendernos.

¿Según un Vd. entre el pontificado de Benedicto y el de Francisco se está asistiendo a un cambio de época?

“Efectivamente hay un cambio de época, pero no empieza con el Papa Francisco. Al principio del siglo XX, sólo 25 %  de los católicos no vivía en Europa. A finales del siglo solo el veinticinco por ciento de los católicos es europeo, mientras que la gran mayoría de ellos vive en el hemisferio sur. En Europa, la iglesia da señales de estar cansada, mientras que en África y en Asia crece, es joven y vital. Por otra parte, el eurocentrismo también está acabado tanto desde el punto vista político como económico. Evidentemente, esto no quiere decir que la iglesia europea ya no cuente para nada. Roma sigue siendo el centro visible de la iglesia católica y el mundo globalizado de nuestros días tiene sus raíces cristianas en una Europa que se ha secularizado. También hemos exportado esto… Europa tiene que despertarse. De todas formas, creo que seguirá siendo un punto de referencia”.

Benedicto ha sido un Papa europeo, un platónico, un agustiniano

“Cierto –contesta Kasper- estudió a Agustín que en algún sentido ha sido el padre del pensamiento europeo occidental. Y luego, a Buenaventura. Conoce la teología medieval y ahí descansa su perspectiva teológica, su “Denkform”. Y luego tenemos la elección del nombre, Benedicto, el padre del monaquismo que tuvo una enorme influencia en la cultura y en la historia europea. Ahora, con Francisco, llega el hemisferio sur y la iglesia latinoamericana que representa casi la mitad de los católicos; pero también está creciendo mucho la iglesia en África y en Asia. Es más, creo que ahora Asia es el gran desafío, y con China, va camino de convertirse en un centro del poder económico-político. No hace mucho que he estado en Corea del sur y me he encontrado con una comunidad católica muy viva. Hay muchísimas conversiones. Y otro tanto está sucediendo en China, a pesar de las dificultades que todos conocemos. También allí está aumentando el número de los católicos”.

Pero, de hecho ¿en qué consiste el “cambio de época” del Papa Francisco?

Kasper sostiene que “no es posible encuadrarlo en el clásico debate europeo entre conservadores-progresistas. Es un esquema agotado. Francisco no es un conservador ni un progresista. Quiere una iglesia pobre y de los pobres. Tiene muy presente que la mayor parte de los hombres vive en la miseria y creo que cambiará la agenda de la iglesia. El modelo de la civilización occidental ya no funciona. Y, además, somos una minoría. La iglesia tiene que tomar más en serio no los problemas del, así llamado, Tercer mundo (expresión que ya no dice nada), sino del nuevo mundo, de todos los países que no forman parte de occidente. Muchos van a quedar decepcionados por Francisco. Los conservadores ya lo están porque no tiene la altura intelectual de Benedicto y porque, además, ha clausurado la corte pontificia (una decisión por la que le estoy agradecido. Era un barroquismo anacrónico). Pero también los progresistas van a quedar decepcionados: es cierto, ha cambiado el modo de ser Papa, pero no cambiará los contenidos. Entre él y Benedicto hay una continuidad en lo doctrinal: no cambiará el celibato de los curas y no abrirá la puerta a la ordenación de las mujeres y a todas esas propuestas de los progresistas”.

En efecto, si nos fijamos en la biografía de Bergoglio no deberíamos esperar revoluciones doctrinales

“Hay quienes piensan que quizás al haber cambiado el modo de vivir, también acabe cambiando el modo de abordar determinadas cuestiones. Pero no será así, nos dice el cardenal alemán.  Y esto es algo que podría convertirse en un problema para él. Muchos se manifiestan ahora entusiasmados: es un verdadero pastor, tiene un gran encanto y una sintonía inmediata con las personas, además de un lenguaje directo y comprensible. Hay quien le acusa de ser showman. Yo creo que su testimonio es auténtico: vive lo que dice”.

Bien, es un jesuita. Tiene un cierto sentido de la escenificación, y es buenísimo estando tanto en el palco como en la platea. Sin embargo, no le falta sustancia.

“Y, además, está el hecho de que lleva una vida sencilla. Esto es algo que le carga de credibilidad. No vive como un príncipe. También Benedicto era una persona sencilla, pero se había acomodado a ciertas formas que Francisco rechaza”, añade Kasper

¿Y si la reforma de Francisco fuera más estética que política? Muchos se preguntan quién será el nuevo Secretario de Estado, qué nombramientos va a hacer y si respetará los procedimientos habituales.

“Sobre todo, está trabajando la mentalidad de la curia: no tiene que ser una mentalidad de poder y burocracia, sino de servicio a la iglesia universal y también a las iglesias locales, un asunto en el que insiste mucho”.

No se puede olvidar que, en su primera aparición pública, se presentó como obispo de la iglesia de Roma.

“Esto es algo necesario en una realidad plural, observa Kasper.  Nosotros, los católicos tenemos un centro. Y esto es un bien. Pero centro no quiere decir centralismo curial. Además, es preciso un cambio a nivel institucional. Éste fue el deseo casi unánime de los cardenales la víspera del Cónclave. Por otra parte, es incuestionable que hay algo que no funciona en la curia. No es un secreto”.

¿Pero cuál es el obstáculo mayor?

“El déficit de comunicación, responde decididamente Kasper. Es preciso reunirse, hablarse. Los jefes de los dicasterios tienen que verse frecuentemente, al menos una vez al mes, y han de poder acceder directamente al Papa, sin pasar por la Secretaría de Estado que, últimamente, ha funcionado como un órgano de gobierno intermedio”.

Por otro lado, la Secretaría de Estado, tal y como está estructurada en el presente, es una herencia residual de una época ya pasada, la de los estados soberanos.

“El título de Secretario de Estado ya no tiene sentido, reconoce Kasper. Es suficiente con el de moderador. En todo caso, el nombre no es fundamental. Lo importante es que exista una mejor moderación de la curia, habida cuenta de que ahora no hay comunicación”

¿De veras, cree Vd. que la curia es reformable?

Habrá dificultades, como se dan en todas las grandes instituciones, admite Kasper.  Son estructuras pesadas, pero este Papa está muy decidido: sabe lo que quiere, y lo que quiere, lo hace. Habrá resistencias, es normal, pero una reforma de la curia es necesaria, tanto en lo tocante a la mentalidad de sus miembros como en lo referente a las estructuras. Además de ejecutar la voluntad del Papa, la curia podría ser un lugar de intercambio de experiencias entre las iglesias, de información y de consulta”.

Vd., como teólogo, siempre ha insistido en la importancia de las iglesias locales.

“En un mundo globalizado, las iglesias tienen que colaborar, aprender las unas de las otras. También en este sentido, la curia podría desempeñar un papel importante. Sin embargo, ahora, falla la comunicación, la mano derecha no sabe lo que hace la mano izquierda”

¿Qué otra cosa se podría hacer?

“Dar muchas más responsabilidades a las mujeres. Hay muchos dicasterios vaticanos que no tienen poder jurisdiccional y que, por lo tanto, no requieren de la presencia de ministros ordenados. Por ejemplo, el Pontificio Consejo para los Laicos, el de la familia, el de los emigrantes, los trabajadores sanitarios. Tenemos muchas mujeres preparadas y capaces, que tienen una percepción de la realidad diferente a la de nosotros, los hombres, mucho más integral. La iglesia es más pobre si no aprovecha esta riqueza. Basta con ver las parroquias. Y, además, la presencia de las mujeres es útil para superar el clericalismo, algo que, en el fondo, es un celo estéril. Otro aspecto importante es la transparencia. Esto es algo que no sólo concierne al IOR, sino a todos los entes vaticanos que administran dinero y bienes inmuebles. Porque la iglesia se pierde con todos estos escándalos”

Y si, encima, un Papa toma el nombre de Francisco

“No es sólo un nombre. Es un programa”, reconoce Kasper.

La institución que adopta el nombre de un carisma acaba siendo tocada por él.

“También Benedicto fue el nombre de un carisma, recuerda el cardenal. Evidentemente, Francisco es la pobreza. Y también, la paz. Pero, sobre todo, desde el punto de vista teológico, Francisco es icono de Cristo, el símbolo de la renovación de la iglesia. Algo que es más que una reforma. Porque el asunto no es sociológico, sino teológico: es Cristo quien se hace pobre para que nosotros nos hagamos ricos. Es un punto muy importante sobre el que el Papa Benedicto ya insistió hablando de desmundanización. Ahora, Francisco la lleva a la práctica”.

En lo que se refiere a los escándalos, el gran teólogo alemán Karl Rahner ya dijo en los años sesenta que el modo mejor de enfrentarse con una opinión pública presidida por los medios de comunicación pasaba por facilitar el crecimiento de una opinión pública dentro de la iglesia misma.

“En realidad ya lo dijo Pío XII, recuerda Kasper. Pero esta exigencia se ha perdido en el tiempo. Es probable que este Papa tenga la fuerza para lograrlo. Es muy querido y no se trata de un sentimiento superficial. Muchos curas me han dicho que es considerable el número de personas que se han confesado esta última Pascua. También gente que hacía años que no se había acercado a los sacramentos. Quizás porque Francisco habla mucho de misericordia...  En todo caso, se necesita tiempo para formar una opinión pública en la comunidad eclesial, porque es preciso tener libertad de palabra. Por lo demás, es normal que cada Papa tenga que afrontar resistencias. Hoy, este Papa es querido, pero llegará un día en el que también le tocará tener que padecer la contestación. También le pasó a Jesús de Nazaret. Yo crecí bajo el Tercer Reich, pero tuve una educación antinazi. Me acuerdo de lo que me decía mi madre (mi padre estaba en el frente): tú eres católico, por lo tanto, estás contra Hitler. La iglesia crece en la resistencia, mientras que nuestro mundo pluralista es débil: todo es posible, anything goes. Los jóvenes no tienen convicciones para resistir, enfrentarse. Y sólo enfrentándose se crece”.

Falta el conflicto

“Sí, en este sentido, sí. No el conflicto como violencia, sino como reconocimiento de posiciones diferentes. Solo quién tiene una identidad personal puede confrontarse con otra identidad”.

Pero este relativismo que nos agota, ¿de dónde viene? ¿De mayo del sesenta y ocho? Por casualidad, ¿no estará Vd. también tocado por el sesenta y ocho, como Ratzinger?

“Mi reacción fue un poco diferente, contesta Kasper. El debate con aquellos estudiantes me hizo bien. Los de ahora son hasta demasiado tranquilos. El sesenta y ocho, marcó, en realidad, el fin de la postguerra. Fue una oleada de secularización y emancipación. Destruyo muchos valores no sólo cristianos, sino también humanos, como la relación hombre-mujer, que no han sido recuperados, al menos hasta ahora. Hoy todo es mucho más tranquilo, pero, sin embargo, no se ha solucionado nada. Por tanto, creo, como dije antes, que el discurso sobre la modernidad está agotado, mientras este Papa nos trae un discurso nuevo. El sesenta y ocho fue el último estadio de la Ilustración, pero ahora también están caducos los valores de la verdadera Ilustración. De aquí el despiste en el que se encuentra sumido uno como Habermas”.

Efectivamente, lo que está aconteciendo no se soluciona retomando las riendas del debate cultural. El paradigma dominante es económico.

“Prevalecen los intereses. Lo que cuenta es el provecho. Ciertamente, la economía es importante para vivir pero no es el todo como parecen dar a entender algunos cuando se oyen ciertas discusiones, por ejemplo, sobre el rescate del euro”.

Este Papa no es un teólogo en sentido estricto, pero es un hombre que lee y estudia. ¿Cree que los teólogos pueden encontrar un espacio propio en dialéctica con el magisterio?

“Pueden y, más bien, deben, se acalora Kasper. En los años del Concilio tuvimos grandes personajes como Congar, de Lubac, Balthasar, Rahner y el mismo Ratzinger, sin contar a teólogos reformados como Barth y Bonhoeffer. Hoy no contamos con figuras parecidas: tenemos profesores de teología, pero no teólogos. La situación de la filosofía es parecida. Y para nosotros, los teólogos sistemáticos, éste es un problema”.

He aquí otro síntoma de la debilidad europea.

“Si bien es cierto que veo a algunos jóvenes teólogos que prometen, no es menos cierto que tenemos que esperar... Una comunidad como la iglesia necesita la reflexión para dialogar con el mundo y con las otras religiones. Pienso, sobre todo, en Asia”.

A pesar de que muchos hablan, a propósito del dominio chino, de un paradigma neoconfuciano

“Entrar en profundidad en estas culturas exige una verdadera capacidad de diálogo”, recuerda Kasper.

Con un Papa jesuita ¿se podría retomar la controversia sobre los ritos que enfrentó a Matteo Rizzi  y compañeros con Roma?

“Quizás. Los mismos jesuitas tienen una gran tradición de estudio teológico, a pesar de que han pasado por una situación de debilidad. Ciertamente, Asia es otro mundo, pienso en el Budismo. Sin embargo, también es cierto que ellos están descubriendo nuestra cultura. Hay puntos de contacto. Han descubierto al Maestro Eckhart. Hegel y Heidegger están siendo traducidos al japonés”

¿Y con los hermanos cristianos separados, por los que tanto ha trabajado Vd. como Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos? ¿Cuál es la situación actual?

“Se han producido avances notables. Cuando era joven entre los católicos y los luteranos existía un muro. Un protestante no habría entrado nunca en una iglesia católica y yo no habría entrado nunca en una iglesia evangélica: ¡se habría apoderado de mí la conciencia de haber pecado y hubiera sentido la urgencia de tener que confesarme! Ahora somos amigos. Nos hemos reconocido como hermanos en Cristo y esto es fundamental. Pero todavía hay problemas. Con los protestantes no estamos de acuerdo sobre lo que es la iglesia y, por lo tanto, sobre cuál ha de ser la meta final de la unidad”.

Y, además, han abrazado, bastante más que los católicos, la causa liberal.

"Mucho. En efecto, hay diferencias, como no las ha habido hasta ahora, sobre cuestiones morales. Sin embargo, tenemos que continuar el diálogo. Con los ortodoxos hay más cercanía, particularmente con el patriarcado de Constantinopla, pero les falta el concepto de iglesia universal y, por lo tanto, el del ministerio petrino. Se puede decir que en nuestros días tenemos más una unidad de la cristiandad que de la iglesia y, por tanto, podemos dar al mundo, a pesar de mantener posiciones, a veces diferentes, un testimonio de amistad. Por otra parte, el ecumenismo nació antes del Concilio en pequeños grupos y, quizás, hoy tenemos que volver a andar el mismo camino, partiendo de pequeñas realidades que preparen la calle. No se puede ignorar que el Papa Francisco es una persona muy sensible al ecumenismo. Cuando estuvo en Buenos Aires mantuvo intensas relaciones con las comunidades evangélica y ortodoxa. Y también con la hebrea”, recuerda Kasper.

Así pues, a pesar de todos los problemas y los trabajos que acechan a la institución, éste podría ser un kairós, un tiempo propicio para la iglesia 

“Sí, el cristianismo es la única fuerza espiritual e intelectual que tiene una alternativa para el futuro en el mundo actual. El liberalismo no responde a los problemas de la miseria que se extiende en el mundo. Es fruto de la historia europea, pero ahora este Papa afronta otras cuestiones. Por eso, el cristianismo es la única fuerza que puede dar algo al mundo. Y eso es algo que no depende de los grandes números, como ya dijo el historiador Arnold Toynbee. Una concepción, la de minoría creativa en situaciones de crisis, retomada por Benedicto XVI. Hoy, con Francisco, se abre una etapa de renovación espiritual. Lo he experimentado durante el Cónclave. Y otros cardenales también me lo han confirmado”.

Ha soplado el viento del Espíritu

"Sí, algo ha ocurrido.  Nos dice Kasper con los ojos brillantes. Al principio no hubo un nombre que emergiera con fuerza, pero, al final, Bergoglio logró más de los dos tercios de los votos. En el Cónclave he visto rezar a muchos. Esta atmósfera fue muy fuerte y se percibió con toda claridad. Al final, salió  su nombre y fue una sorpresa, sobre todo, para los periodistas que porfiaban por otros nombres... Después observé con mucha atención la reacción de la gente cuando se asomó a la logia de San Pedro: fueron suficientes pocos segundos para comprender que funcionaba: la gente entendió las primeras señales que emitió, la solicitud de bendición con la reverencia hacia la plaza. Esto es algo que me produjo una enorme satisfacción” concluye con una sonrisa.


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