domingo, 24 de septiembre de 2023

El papa Francisco en Marsella: salvar a los migrantes es "un deber de civilización"

En el primer día de su visita a Marsella, hoy viernes 22 de septiembre, Francisco ha hecho un poderoso llamamiento para acoger a los migrantes, afirmando que Europa se enfrenta ahora a una elección de civilización.

Fuente:     La Croix

Por   Loup Besmond de Senneville, Arnaud Bevilacqua, Christophe Henning y Mathieu Lasserre (en Marsella)

22/09/2023

 
Por Alvaro Martin.@Adobe Stock

Desde las alturas de Marsella, el mar se extiende hasta donde alcanza la vista. El memorial dedicado a los marineros y emigrantes perdidos en el mar está allí, al pie de Notre-Dame de la Garde. La estela está coronada por una gran cruz de Camarga. A contraluz se ven las islas del famoso Château d'If.

Fue aquí, en este impactante paisaje, donde hoy viernes 22 de septiembre, primer día de la visita del papa a Marsella, este ha hecho un poderoso llamamiento, ante este soleado mar Mediterráneo, en el que siguen ahogándose migrantes cada día.

"Demasiadas personas que huyen de los conflictos, la pobreza y los desastres medioambientales encuentran en las olas del Mediterráneo el rechazo final a su búsqueda de un futuro mejor", se ha lamentado Francisco, cuyo hábito blanco azotaba el viento del Mistral.

"Estamos en una encrucijada", ha dicho: "por un lado, la fraternidad; por otro, la indiferencia, que está ensangrentando el Mediterráneo". Ha insistido: "O la cultura de la humanidad y la fraternidad, o la cultura de la indiferencia, cada uno por su lado".

En medio de los líderes religiosos marselleses de todas las religiones y confesiones, el papa ha denunciado con contundencia tanto el "odioso tráfico" como el "fanatismo de la indiferencia" hacia quienes intentan llegar a Europa. "Hay que rescatar a las personas que corren el riesgo de ahogarse, cuando son abandonadas en las olas", ha tronado, tras un momento de silenciosa contemplación, visiblemente emocionado.

En este discurso, el papa ha vuelto a los acentos utilizados al principio de su pontificado. Era como si, ante este memorial, quisiera renovar el llamamiento que hizo en Lampedusa en el verano de 2013. En la pequeña isla siciliana, el recién elegido papa había denunciado la indiferencia del mundo hacia los migrantes. Pero este grito, repetido dos veces en otro campo de refugiados griego, en Lesbos, en 2016 y 2021, nunca ha sido realmente escuchado.

 

"Es el único jefe de Estado de esta talla"

"¡Es un deber de humanidad, es un deber de civilización!". Ha sido un mensaje claro a las autoridades de los países que se niegan a salvar las embarcaciones de migrantes a la deriva en alta mar, o impiden el trabajo de asociaciones como SOS Méditerranée, cuyos representantes estaban en primera fila. "Es el único jefe de Estado de esta talla que hace un llamamiento semejante", ha declarado Fabienne Lassale, directora general adjunta de esta organización laica. "Hace un llamamiento constante a la fraternidad en un momento en que Europa no deja de levantar barreras".

"Me da mucha alegría ver a quienes se hacen a la mar para salvar a los migrantes. Tantas veces se les impide salir, y estos son actos de odio contra sus hermanos", ha añadido Francisco, refiriéndose a los requisitos administrativos que a veces impone el gobierno italiano a los barcos de rescate para obligarles a permanecer en puerto.

Durante su discurso, ¿ha puesto el papa los ojos en Véronique Dembélé, natural de Malí y llegada ella misma a Francia en 2018, que escuchaba atentamente? "Espero que siga pidiendo a las autoridades francesas que acojan a los migrantes con dignidad", explicó, viendo al papa como un "portador de esperanza".

 

Encuentro o confrontación

En un discurso que sonó como una bala de cañón, Francisco ha querido confrontar a Europa con sus responsabilidades históricas. Ha pedido a los países del Viejo Continente que fueran más allá de las meras palabras y "pasaran a la acción", para acudir en ayuda de hombres y mujeres "considerados moneda de cambio, encarcelados y torturados de forma atroz". Marsella, y en realidad toda Europa, se encuentra ahora en una encrucijada, con la elección entre "encuentro" y "confrontación".

Un centenar de personas se han sentado frente a Francisco, todas ellas implicadas en la acogida de migrantes. Y el discurso del papa ha resonado especialmente entre ellos este viernes por la tarde. "Los migrantes nos enfrentan a una decisión personal, la de dejarnos conmover, como nos invita constantemente el Evangelio", ha explicado Philippe Collet, diácono de la diócesis de Niza encargado de la pastoral de los migrantes.

"El papa nos plantea una elección de civilización", ha analizado Valérie Régnier, presidenta de la Comunidad de Sant'Egidio Francia. "¿Cómo reaccionamos ante la angustia de los migrantes que llaman a nuestra puerta? Es un hecho de la vida. Acoger a la gente es una opción espiritual".

 

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