lunes, 7 de febrero de 2022

Palabras de Mons. Juan Maria Uriarte en la recepción de la III Mención honorífica Carmelo Etxenagusía – Diócesis de Bilbao

Lehendakari, alkate, gotzain, herriaren ordezkari, etxeko, adiskide eta partaide maiteok. Hiru minutu epea emon deuste zuei hiru-lau hitz zuzentzeko. Lehenengo momentua, Carmelo Etxenagusia eta Angel Mari Unzueta ziranak sentimentu handiz ospatzeko erabiliko dot. Carmelo gotzainaren zintzotasuna, apaltasuna, herrikoitasuna, euskera fin-fina eta jainkozaletasun sakona. Angel Mariren ustegabeko heriotza ezin dot oraindik nik iruntzi. Bere bizkortasuna, alaitasuna, langiletasuna, elizkortasuna eta izugarrizko ontasuna bizi-bizirik daroadaz gogoan. Bere falta min haundiz sentitzen dot; gure Elizbarrutiak ez daki ondino zenbat zor deutson.

Bigarren momentua nire mahaikideentzako da. Ander, seminarioan nire ikaskidea, hasieratik miretsi izan neban. Gaztetxotatik liburuzalea eta zaletasun honek urrun eroan dau. Euskal kulturak zor haundia deutso. Isilean, xume-xume, bere burua ahalbait gutxien erakutsiz iraunkor jarraitu dau berrogeita hamar urtetan zehar ikerketan eta ikerlariak sortzen. Bere lan guztietan, eleiztar eta abade agertu da. Miren Josune etxeko dogu, seminarioan lehenengo, irakasleen eskolan gerotxuago eta politika gaietan sartu ebenean Bizkaiko Elizari egokiezan eskubideak zuzentasun aundiz zintzo eta gogoz zaindu ebazan. Kultur saila, lur-langileen antzera, ondo be ondo jorratu eban, nahiz eta arrantzale giroan hazia eta hezia izan. Ondo merezi dau, ba, gaur, gugaz batera egotea.

 


Voy a dedicar el tercer momento de mi intervención a comentar uno de los motivos que la condescendencia de la Mesa de Entidades Culturales de la Iglesia de Bizkaia ha creído ver en mi trayectoria vital. Mis intervenciones públicas en favor de la paz han sido acompañadas por un llamamiento reiterado a la reconciliación que es el alma de una paz sólida y estable. Me apena, de verdad, que mientras los mayores especialistas europeos en ciencias de la paz utilizan sin rebozo el término reconciliación como el más indicado, esta palabra sea entre nosotros una expresión que se desecha o se utiliza con reticencia. No soy maniático de las palabras, pero sí sé que las palabras no son puro envoltorio de un contenido mental; son como la piel adherida a la carne. Cuando se arranca la piel, se pierde sangre.

Reconciliación no es el simple silencio de las armas. Es más. Ni siquiera es sinónimo de convivencia pacífica. Esta expresión dice mucho, pero la reconciliación dice más. Los expertos a los que he aludido han sabido desprenderla de sus connotaciones religiosas, valiosas para quienes somos creyentes, pero menos acogidas en estos tiempos proclives a la increencia.

La reconciliación no es una utopía en el sentido negativo de este término. No confunde lo imposible con lo real posible. Sabe que la sociedad no es pura armonía: los intereses, los prejuicios y las pasiones que las traspasan son reales. En cambio, la reconciliación sí es utopía en el sentido positivo de este término. Hay que apuntar más alto de lo posible para alcanzar lo real posible. Unamuno decía que es necesario aspirar a lo imposible para conseguir lo posible. La utopía pura y plena es un imposible en esta vida, pero es como un poderoso viento de cola que moviliza todas nuestras fuerzas y las condensa en un noble objetivo. Esta fuerza se llama esperanza. La reconciliación es esperanza activa.

La reconciliación es más bien un proceso que una meta. Consciente de los obstáculos, sujeta a avances y retrocesos, lastrada por una lentitud que pone a prueba nuestra paciencia, es generadora de una sanación individual, familiar y social que va restañando grandes heridas, aunque no sepa evitar su cicatriz. Se empeña en ir creando confianza allí donde predominan viejas y acendradas desconfianzas. Va amaestrando paso a paso la perniciosa e inveterada costumbre de sacrificar el bien común al interés particular de personas y asociaciones. Suscita en grupos diversos y enfrentados un noble reflejo de unión cuando se trata de asuntos graves que afectan a todos. Va preparando poco a poco los arduos caminos que inducen a pedir perdón y perdonar. Va logrando en nuestros barrios y pueblos que adversarios irreductibles de ayer, sin renunciar a lo esencial y válido de sus convicciones, compartan los mismos acontecimientos, los mismos lugares de encuentro, los mismos bares, las mismas fiestas y duelos. A la luz de estas señales sabremos si vamos acercándonos a la reconciliación. He aquí una pregunta que reclama de nosotros una respuesta: ¿Estamos avanzando hacia la reconciliación, o estancados?, ¿Qué podemos hacer para acelerarla?

Hainbatek uste dabe denporearen iraganak ahaztu eragingo dabezala gure ikusiezinak. Lagundu bai, baina ezereztu ez. Honelango arloetan gure oroimena oso iraungarria da, azpilana egiten dau gure barruan sarritan. Iragana garbitzeko disolbatzaile berezia, adiskidetza da. Adiskidetza da guretzako benetako bidea. Izan gaitezen adiskide eta adiskidetzaile. Eskerrik asko.

 

 Juan Mª Uriarte

Bilbao, 26.01.2022

 

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