martes, 2 de febrero de 2021

Nápoles: una ciudad y su pastor

 

 Origen:      settimananews

por: Giordano Cavallari (editor)

 2 / 02 / 2021

Hoy, martes, 2 de febrero, el nuevo arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia, realiza su entrada en la catedral. A Angelo Berselli, párroco del popular barrio de Forcella, le preguntamos qué situación se encontrará el arzobispo.

 


 

Querido Don Angelo, ¿cómo va todo en Nápoles por lo que ves desde tu parroquia?

En abril dije que el asunto del virus proporcionaría grandes intereses a la usura y que pondría de rodillas a muchos pequeños comerciantes que acabarían vendiendo su tienda al inframundo organizado: bueno, esto es lo que está sucediendo en mi entorno, incluso en mi parroquia.

Sin embargo, como párroco, tengo el deber de destacar lo positivo que también estamos viviendo en esta situación. Encuentro señales positivas de las que quiero informar. No quiero compartir la posición de los que ven esta ciudad en negativo. No está en el espíritu de Nápoles ni es propio de quienes aquí vivimos.

Desde el punto de vista social, es bueno, por ejemplo, que se esté organizando una nueva asociación de comerciantes en Forcella, mi barrio. Muchos han estado con los restaurantes cerrados durante meses. Incluso han sido multados por tener puestos al aire libre —para la compra y consumo de bienes— que el ayuntamiento había autorizado al principio.

La gente que conozco está protestando de manera cívica. Quieren verse con las instituciones y organismos encargados de hacer cumplir la ley. Via Duomo —la que fuera una elegante y animada calle de bodas— se ha quedado tan vacía y desolada como un cementerio. Estas personas tienen buenas razones para apoyar esta iniciativa. Yo estoy con ellos, aconsejándoles.

Desde el punto de vista pastoral, es bueno que en los próximos días se reanude el catecismo de manera presencial. Nos hemos organizado. Podemos garantizar la distancia requerida. Tenemos los productos y los medios necesarios para asegurar la desinfección. Durante meses, los niños han estado recibiendo la educación telemáticamente. Pero ya no pueden soportarlo más. He escuchado a los maestros. Me han hablado de un montón de situaciones discriminatorias y educativamente ineficaces, con jóvenes durmiendo, somnolientos, sosteniendo un teléfono móvil.

No es sólo una cuestión de escuela o catecismo en sentido estricto. Estos niños y niñas necesitan verse y estar juntos, dirigidos por alguien que sea capaz. Me alegro de que se vuelva a hacer algo. Espero que funcione y pueda durar.

Por lo tanto, quisiera decir que estoy constatando signos de recuperación y esperanza en la buena humanidad de Nápoles y de los napolitanos. Si no tuviera esta esperanza humana, tampoco podría tener esperanza en el Señor. Y viceversa.

Por supuesto, si salgo de mi iglesia y voy a la derecha, me encuentro inmediatamente —en la calle por donde también pasa la policía— a quienes venden cigarrillos de contrabando, luego, un poco más adelante, a los que venden drogas y —al final, en los callejones— a quienes se prostituyen. Se trata de Nápoles, una realidad extremadamente compleja y diferenciada.

 

Hoy el nuevo arzobispo, Domenico, hace su entrada en la catedral. ¿Qué va a pasar?

Hay mucha expectativa. Por mi parte, también. Después de todas las presentaciones que lo describen como un “cura callejero”, deseo que llegue la hora de encontrarme “cara a cara”, como dicen en Nápoles, y poder hablar con él. Necesitamos un pastor que, antes de nada, nos escuche a todos, como Jesús hizo con las personas que conoció. Lo bueno es que ya está programando reuniones en las unidades pastorales. La primera será la mía.

Nadie puede entender Nápoles y a la gente napolitana si no se vive desde el interior de esta ciudad y de sus barrios. Desde fuera, sólo se pueden captar algunos aspectos, los habituales, a menudo, aquellos más fáciles de llamar la atención en los medios de comunicación social. Por lo tanto, creo que el arzobispo Doménico debe escuchar primero a aquellos que, en esta ciudad y en estos barrios, viven aquí desde que han nacido, o casi.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir esta Iglesia, así como esta ciudad, creo que tienen que ser asistidos por personas que la conocen y que tienen un espíritu de abnegación. Es difícil cambiar situaciones atávicas. Es preciso reunir muchas pequeñas sinergias, con paciencia.

 

Se lee que se recurren a fotos de criminales como si fueran santos. ¿Cuál es la relación entre la Camorra y la religiosidad popular?

Como se recordará, en octubre, en Forcella, un chico de 17 años, Luigi Caifa, fue asesinado por los llamados “halcones en motocicletas”, es decir, por policías de paisano, mientras robaba. Poco tiempo después, mientras estaba en arresto domiciliario, también fue asesinado su padre, Genny el carroña, de los ultras de Nápoles y un conocido traficante de drogas.  Este drama familiar ha generado en el vecindario una especie de santificación del joven: su acto criminal es presentado por algunos como un acto heroico.

Incluso ha aparecido un mural con su imagen en la fachada de un edificio de apartamentos. El alcalde ordenó que desapareciera. De hecho, había conminado a los residentes para que retiraran el mural. ¡Ni hablar! El mural todavía sigue en su lugar. Este es sólo un ejemplo de cómo se reacciona en Nápoles ante ciertas situaciones, cubriéndolo todo en una religiosidad, obviamente, a su manera.

El modelo más llamativo es el de Maradona. En la ciudad, en los barrios de clase obrera, se pueden ver sus gigantografías vestido de obispo. Obviamente estamos hablando de la santificación de un adicto a la cocaína por parte de la gente. Aun así, Maradona hizo que el Nápoles ganara dos títulos de liga. Para entender algo de lo que está sucediendo, tendremos que haber experimentado la alegría que Maradona proporcionó a estas personas.

Y también tendremos que impregnarnos del clima que se vive en las grandes procesiones con los santos. Cuando fui párroco en “el Barrio Español”, durante 16 años, he visto a encausados bajo los pasos, relevándose durante horas y horas: y no había uno que no estuviera encausado. Siempre ha sido así. ¿Quién puede cambiar estas cosas, especialmente de la noche a la mañana?

El otro ejemplo que puedo dar es el de las llamadas “acciones de los trabajadores católicos”: son hermosas siglas con las que se oculta la gestión de los juegos de azar. Incluso me propusieron abrir una en la parroquia. Para mucha gente, no había nada de malo. Claramente yo no quise saber nada de ello.  Pero no fue fácil escaparse.

 

¿Es posible que cambie algo?

Esta es la triste realidad. Pero es con esta realidad con la que tengo que enfrentarme todos los días. "El mayor error es no hacer nada porque estás convencido de que estás haciendo muy poco", escribió Raymond Burke, o, dicho de otra manera:  "para que el mal triunfe, es suficiente que la buena gente no haga nada".

No es posible cambiar esto de la noche a la mañana. Por esta razón, no hacer nada es, para mí, pecar. Me dedico a las pequeñas cosas que puedo hacer y que todos podemos hacer juntos aquí, en Forcella, en Nápoles y en otros sitios: juntos podemos alcanzar un cambio, cierto que lento, pero auténtico. Citando al Papa Francisco, me gusta decir que nadie "se salva a sí mismo", pero también me gusta añadir que nadie puede salvar a todos los demás. Y menos, solo.

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