lunes, 19 de mayo de 2014

Diócesis de Coira (Suiza): el Vaticano defiende al obispo e ignora las protestas de los fieles

monseñor Vitus Huonder



 Ludovica Eugenio


No es querido, de ninguna manera, en la diócesis de Coira (Chur), cantón Graubünden, el controvertido obispo monseñor Vitus Huonder, conocido, desde hace años, por sus decisiones ultraconservadoras e impopulares. Son éstas las que se encuentran en el origen de las protestas y de las peticiones de dimisión formuladas por los católicos de Coira.

Sin embargo, tal y como se puede deducir de una reciente comunicación, sigue contando con el apoyo del Vaticano, después del ataque del consejero de Estado de Zurich, Martin Graf, de los Verdes. Éste afirmó en 2013 que la Iglesia “se había quedado atascada en la Edad Media” y que su negativa a aceptar mujeres en el sacerdocio era una violación de la Constitución.

La respuesta de Huonder fue inmediata, afeándole no “conocer la Iglesia católica” y pidiéndole que se excusara, algo que hizo rectificando ligeramente el sentido de sus palabras. Tal y como ha declarado recientemente el responsable de los medios de comunicación de la nunciatura apostólica en Suiza, Giuseppe García, el apoyo del Vaticano a Huonder llegó a la nunciatura a finales de abril, a través de la Secretaría de Estado Vaticana, en forma de agradecimiento por haber defendido firmemente la posición de la Iglesia.

Una diócesis en guerra permanente

Nombrado obispo de Coira en 2007, Huonder ha estado, desde el primer momento, en el centro de encendidas polémicas que han reactivado en la atormentada diócesis suiza el clima de los años 90, cuando los fieles se sublevaron entonces contra el obispo, el opusdeista monseñor Wolfgang Haas (del que Huonder fue un estrecho colaborador) hasta que la situación se hizo totalmente insoportable y Roma tuvo que apartar al obispo, trasladándolo a la archidiócesis de Vaduz, en Liechtenstein.

En 2011 se puso en marcha la iniciativa más contundente y llamativa en su contra: los fieles de la Conferencia de Biberbrugg, el organismo que reúne a las siete Iglesias cantonales de la diócesis de Coira (con jurisdicción sobre los cantones de Graubünden, Glarus, Zurich, Nidwalden y Uri) tomaron la decisión de solicitar a los gobiernos cantonales (tal y como está previsto en la Constitución Federal de la Confederación suiza), la remoción del obispo, sin alcanzar el objetivo esperado.

La iniciativa contó con el apoyo del teólogo Hans Küng, quien declaró que el obispo ya no estaba en condiciones de dirigir su diócesis, habida cuenta de que once de los diecisiete arciprestes se habían desmarcado del prelado.


En marzo de este mismo año, miles de fieles se manifestaron por calles de Sankt Gallen al grito de “Ya basta” (“Basta ya de marginaciones, discriminaciones, feudalismo y sistemáticas discusiones con las estructuras estatales y de derecho canónico”). Y lo hicieron protestando contra el obispo, culpable de haber estigmatizado recientemente a los homosexuales y divorciados vueltos a casar, pero, también, contra su “pupilo”, el muy odiado vicario general, monseñor Martin Grichting, autor de la propuesta de abolir el actual impuesto eclesiástico (un privilegio concedido a las Iglesias en virtud de su reconocimiento como instituciones de derecho público), y reemplazarlo por un sistema parecido al del 8 por mil italiano.

La manifestación estuvo presidida en su cabecera por un cartel firmado por muchas asociaciones católicas que ya en febrero habían difundido un comunicado en el que decían que “muchos católicos ya no pueden soportar la manera como la Iglesia se está desacreditando”; de ahí la petición –dirigida al obispo de Sankt Gallen, monseñor Markus Büchel, presidente de la Conferencia episcopal suiza- para que intercediera ante el papa Francesco y enviara a Coira un administrador creíble, que contara con el apoyo de la mayoría de los fieles.

El gesto de solidaridad de la Secretaría de Estado parece ir en la dirección opuesta a la solicitada por estos manifestantes.

Un error tras otro

Huonder ya azuzó las tensiones, al día siguiente de su nombramiento, cuando prohibió que los laicos predicaran en las misas. Pero empeoró la situación adoptando medidas muy controvertidas: el nombramiento, en las primeras semanas de 2010, como obispo auxiliar (en Zurich), de un conservador, el abad benedictino padre Marian Eleganti. Tal nombramiento hizo aflorar los roces entre Coira y Zurich, habida cuenta de que los responsables eclesiales locales habrían preferido confiar dicha responsabilidad al padre Joseph Annen, más moderado, y que posteriormente acabó como colaborador de Eleganti, al ser nombrado vicario general de los cantones de Zurich y Glarus.

Algunos meses después, lo que desencadenó las protestas fue la decisión de nombrar como segundo obispo auxiliar al vicario Martin Grichting, canonista formado en la Pontificia Universidad del Santa Cruz (Opus Dei), también, como él, ultraconservador y tradicionalista. Fue una decisión que tuvo que ser revocada por la fuerte oposición de las Iglesias cantonales y por el insoportable el clima que se vivió en la diócesis aquellos días. Por voluntad del papa Ratzinger, quizás para resarcirle del fallido nombramiento, se le concedió en 2011, un prestigioso título, prelado de honor (decisión que volvió a exacerbar, una vez más, los ánimos del pueblo católico), después de haberle destinado como consultor de la Congregación para el Clero. En la situación actual, y visto que Roma no parece estar dispuesta a cambiar su valoración de la gestión que realizada por Huonder, Martin Grichting se decanta como su más probable sucesor en 2017, año en el que cumplirá 75 años.

Estas decisiones impopulares han provocado dos dimisiones de peso, motivadas por “profundas divergencias de fondo con el obispo”: la de Ernst Fuchs, rector del seminario de San Lucio en Coira y la de Andreas Rellstab, vicario general de la diócesis desde 2008, responsable de Graubünden, ambos muy queridos en la diócesis. A pesar de estas dimisiones, Huonder continuó con su personal política nombrando rector del seminario a Eleganti, posteriormente destinado a Coira como obispo auxiliar.

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