lunes, 18 de febrero de 2013

El sacerdocio de la mujer

Carta abierta del Foro de Curas de Bizkaia al Arzobispo Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre el sacerdocio de la mujer
Ante las recientes medidas adoptadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe contra los partidarios de la ordenación sacerdotal de las mujeres, la Asamblea del Foro de Curas de Bizkaia queremos manifestarle lo siguiente:
 
1.- Lamentamos que a lo largo de estos últimos decenios se haya olvidado la línea propositiva abierta por Juan XXIII cuando sostuvo en la apertura del Concilio Vaticano II que la Iglesia “querría salir al paso de las necesidades del mundo actual no tanto pronunciando condenaciones, sino dando prueba del vigor de su enseñanza” (22.X.1962)

2.- Siguiendo el criterio propuesto por el Papa Roncalli, queremos expresarle nuestra disconformidad (por inconsistentes) con los argumentos aducidos en la Carta Apostólica “Ordenatio sacerdotalis” (1994) por la que se reserva el ministerio sacerdotal exclusivamente a los varones:

2.1.- Si bien es cierto que “Cristo escogió sus apóstoles sólo entre varones”, también lo es que con su comportamiento y predicación puso las bases para el reconocimiento de la igualdad de la mujer, incluida la posibilidad de acceder al ministerio ordenado. La misma Comisión Bíblica Internacional ya sostuvo en su día que “por el testimonio del Nuevo Testamento solo” no “puede deducirse que una eventual ordenación sacerdotal de la mujer lesiona el plan de Jesucristo sobre el ministerio apostólico” (1976)

2.2.- La historia de la Iglesia muestra –como se sostiene en la Carta Apostólica “Ordinatio sacerdotalis”- que la “ordenación sacerdotal” ha estado reservada “exclusivamente a los varones”. Pero también que no ha sido una decisión pacíficamente asumida: así lo atestiguan las reiteradas condenas por ordenar mujeres y los repetidos posicionamientos de la jerarquía católica al respecto. En cualquier caso, es difícilmente cuestionable la existencia en los primeros tiempos de comunidades domésticas con matrimonios anfitriones encargados de dirigirlas. No consta que las mujeres no presidieran, si fuera preciso, la mesa compartida.

2.3.- Permítasenos dudar, al menos metodológicamente, sobre que “la exclusión de las mujeres del sacerdocio está en armonía con el plan de Dios para su Iglesia”. Semejante duda no nos lleva a negar la incuestionable importancia del Magisterio en la vida de la comunidad cristiana, sino a reclamar su armonización (cada día más urgente) con el “sensus fidelium” y con la investigación teológica como ha sucedido, por ejemplo, con el sacramento de la reconciliación. Sólo así contaremos con un Magisterio que, además de ser legítimamente autoritativo, sea acogido y respetado por su calidad teológica, por su sintonía eclesial y por tener claro que el único absoluto que se le impone es el de atender debidamente a su misión.

3.- Deseamos y esperamos que la Jerarquía católica recupere –como se propuso en el Vaticano II- no sólo una mayor colegialidad episcopal y corresponsabilidad bautismal para este y otros asuntos, sino también un concepto y una praxis de Tradición Viva y que preste, por ello, más atención a la necesidad de actualizar en el presente lo que Jesús dijo e hizo de modo que sea una anticipación de la fraternidad plena que nos aguarda. Ello pasa por articular creativamente DV 10 (“el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio”) con DV 9 (“la Iglesia no saca  exclusivamente de la Escritura la certeza acerca de todo lo revelado”), por escuchar a los diferentes consejos eclesiales ya existentes en éste y en otros asuntos y por no sofocar autoritariamente el parecer de los bautizados y de las comunidades cristianas.

4.- Finalmente, proponemos que la posibilidad de que las mujeres puedan acceder al ministerio sacerdotal sea algo decidido en un concilio ecuménico y que, mientras tanto, se dejen abiertos el discernimiento eclesial y la investigación teológica de tal manera que nadie vuelva a ser condenado por ello, y que los sancionados sean repuestos en sus responsabilidades y estado.


Bilbao, 11 de febrero de 2013


Arzobispo Gerhard Ludwig Müller
Congregación para la Doctrina de la Fe
Piazza Del S. Uffizio, 11
00193 Roma
Italia

2 comentarios:

  1. A ver si los excomulgan de una buena vez, que estos "curas" nacionalistas son una vergüenza para la Iglesia Católica.
    "Ay de quien escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar".

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  2. Lo que me parece claro es que estos firmantes acomodan su gusto al dictamen del mundo.

    No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, codicia de los ojos y ostentación de riqueza. Todo esto no viene del Padre, sino del mundo; pero el mundo pasa, y con él, su concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente. (1 Juan 2:15-17)

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