sábado, 5 de enero de 2013

Carta de enero a nuestro señor Obispo Mario Iceta


D. MARIO ICETA
Obispo de Bilbao                                  
                                             

Bizkaia, 3 de enero de 2013


            D. Mario:

           
            El aplazamiento “hasta febrero” de una posible entrevista y sus recientes declaraciones a la prensa sobre el Deán-Párroco de la catedral y el Delegado Episcopal de Pastoral Social, así como sobre el proceso de pacificación y reconciliación nos llevan a formularle las siguientes consideraciones:

1.- Nos parece bien que “el padre” procure que “cuando dos hermanos discrepan” “hablen entre sí, expongan sus puntos de vista y sus posibles discrepancias y, a partir del evangelio, retomen juntos el camino y vivan la comunión por encima de todo”, aunque nos parezca que apropiarse del título de “padre” no sea evangélicamente muy adecuado (Cf. Mt 23, 9), no compartamos su estrategia de colocarse por encima del bien y del mal y nos sorprenda su nula sensibilidad para ponerse del lado de quien ha sido pública e injustamente ofendido y vilipendiado. Nos parece mejor que el Deán-Párroco haya reconocido que se ha equivocado al publicar un texto cargado de descalificaciones personales y sin haber leído las declaraciones de su Delegado de Pastoral Social y que, por ello, le haya pedido privadamente perdón.

2.- También compartimos que “las discrepancias” que puedan existir se gestionen “con conocimiento, respeto, discreción y caridad, sin causar desconcierto en la comunidad diocesana y mucho menos en la plaza pública”. Esperamos que Vd. comparta con nosotros que, una vez que se han vertido públicamente descalificaciones personales sin fundamento alguno, es preciso reconocer públicamente el error cometido y pedir perdón por ello. Sólo así se restituirá el honor y la dignidad de la que se ha despojado al Delegado de Pastoral Social y se dará ejemplo de cómo entiende y practica la comunidad cristiana la reconciliación.

3.- Además, creemos que el Deán-Párroco de la catedral también tendría que pedir públicamente perdón a los parlamentarios y al parlamento por haber afirmado que “los verdugos y los criminales se pueden sentar” en dicha institución. Es una retractación que, además de urgente y necesaria en un cristiano y en un sacerdote, puede acabar siendo ineludible en una sociedad como la nuestra en la que todos los ciudadanos e instituciones tienen el derecho a ser respetados en su honor y dignidad mientras no se demuestre lo contrario o mientras no haya una sentencia judicial en firme.

4.- A la luz de estas consideraciones, entenderá que no podamos compartir con Vd. que tanto el Deán-Párroco de la catedral como el Delegado Episcopal de Pastoral Social sean “dignos de mi estima y confianza”. Entendemos que no hay razones ni motivos para que ambos sean igualmente dignos de su estima y confianza y sí muchas para estar –también públicamente- con su Delegado de Pastoral Social. De todas formas, es una decisión personal suya que esperamos y deseamos no tenga mayores consecuencias para la diócesis, habida cuenta de lo que le indicamos en el punto anterior, y que no acabe desmoralizando a sus colaboradores más cercanos.

5.- Finalmente, queremos decirle, en referencia al proceso de pacificación y reconciliación en el que estamos inmersos, que es probable que no sea “tiempo de cartas o declaraciones, sino de trabajar con constancia y discreción, de modo directo en las situaciones concretas, a pie calle”.

Pero tenemos la convicción de que ciertamente sí es un tiempo en el que echamos de menos una palabra suya sobre, al menos, dos cuestiones: nos gustaría conocer su parecer sobre la legítima pluralidad política que ha de respetar la Iglesia (y, en su caso, promover) cuando se pretende articular la unidad y la singularidad. Es un magisterio que (como en su día pusimos en su conocimiento) hemos constatado en los obispos que le han antecedido y que colisiona, una vez más, con la Declaración de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española del pasado 2 y 3 de octubre cuando denuncia la “desintegración unilateral de la unidad”.

También agradeceríamos una palabra suya sobre la fuerza sanadora y reconciliadora de pedir perdón públicamente a las víctimas y sobre los riesgos que acechan a las personas y colectivos que hacen de la ley del talión el criterio primero y último de actuación política.

Estas dos demandas, entre otras posibles, de posicionamientos públicos en favor de la pacificación y la reconciliación, van acompañadas de un recordatorio: el 30 de enero de 2012 el Consejo Presbiteral de Bilbao acordó “crear una Comisión Diocesana de Paz y Reconciliación”. Vd. recordó, antes de proceder a su votación, que para que el resultado le fuera vinculante tenía que contar con 2/3 de los votantes. El resultado de la votación fue de 23 votos afirmativos sobre 31 miembros presentes, 6 en blanco, uno negativo y uno nulo.

Se lo recordamos porque constatamos que en el tiempo transcurrido desde entonces no ha dado ningún paso en tal sentido. Pretender refugiarse en que el Consejo Pastoral Diocesano está incurso en un admirable proceso de reflexión se presta a muchas interpretaciones, casi ninguna de ellas favorable a su manera de gobernar corresponsablemente esta iglesia. 

Nos hubiera gustado haber hablado de estos y otros puntos con Vd., pero el atraso –como se lo decimos en el inicio de esta carta- “hasta febrero” de un posible encuentro con nosotros y sus recientes declaraciones a la prensa nos llevan, por responsabilidad, a comunicarnos, una vez más,  mediante una carta abierta.



Comisión Permanente del Foro de Curas de Bizkaia

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