Somos responsables del hombre(Mt 14, 13-21)
Para muchos trabajadores en nuestro pueblo, el Evangelio de hoy les suscita un deseo: cómo sería hermoso que Jesús continuara multiplicando los panes, para que no fuera necesario trabajar y atribularse tanto...
Paradójicamente, este Evangelio nos hace descubrir el sentido cristiano del trabajo, dentro de su aspecto duro y doloroso. El trabajo es el medio de conocer, de poseer la tierra, es un medio de comunicación y de comunión con los demás. Es el signo de nuestra responsabilidad. Denles ustedes mismos de comer: somos responsables por el hambre en el mundo, por aquellos que sufren hambre. Con nuestro trabajo damos prueba de nuestra solidaridad.
El Evangelio de este domingo nos muestra también a multitudes que siguen a Jesús, detrás de su palabra, sin preocuparse del tiempo ni del momento de comer, ni de lo que comerán. Es un ejemplo del verdadero seguimiento de Cristo, como maestro de vida y como guía, sin preocupación de lo que nos dará o de lo que no nos dará. El nos ha enseñado que pidamos antes que nada el reino de Dios y que el resto se nos dará como añadidura. Y el reino de Dios, bien lo sabemos, es la fraternidad, la solidaridad, la preocupación de los unos por los otros. Es decir, lo que primeramente debemos pedir a Dios, es el de ser altruistas; de aprender a amar a los demás. Al fin de cuentas, ese es el pan esencial que necesita el mundo.
Este Evangelio nos da también una gran esperanza en nuestra capacidad de hacer el bien, de evangelizar, con lo que somos y tenemos. Porque es Cristo quien evangeliza realmente, y para usarnos de colaboradores, como a los Apóstoles, no necesita sino nuestra buena voluntad que pone a su disposición lo poco que tenemos; nuestros pobres recursos, nuestra pobre generosidad, nuestros pocos panes y nuestros pocos peces... La siembra en el mundo del bien y del Evangelio es un permanente milagro de Jesús, una permanente multiplicación de nuestras cualidades y de nuestros esfuerzos, que están llamados, si somos fieles a su seguimiento, a alimentar de fraternidad y de esperanza a nuestros hermanos.
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