miércoles, 24 de agosto de 2022

Nicaragua: opresión de la Iglesia

Fuente:   Settimana News

Por: Marcello Neri

21/08/2022  


Tras la expulsión del nuncio y de las Misioneras de la Caridad, la detención de algunos sacerdotes, el impedimento a fieles y sacerdotes de participar en los servicios religiosos, el cierre de radios católicas diocesanas y de proyectos caritativos y educativos, la agresión del régimen de Ortega contra la Iglesia Católica en Nicaragua alcanzó un nuevo pico esta semana con la detención del obispo de Matagalpa, Mons. Rolando Álvarez.

El obispo se había negado a cerrar la sede de la radio católica local, impuesta por el gobierno, y algunos fieles habían intentado impedir la incautación de los equipos necesarios para las transmisiones. Durante casi dos semanas, un cordón policial rodeó la Curia diocesana dentro de la cual Mons. Álvarez con algunos colaboradores.

En una declaración policial fechada el 5 de agosto, se afirmó que Mons. Álvarez estaba siendo investigado por su "intento de organizar grupos de protesta violentos, provocar una situación de caos y desorden, con el objetivo de desestabilizar el Estado nicaragüense y atentar contra las autoridades constitucionales".

La represión de cualquier forma de oposición al gobierno de Ortega, encabezada por la Iglesia católica local y los medios de comunicación, se exacerbó aún más después de las protestas de 2018 que pedían la renuncia de Ortega y elecciones transparentes y democráticas. A raíz de esto, en 2019 el Vaticano contó con el obispo auxiliar de Managua, Mons. J. Baez, por temor a su seguridad.

Actualmente, parece que Mons. Álvarez se encuentra bajo arresto domiciliario en la capital, mientras que las demás personas presentes en la Curia, también detenidas, han sido trasladadas al penal político El Chipote.

El Cardenal L. Brenes, arzobispo de Managua y presidente de la Conferencia Episcopal, tuvo la oportunidad de encontrarse con Mons. Álvarez tras su detención, mostrando preocupación por su estado físico.

Muchos signos y cartas de solidaridad de otras Iglesias locales, incluso europeas, entre las que recordamos las cartas del cardenal Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y del cardenal Zuppi, presidente de la CEI.

Omella expresó profunda preocupación por el “grave deterioro de los derechos humanos en Nicaragua”, definiendo la detención de Mons. Álvarez como un "secuestro" realizado por las fuerzas policiales por mandato del gobierno de Ortega. “Las circunstancias y el contexto de estas detenciones son verdaderamente preocupantes, porque se dan en un momento de grave deterioro de los derechos humanos en el país” - dijo Omella.

Finalmente, Omella pidió enérgicamente “la liberación de todas las personas que estaban con Mons. Álvarez y, en general, de todas las personas que actualmente están sufriendo una grave falta de libertad” en Nicaragua.

En su carta al cardenal Brenes, el presidente de la CEI cardenal Zuppi expresa la solidaridad y preocupación de la Iglesia italiana: “en las últimas semanas hemos seguido con preocupación las decisiones tomadas por el gobierno hacia la comunidad cristiana, implementadas también mediante el uso de la fuerza por parte de militares y policía. Recientemente supimos de la detención de SE Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de Matagalpa, junto a otras personas, entre ellas sacerdotes, seminaristas y laicos. Es un acto muy grave, que no nos deja insensibles y que nos lleva a mantener nuestra atención puesta en lo que les sucede a estos hermanos nuestros en la fe.

Las circunstancias y el contexto de estas detenciones suscitan especial preocupación no solo porque se dirigen contra cristianos a los que se les impide el ejercicio legítimo de sus creencias, sino porque se insertan en un momento en que los derechos humanos más elementales parecen estar fuertemente amenazados”.

En un comunicado, los obispos salvadoreños deploran la situación social y política de Nicaragua y comparten "el dolor de este pueblo noble, trabajador y sufridor, que aspira vivamente a vivir en un clima de pleno respeto a sus derechos fundamentales para lograr una vida digna", según el reino de vida que Cristo vino a traer y que es incompatible con cualquier tipo de situación inhumana”.

El secretario general de la ONU, A. Guterres, definió la detención de Mons. Álvarez como una señal más de una preocupante y creciente "obstrucción del espacio público y civil" en Nicaragua por parte del régimen de Ortega, pidiendo también la liberación inmediata de todos los presos políticos, detenidos ilegalmente y de forma completamente arbitraria.

El mismo día del arresto de Mons. Álvarez, el secretario del Consejo Pontificio para América Latina, Rodrigo Guerra López, dijo que el “Papa está bien informado de todo lo que está pasando en Nicaragua (…). Y que el silencio del Papa hasta ahora no significa inacción o falta de decisión, sino que se está trabajando en otros niveles. Y cuando el Santo Padre lo considere oportuno, naturalmente intervendrá”.

Y una primera intervención explícita del Papa Francisco tuvo lugar hoy al final del Ángelus: “Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua, que involucra a personas e instituciones. Quisiera expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, aún se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que suscite esta voluntad concreta en el corazón de todos”.

 

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