domingo, 28 de noviembre de 2021

Respuesta a Vicente Luis García Corres (Txenti)

Hola, Vicente

El pasado 25 de noviembre, unos buenos amigos, directamente afectados por lo que dices, me enviaron, entre sorprendidos e indignados, el enlace de una página web de tu blog titulado “El pastor conoce a sus ovejas y éstas conocen su voz, hasta entonces solo es el cura nuevo”. Lo leí desde Religión Digital (https://www.religiondigital.org/non_solum_sed_etiam-_el_blog_de_txenti/pastor-conoce-ovejas-conocen-entonces_7_2399530032.html).

 

Después de haber dejado pasar unas horas, quiero decirte que, por desgracia, sí estamos enterados del percance producido la semana pasada en la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza en Vitoria - Gasteiz. Es de comentario muy extendido y no muy agradable para los fieles de cualquier parroquia de nuestra ciudad.

No te voy a preguntar por qué sales en defensa de esta causa, pues creo que quien tiene que defenderse son los propios provocadores, que sus motivos tendrán para haber causado tal situación y sus consecuencias.

Tampoco creo que valga de mucho darles consejos para reconducir el tema.

El fondo no es cuestión de formas, sino de actitudes. La parroquia no es su txiringuito. No es el primer sacerdote que yo conozco en Álava al que se le ha dicho, al acabar la primera misa en su parroquia, “que mejor no vuelva”.

El clero de nuestra diócesis ha gozado, en su inmensa mayoría y a lo largo de muchas generaciones, de un gran cariño, reconocimiento y prestigio, cosa muy diferente a la que desde hace unos pocos años se está produciendo. Y, aunque parezca extraño, no debido a los “curas viejos” sino a los “carcas jóvenes”.

En tu artículo, que con todo el respeto a tu persona, creo muy poco afortunado, haces algunas afirmaciones con las que intentas justificar la actuación de estos sacerdotes (podían ser otros), que es más fácil tumbarlas que hacerlas valer.

Hablas de la Parroquia (el templo y los locales al servicio de la pastoral), comparándola con “una vivienda de alquiler que su propietario recupera”. Casi nada…… Claro que es más práctico tener una sola llave que el “llavero de San Pedro”, pero retirar las llaves a los responsables de las actividades pastorales, es, por lo menos, un signo de desconfianza, cuando no una solapada acusación de mala gestión de los responsables anteriores, tanto sacerdotes como laicos.

En el tema de las confesiones comunitarias prefiero no entrar, ya que mi experiencia del perdón gratuito del Padre, supera todos los argumentos y normas del Derecho Canónico, y que las directrices que al respecto han dado, y en este momento se están dando por el señor Obispo sobre el tema, están fuera del tiempo.

Aunque no es mi intención repasar uno a uno tus argumentos para la justificación de la desagradable situación producida la semana pasada, me parece oportuno responderte a lo de “los ministros sin cartera”, tanto en la distribución de la comunión como en otros servicios.

Yo he bautizado a varios niños, la mayoría de ellos en peligro de muerte … y lo he hecho porque era lo que en ese momento me tocó hacer, como cristiana y parte de un equipo parroquial. Lo mismo repartir la comunión, llevarla a los enfermos … y haré todo lo que se me pida. Pero está claro: si no lo quiere mi párroco, no lo haría.

Lo que me parece un poco fuerte es la apostilla que haces sobre “qué bueno sería que todo servicio llevase una formación previa”. Ya hace tiempo que en la Facultad de Teología de Vitoria hay más laicos que seminaristas.

Y ahí dejo abiertos unos cuantos puntos más de tu artículo ....

Antes de acabar, y por si mi reflexión sirve para algo o para alguien, sin grandes pretensiones, hay un tema del que no me resisto a pasar por alto.

La tan recurrida frase de que todos remamos en el mismo barco, me hace pensar en algo tan de nuestra tierra como son las traineras. Cada grupo de remeros lleva un patrón que maneja el timón y todos le respetan, le obedecen e incluso se someten. Lo malo es cuando el patrón es impuesto, no sintoniza con los remeros o pretende llevarlos a donde no quieren ir. El patrón de una embarcación es elegido por los remeros, no así el párroco ni el Obispo de nuestra Diócesis.

No conoce a sus ovejas y no conoce a sus remeros. No convirtamos nuestras parroquias en galeones movidos por galeotes.

Un saludo cordial de Maite Sáez de Olazagoitia

 

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