lunes, 12 de diciembre de 2011

La Iglesia debe jugar un papel básico en la reconciliación y no se va a echar atrás

Antonio Linaza forma parte del Foro de Curas de Bizkaia, donde están agrupados alrededor de medio centenar de sacerdotes. Desde noviembre de 2010 están trabajando en favor de la paz y la reconciliación, una tarea que adquiere más relevancia tras el final definitivo de ETA.

Javier Núñez 




Amorebieta-Etxano. El Foro de Curas de Bizkaia ha organizado para el próximo sábado día 17 en Gernika un encuentro de reflexión y oración de denominado Las tres horas de Gernika por la paz. Antonio Linaza es uno del medio de centenar de curas que conformar este Foro.

¿En qué consiste esta iniciativa del día 17?
Primero está prevista una charla de Jonan Fernández, de Baketik, en torno al nuevo marco por la paz y la reconciliación. Después habrá un trabajo por grupos y al final, en la iglesia de Gernika, se llevará a cabo un encuentro de oración. Todo ello transcurrirá entre las 10 y las 13 horas y por eso le llamamos las tres horas por la paz.

¿Desde cuándo está trabajando este Foro de Curas?
Lo fundamos en noviembre de 2010. Se funda este foro desde la convicción que nos asistía a un sector de curas de Bizkaia de que la Iglesia, en general, ha dado pasos atrás con respecto al Vaticano II. Es un foro de debate, reflexión y encuentro y, si cabe, para mantener el fuego del Concilio Vaticano II. Unos cuantos curas llegamos a formar este foro. Se reúne por asambleas y hay una comisión permanente que ejecuta la decisión adoptada en asamblea.

En noviembre sacaron un comunicado tras el anuncio de ETA del cese de sus actividades armadas.
Es un escrito que se aprobó tras la asamblea de noviembre. El grueso del texto hay que buscarlo en el punto que señala que la tarea reconciliadora implica una serie de acciones como son el reconocimiento de todas las víctimas, un diagnóstico hecho desde un diálogo sereno y fundado en la verdad, y el derecho de todas las personas y todas las colectividades.

En el escrito aseguran que aguarda un trabajo largo y laborioso por delante.
Largo y laborioso son dos adjetivos que califican el camino a recorrer. Largo porque no es fácil desactivar los pensamientos, reacciones y el poso de amargura que ha dejado la acción de ETA. Hay posiciones tan fuertes y tan marcadas que desactivarlas va para largo. No es bueno correr. Y por otro lado, será laborioso porque desmontar la pesada carga de un corazón herido, tiene que ser a la fuerza laborioso. Hay que trabajar con mucha paciencia y pedagogía. Hay que trabajar sin prisas, pero sin pausas.

Hablan del reconocimiento a las víctimas, ¿qué papel deben jugar?
A las víctimas hay que tenerlas presentes. Probablemente no las hemos tenido muy presentes y por ello que las heridas sean más dolorosas. La conciencia de la ciudadanía y de los cristianos va adquiriendo cada vez más relieve en cuanto al reconocimiento de las víctimas para restañar las heridas. Hay que hacer justicia y ayudarlas, pero sin paternalismos. Pero, son sujeto político como todos los ciudadanos. No tienen un plus para poder estar en la arena política como protagonistas. Y hay otra cuestión importante, que es hablar de todas las víctimas. Y no hablo de equidistancias. La víctimas nos reclaman que sean aceptadas sin condiciones.

En el otro lado de la balanza se sitúan los presos.
Como Foro de Curas no hemos entrado en esa consideración. Personalmente pienso que hay que poner en activo todo aquello que se recoge en la legislación penitenciaria. Hay una serie de pasos como acercamiento de presos, presos que están enfermos, los que han cumplido las tres cuartas partes de la condena. Hay mecanismos que creo que no se ponen debidamente en marcha. Hay que humanizar la situación de los presos, pero de todos, los de motivación política y los llamados comunes.

Hablan ustedes el respeto de los derechos de todas las personas y de las colectividades. ¿A qué se refieren cuando hablan de colectividades?
Hay tantas. El pueblo vasco, como tal, es también una colectividad, una nación que cree tener una serie de derechos como el reconocimiento de su idiosincrasia. Todo eso se puede y se debe respetar. Y toda defensa que se haga de estos derechos dentro de unos cauces democráticos, no debería tener ningún obstáculo.

¿Qué papel ha jugado la Iglesia en todo este proceso que ha desembocado en la decisión adoptada por ETA?
Iglesia abarca a un montón de gente muy plural. Yo estoy convencido de que la Iglesia, no habiendo cumplido a la perfección su papel, ha trabajado en la defensa de todos estos derechos. Lo que no sé es qué ha hecho en concreto para la desactivación de la violencia de ETA, pero en los escritos, en las pastorales, desde hace 25 ó 30 años, se ha definido claramente por la defensa de los derechos y, sobre todo, por el rechazo de la violencia que ha utilizado ETA.

Y ahora, tras el anuncio de ETA, ¿cuál debe ser la misión de la Iglesia?
La iglesia tiene la tarea de promover la reconciliación. No es el agente principal, ya que la reconciliación la debe llevar la sociedad con los partidos políticos y las instituciones. La Iglesia debe colaborar y su tarea, en sintonía con todos los demás, debe reforzar este papel de reconciliar, de restañar heridas de una parte y otra y promover surcos de perdón. En todo eso creo que la Iglesia tiene un papel básico por cumplir, y creo que no se va a echar para atrás. Por lo menos nosotros, como Foro de Curas, y respetando la pluralidad que existe también dentro del Foro, coincidimos en que esta tarea de reconciliación nos compete a todos y no nos vamos a echar atrás.

¿Es básico pedir perdón?
El buscar individualmente el que yo te pido perdón, tu me lo das... en fin, estará bien. Ahora, establecer una práctica, no sé. La petición del perdón y el otorgamiento de ese perdón no se puede imponer. La Iglesia debe hacer ver que el perdón es sanante. Puede hasta invitar o proponer, pero no se puede imponer, ya que puede salir el tiro por la culata. Según las condiciones se vayan serenando, unas personas se reconciliarán antes, otras más tarde y otras igual no se reconcilian del todo, pero la sociedad puede ir ganando pasos a esa reconciliación.

Lo que resulta evidente es que en Euskadi se percibe otra sensación tras el 20 de octubre.
Cuanto más acciones o iniciativas se pongan en práctica, van calando en la sociedad y por lo tanto habrá más gente que activamente se preste. Siempre habrá una sociedad que asista de forma pasiva, porque la reconciliación es una tarea comprometida, y los compromisos a veces nos echan para atrás. Ganar enteros a la pasividad y pasarlos al lado de ser agentes activos será trabajar también en favor de la reconciliación.

Se puede decir que tras haber ganado la paz, entendiendo como tal la ausencia de ETA, ahora hay que ganar la reconciliación.
La paz es mucho más que la ausencia de violencia. Se trata de que gente de ideologías distintas, de sensibilidades distintas, sepan convivir e incluso se puedan poner de acuerdo y colaborar. Hay un símil que lo explica. Uno puede comprar un terreno para hacer una casa, pero está lleno de arbustos y de zarzas. Una cosa es quitar las zarzas y limpiar los rastrojos, pero la casa no está construida. Quitar todo lo negativo para la construcción se puede decir que ha sido la decisión de ETA de cesar de forma definitiva. Eso ha dejado el terreno muy expedito y campo libre para hacer el edificio de la paz. Pero la paz, como la casa, está todavía sin hacer. Ahora, el contratista, el arquitecto, todos los gremios, deben ponerse de acuerdo para ver qué forma va a tener la casa. El edificio de la paz es para más largo y va a costar, pero es estimulante.

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