El arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, aborda los retos y el futuro de la institución
Fuente: La Vanguardia
Por Sílvia Oller
12/11/2023
David Jou, Jean-Claude Hollerich, el obispo auxiliar de Barcelona, David Abadías y Jaume Angelats esta semana en la inauguración del curso de la Fundació Joan Maragall, en Barcelona. Pep Herrero)
Si queremos ser una iglesia misionera en esta sociedad cambiante, debemos adoptar la actitud de Jesús y aceptar a todo el mundo. No significa eso que estemos de acuerdo con todo, aceptamos a la persona, no a la opinión”.
Con estas palabras, el cardenal arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, y relator del Sínodo de la Sinodalidad, el proceso de escucha y diálogo impulsado por el papa Francisco que ha completado hace unas semanas en el Vaticano su primera fase y que culminará en el año 2024, instó a construir una Iglesia en la que “todos sean aceptados, se sientan importantes y bienvenidos”.
El cardenal lanzó este mensaje durante la inauguración, el pasado martes, del curso de la Fundació Joan Maragall, en la que puso algunos ejemplos de esa sociedad cambiante y al mismo tiempo “polarizada” como también lo está la Iglesia.
En Japón, donde estudió lengua y cultura japonesa y teología en la Universidad Sophia de Tokio, de la que más tarde fue vicerrector, dijo que aprendió a ser “misionero en una sociedad posmoderna”. Su contacto con jóvenes estudiantes de Japón, pero también de su país natal, Luxemburgo, le ha permitido ver como “los cánones culturales que asentaron nuestra civilización ya no funcionan”.
“Conozco a jóvenes de 15 o 16 años que jamás han leído un libro, más allá de los obligados en la escuela; algunos no consideran la música clásica como verdadera música y su conocimiento religioso, en muchos casos, es cercano al cero”, explicó el religioso.
“Pueden estar delante del Juicio final en la Capilla Sixtina y no entender el mensaje, como tampoco los pasajes de la Biblia que inspiraron a generaciones enteras”, expuso Hollerich para ejemplificar ese “cambio profundo” de la sociedad.
En este sentido, afirma que la Iglesia debe ser “misionera” y debe “aprender a hablar el lenguaje de la gente” y a “convertirse en una Iglesia viva”. En este sentido hizo algo de autocrítica. “Hay que entender que una persona joven quiera ir a la Iglesia evangélica donde siente la comunidad y la plegaria, en vez de acudir a nosotros”, afirmó el prelado, que fue presidente de la Comisión de Conferencias Episcopales de la Unión Europea. “Hay que encontrar una forma distinta de ser Iglesia juntos”, indicó.
Sin embargo, el arzobispo luxemburgués augura tras la finalización de la primera parte del Sínodo del que ha sido relator un “futuro prometedor para la Iglesia católica”, convencido de que “estamos frente a una nueva primavera”.
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