miércoles, 2 de octubre de 2019

Historia revisada de un jesuita que llegó a ser Papa


JESÚS VILLEGAS (en «Público»: 01/10/2019)

    La pasada semana se presentaba en Madrid el libro Salvados por Francisco (Ediciones B). Su autor, el escritor y periodista argentino Aldo Duzdevich fue miembro de la organización peronista Montoneros y posteriormente diputado nacional por el Partido Justicialista.
    Salvados por Francisco, según nos cuenta desde el aeropuerto de Madrid-Barajas poco antes de volar hacia París para continuar con su presentación en la capital francesa, es el resultado de una investigación que trata de hacer justicia frente a lo que define como "una calumnia que se desató en Argentina" en la que se establecía que el entonces sacerdote Jorge Bergoglio tuvo una actitud colaboracionista con la dictadura militar de Jorge Rafael Videla (1976-1983).
    Con este libro, que considera necesario y se culpa de no haber escrito antes, intenta poner de relieve la valentía que mostró el actual Papa a la hora de jugarse la vida salvando a muchos jesuitas de ser torturados y asesinados a manos de los militares en una de las etapas más oscuras de la historia argentina.
    En dicha presentación, que tuvo lugar en la Iglesia de San Antón del madrileño barrio de Chueca, Duzdevich estuvo acompañado del Padre Ángel, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, y también del Cardenal de Madrid, Carlos Osoro, que quiso destacar la labor de Bergoglio en esos años difíciles "asumiendo que había que sobrevivir, salvando la vida de muchas personas y actuando en consecuencia".

Iluminando sombras
    Fue durante el pasado mes de marzo que Aldo Duzdevich presentaba en Buenos Aires un libro de 240 páginas en el que se recogen 25 entrevistas a protagonistas que cuentan cómo el entonces jefe de la misión provincial de la Compañía de Jesús ayudó a muchas víctimas de la dictadura militar a salvar sus vidas intentando sacarles del país poniendo en riesgo su propia integridad.
    El ex diputado argentino nos comenta que Salvados por Francisco ademas de poner de relieve la valentía del actual Papa, viene del mismo modo a refutar la larga investigación que realizara el también periodista argentino Horacio Verbitsky y que responsabilizaba a Bergoglio de haber sido funcional al régimen militar.
    Verbitsky sustentaba estos hechos en una carta escrita por un jesuita húngaro que por entonces vivía en Buenos Aires, Francisco Jalics, que confesaba años más tarde ya en democracia, que el responsable provincial de su congregación, Bergoglio, les había delatado a él y a otro sacerdote, Orlando Yorio, facilitando que fueran detenidos por la Junta Militar y conducidos a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), convertida por aquel entonces en centro clandestino de detención, tortura y exterminio.
    Por el contrario, Duzdevich recuerda que Jalics, que reside en Alemania desde 1978, ya reconoció en 2013 que Bergoglio no los denunció ni a Yorio ni a él y que le quedó claro que esa sospecha era infundada. De hecho el propio Jalics declaró, en una web de los jesuitas alemanes, que años después de su secuestro tuvo la oportunidad de hablar con el que por entonces era arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, reconciliándose con un abrazo y “dando los hechos por cerrados”.

    Duzdevich: "Durante 40 años hubo un secreto entre los ayudados y el que ayudó"
    El autor recoge en su libro el testimonio de Gustavo Mosca, otro protagonista que en 2013 decidió interceder por el recién nombrado Papa en contra de las versiones condenatorias. Mosca era uruguayo y militante de una agrupación de izquierdas, exiliado en Argentina y hermano de un jesuita que conocía a Bergoglio. Asegura que este lo ayudo, jugándose la vida con una actitud serena y humilde, a cruzar la frontera con Brasil para que pudiera refugiarse en Sao Paulo. Mosca asegura en el testimonio que recoge el libro, que cuando Bergoglio le ayudó a escapar pudo percibir que él no era el primero, que ya tenía esa estrategia muy entrenada y que por tanto hacía tiempo que venía ayudando del mismo modo a otras personas. Mosca al menos calcula que desde diciembre de 1977 Bergoglio tenía su plan en funcionamiento salvando a personas.
    Al testimonio del uruguayo se unirían otros que, perseguidos por la denominada Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) grupo terrorista de extrema derecha, recibieron la ayuda de Bergoglio para salvar sus vidas. Como por ejemplo el sacerdote español José Caravias que aseguró, el mismo año que Bergoglio fue nombrado Papa, haber sido salvado por él del grupo terrorista paramilitar, y que las acusaciones contra Francisco forman parte de una campaña trazada por el “gran capitalismo internacional” para ensuciar la imagen del pontífice. Duzdevich nos detalla que Bergoglio incluso llegó a entregar su propio DNI a una de las personas a la que quería ayudar para que se hiciera pasar por él y de esta manera poder cruzar la frontera, algo que ponía al jesuita en serio riesgo ante las autoridades militares.
    Pero, ¿por qué Bergoglio nunca usó estos casos para defenderse posteriormente ante las acusaciones de ser funcional a la dictadura? Según nos asegura el autor del libro, el actual Papa Francisco siempre ha hecho uso de un “principio de solidaridad” y de algo que el propio pontífice le aclaró personalmente cuando pudo entrevistarse con él en el Vaticano, “durante 40 años hubo un secreto entre los ayudados y el que ayudó. Si esas personas no hablan, yo también guardaré silencio”.
    Sin embargo, los sectores defensores de la teoría condenatoria insisten en la actitud condescendiente y colaboracionista de Bergoglio con la Junta Militar argentina. A nuestra pregunta a Duzdevich de por qué el entonces jefe provincial de la Compañía de Jesús no tuvo una actitud más clara y frontal frente al régimen, nos contesta que “Bergoglio siempre trató de tener una actitud de perfil bajo para no destacarse demasiado, mucho más cuando de manera oculta estaba ayudando a muchas personas a huir de ser secuestradas, torturas y asesinadas”.
    El exdiputado afirma que existían tres sectores bien diferenciados dentro de la Iglesia argentina en aquellos momentos. Uno ultraconservador que era afín a la dictadura y oficiaba como portavoz de la Iglesia ante la Junta Militar, otro más progresista y contestatario, y un tercer sector intermedio que trataba de disimular lo más posible ante el régimen, aparentando apoyarlo mientras al mismo tiempo ayudaban en la medida de sus posibilidades a las personas que estaban sufriendo la represión, “en este último sector se encontraba Bergoglio”, asegura Duzdevich.
    Duzdevich: "De manera oculta estaba ayudando a muchas personas a huir de ser secuestradas, torturas y asesinadas"
Otra de las denuncias de diversas organizaciones vinculadas con los Derechos Humanos ha sido la del perfil bajo e irrelevante que mostró Bergoglio en la megacausa de la ESMA en noviembre de 2010, donde compareció ante la justicia como testigo y en la cual se limitó a decir que él no sabía nada. Y otro aspecto más, muchos se preguntaban cómo era posible que supiera de la existencia de ese centro clandestino de tortura pocos días después del secuestro de los jesuitas Yorio y Jalics, tal y como aseguraban algunos testigos.
    Duzdevich justifica estos hechos asegurando que Bergoglio le contó que durante la dictadura existían militares anónimos que actuaban de confidentes, es por esto que él sabía de la existencia de la ESMA y de que muchas personas podían estar siendo torturadas, pero nunca pudo revelar la fuente por temor a que esos confidentes tuvieran represalias. Por otra parte Duzdevich descarga de cualquier tipo de responsabilidad a Bergoglio al entender que en aquellos años no ostentaba cargo de poder alguno tan relevante dentro de la Curia como para poder interceder a esos niveles.


Presión al corazón del Vaticano
Todo parece indicar que el Papa Francisco viene recibiendo presiones desde el inicio de su pontificado. No solo por este caso que se trata en el libro y que desde hace años persigue su pasado, oscuro para algunos y de bondad para otros, sino por otras muchas razones que tienen que ver con su actitud a la hora de “afrontar todas las amenazas que se le plantean en el proceso de reformas de la iglesia y también al buscar otros caminos a las erróneas políticas que se llevan adelante en el mundo”, según afirma Duzdevich.
    Las declaraciones de Francisco I sobre el escaso compromiso por parte de los Estados, culpándolos de falta de voluntad política para luchar contra el cambio climático; su decisión de permitir por primera vez en la historia de la Iglesia católica una auditoria externa del Banco del Vaticano; o su manifiesta preocupación por, según el propio Bergoglio, "una nueva forma de intervención exógena en los escenarios políticos de los países a través del uso indebido de procedimientos legales y tipificaciones judiciales" haciendo referencia al denominado "Lawfare" (guerra judicial), hacen que las presiones internas y externas de determinados grupos de poder vaya en aumento.
    Duzdevich: "Francisco tiene claro un concepto que repite entre sus principios básicos, es el hecho de que el tiempo es superior al espacio"
    Duzdevich asegura que el Papa es consciente de dichas presiones, y él mismo entiende que lo mejor que puede hacer es impulsar reformas que encaminen a la iglesia a una renovación que finalmente sea irreversible.
    En cualquier caso parece evidente que existe un sector ultra ortodoxo dentro del Vaticano que pone en duda a Francisco y que está en contra de esta corriente aperturista y de condena al capitalismo. Pero esta red parece tener ramificaciones que cruzan el Atlántico y es en Estados Unidos donde encuentran mayor resonancia en organizaciones ultraconservadoras que cuentan con el respaldo de empresarios y grandes fortunas.
    Al preguntarle a Duzdevich sobre el papel que está ejerciendo en este sentido Steve Bannon, ex consejero del presidente Donald Trump, católico ultraconservador y punta de lanza del movimiento político global y populista de extrema derecha que ya viene irrumpiendo en Europa con fuerza hace años, nos contesta que es evidente que Bannon representa una de las grandes fuentes de financiación de esta corriente ultraconservadora que también está dificultando que cambien algunas cosas dentro del Vaticano.
    Y nos revela una información más que nos hace entender hasta qué punto Jorge Bergoglio viene siendo censurado dentro de la Iglesia incluso desde antes que fuera nombrado Papa en 2013.
    En el cónclave de abril de 2005 en el que los cardenales votaron a favor de que Joseph Ratzinger sucediera a Juan Pablo II tras su muerte y convertirse en el Papa Benedicto XVI, el entonces cardenal Bergoglio sufrió un boicot que llegaba desde su propio país.

    Monseñor Hector Aguer, arzobispo de la ciudad argentina de La Plata hasta el año pasado, que fuera representante de la corriente ultra ortodoxa argentina e investigador sobre doctrinas medievales, envió a un número determinado de cardenales que componían ese cónclave documentación referente a la investigación realizada por el periodista Horacio Verbitsky en la que se determinaba una relación de colaboración de Bergoglio con la dictadura militar de Videla. Esto hizo que Bergoglio solo obtuviera 44 votos a favor y Ratzinger fuera nombrado finalmente como sumo pontífice. Quizás por eso ahora se entiende mucho mejor que en 2007, el ya Papa Benedicto XVI nombrara al arzobispo Aguer integrante de la Comisión Pontificia de Justicia y Paz, y que esto le permitiera desde ese lugar en el Vaticano influir directamente en la composición jerárquica de la Iglesia argentina.
    Fue tal vez por esta relación antagónica entre Bergoglio y Aguer, que el día en el que Francisco I fue elegido Papa, el arzobispo de La Plata no permitiera que en su Catedral sonaran las campanas como normalmente se hace cuando es nombrado un nuevo pontífice.
    Aun así, Bergoglio sigue intentando tender puentes entre un pasado supuestamente imperfecto y un futuro esperanzador. Según nos cuenta Aldo Duzdevich sobre sus conversaciones recientes con el Papa, “Francisco tiene claro un concepto que repite entre sus principios básicos, es el hecho de que el tiempo es superior al espacio. Él no apuesta por ver terminada su obra cuando su vida biológica termine, aspira a que esos procesos perduren en el tiempo y sean irreversibles”.







Curas casados: Francisco tendrá la última palabra
(De «ABC» 29/09/2019)

El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas, México) monseñor Felipe Arizmendi asistió a la celebración esta semana del 50 aniversario de la presencia de la pastoral indígena en el Paraguay. En esta entrevista, el conocido sucesor del polémico monseñor Samuel Ruiz relata sus experiencias con los pueblos originarios y se refiere a las duras pruebas que enfrenta la Iglesia Católica en su propio seno y que podría comprometer su futuro.

–Usted es de Chiapas...
–No. Estuve 17 años como obispo de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. Me jubilé hace dos años y vivo en Toluca, mi ciudad de origen.

–Sucesor del polémico monseñor Samuel Ruiz, mediador entre los guerrilleros y el Gobierno...
–De 1994 data el conflicto armado que vivió Chiapas con la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), liderado por el subcomandante Marcos. Era un movimiento fundamentalmente indígena para reivindicar sus derechos a la tierra, a la salud, a la educación, a la vida. Monseñor Ruiz fue un defensor del respeto de los derechos indígenas de México y de América Latina.

–¿Se convirtieron prácticamente en terroristas?
–No. Allá empezó una lucha armada pero ellos querían demostrar que era para recuperar sus derechos. La guerra solo duró 10 días. Lo demás fue una lucha social y política.

–Abrazaron el marxismo...
–El movimiento de Marcos era de corte marxista, pero no todos los indígenas que le siguieron eran marxistas. Le siguieron en función de su interés por hacer respetar su derecho a vivir en su tierra, porque no tenían tierra. Se las habían quitado antes. Pensaron que solamente por las armas las podían recuperar. En el pasado hubo en Chiapas –y en México en general– grupos que les despojaron su tierra, su cultura. En el caso de Chiapas, por el camino, los rebeldes se dieron cuenta de que la lucha armada no era la vía correcta que el país quería. Lucha por los derechos sí, pero lucha armada no.

–¿Cómo terminó?
–La guerra terminó en 10 días.

–¿Y las reivindicaciones?
–Se recuperaron muchas tierras y sobre todo sus derechos para hacerse reconocer como personas que son tan dignas como cualquiera. Hoy su lucha ya no es armada.

–¿Cómo repercutió en la Iglesia esa experiencia?
–En Chiapas tenemos grupos que tienen su propia parroquia en la ciudad, y tienen lugares de culto en la ciudad solo para ellos y de ellos. Son los que hacen y proponen y llevan la directiva. Por ejemplo, tienen sus propias parroquias, sus propios servidores. Nosotros tenemos allá muchos diáconos, bastantes sacerdotes indígenas totalmente integrados como Iglesia, tanto en la sociedad como en su propia comunidad, y están cada vez más integrados al desarrollo. Hay carreteras, luz eléctrica, escuelas, clínicas destinadas a sus familias. Hay universidades en lugares indígenas. Se les presta cada vez más atención.

–Se dice que mantenerse en la tradición y en las viejas costumbres atrasa el progreso...
–Depende. Es que hay gente para la que el desarrollo es tener dinero, el último coche, una casa con todas las comodidades. Pero hay otra riqueza que no depende mucho de tener cosas. Hay muchos indígenas ricos culturalmente, con una gran sabiduría aunque quizás en su casa no tengan todas las comodidades. Pero son distintas medidas de pobreza. Hay gente que tiene muchísimo dinero y las mejores condiciones materiales pero es gente pobre culturalmente. Hay indígenas con muchas limitaciones materiales pero con una sabiduría admirable, muy profunda.

–En Paraguay tenemos comunidades organizadas que plantan soja por ejemplo, y se dedican a la producción. No mendigan. Hay otras que prefieren la asistencia.
–Hay de todo. Nosotros tenemos en México programas de Gobierno que ofrecen mucho beneficio sin ningún esfuerzo. Es así que muchos se han acostumbrado a no trabajar, solamente a recibir asistencia. Hay gente así. Pero no es porque son flojos de por sí. Es el sistema el que los forja de esa manera y sobreviven así.

–En el encuentro de esta semana (en el Seminario Metropolitano) se hizo un balance de 50 años de la pastoral indígena en el Paraguay. ¿De cuánto ha servido la Iglesia a la promoción de los indígenas?
–Cuando el papa Francisco vino a Chiapas (febrero de 2016) siendo yo el obispo, algunos se preguntaron: ¿Qué dejó la visita del Papa? Yo decía: si tu mirada es económica dejó mucho dinero porque atrajo mucha gente a la ciudad, a los hoteles, los comerciantes se beneficiaron... Además, el Papa me dejó 85.000 euros, casi 100.000 dólares precisamente para programas de apoyo a la gente pobre. Pero lo más importante de su visita fue que los indígenas tomaran más conciencia de que son importantes para la Iglesia, que son valiosos y que tenemos que aprender de ellos también. En Paraguay, la Conferencia Episcopal tiene ya 50 años de estar esforzándose por servir. Pero todavía falta mucho más. Este congreso que hicimos quiso ayudar a que se tome más conciencia de la importancia de estar con ellos. Como decía el Papa en Fuerte Maldonado, en la selva peruana: “no hay derecho a que se le quiten sus tierras, que se explote la minería sin permiso de ellos y sin beneficio para ellos. No hay derecho que se esté deforestando toda la Amazonia por empresas que tienen otros intereses. La Iglesia quiere estar apoyando sus derechos y mediante el Evangelio de Jesucristo encuentren el camino para una vida digna.

–¿Cómo enfrenta la Iglesia el avance de las sectas, más hábiles para captar prosélitos? En los ochenta, en el Chaco, unos misioneros quisieron conquistar silvícolas y terminó en masacre.
–Eso no fue obra de católicos. Entre nosotros no ha habido prácticamente eso (del proselitismo) porque la evangelización se empezó a sembrar desde el principio, desde que llegaron los españoles hace 500 años con Fray Bartolomé de las Casas que fue un defensor de ellos. Los indígenas no vieron la evangelización como algo contrario a ellos sino, al contrario, les ayudó precisamente a reivindicar sus derechos. Hay que estar, convivir con ellos. Jesucristo comenzó a cambiar algunas cosas después de convivir 30 años con el pueblo. Ellos se identifican mucho con el catolicismo. Por ejemplo tienen el rito del incienso. Para ellos es muy importante encender velas o candelas, veladoras como forma de oración, eso también es muy católico.

–¿Por qué dicen que la Iglesia será otra después del Sínodo de la Amazonia?
–Se plantean varios temas: el respeto de los pueblos, de conocerlos, de valorar más su cultura y también ver qué decisiones se toman ahí. Van a ser discusiones, todavía no definiciones. Incluso el Sínodo de la Amazonia lo convocó el Papa para que se discutan estas cosas. Pero es el Papa el que tendrá la última palabra cuando se tengan las conclusiones.

–Se plantea la discusión sobre los sacerdotes casados. Lo que se decida en el sínodo (en octubre) van a querer usar para sus diócesis como plantea Alemania.
–Es cierto, uno de los temas en discusión es si se pueden nombrar sacerdotes a hombres ya casados. Eso puede ser válido para un lugar y no para toda la Iglesia. Puede haber excepciones como las ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia. Con eso no se va a acabar el celibato de los sacerdotes. Se plantea una solución para una situación muy concreta para una región donde no hay sacerdotes.

–¿Qué dice la doctrina?
–Jesús llamó a gente casada también para algunos servicios. Con Jesús no hay problema. Sin embargo, Jesús decidió ser célibe. No se casó.

–Y esta discusión ¿no podría terminar en un cisma? Los obispos alemanes anuncian un sínodo para declarar sacerdotisas a las mujeres.
–Ya ellos sabrán qué decisiones toman. En un sínodo hay libertad para discutir pero ya las decisiones tienen que estar de acuerdo con la doctrina de la Iglesia Católica si quieren seguir siendo católicos.

–Plantean hasta bendecir parejas del mismo sexo, dar la comunión a divorciados.
–Como le decía, en un sínodo se discute mucho, y aunque la mayoría se ponga de acuerdo, el sínodo de un país no es un sínodo universal. Lo que resulte de Alemania si no riñe con la doctrina de la iglesia eso va a seguir. Se elevan propuestas y en último caso el Papa tendrá la última palabra y, el Papa no puede ser infiel a la doctrina de la Iglesia.

–Hasta se habla de una huelga de mujeres porque no se permite que sean diaconisas.
–Esos son movimientos de creyentes que hay que escuchar. Hay que ver sus motivaciones, no solo humanas y sicológicas sino bíblicas y teológicas. Hay que discutir y analizarlo.

–Se tejen muchas cosas negativas en torno a la Iglesia. Es lo que más se resalta de las noticias en las redes...
–Yo soy partidario de sembrar más esperanza que amargura. Es verdad, hay cosas negativas pero no todo es negativo en la vida. Hay invierno y primavera. Hay noche y hay día. Hay que sembrar y hay que cosechar. Ni todo lo que se siembra se cosecha y como quisiéramos en plenitud. Un campesino si siembra por ejemplo un maíz, aunque no tenga muchos granos, si tiene 10 o 15, ya es bueno. Entonces hay que ver también lo positivo que hay y no satanizar todo.

–No se puede tampoco renunciar a contar la realidad.
–No, tampoco, pero también hay que saber equilibrar, porque la realidad no solamente es negativa. Prevalece lo positivo, Se tiene que saber valorar más lo positivo que tiene el mundo.

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