El teólogo gallego Andrés Torres Queiruga (Ribeira, A
Coruña, 1940) afirma que la "notificación" en la que la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal
Española –el antiguo Santo Oficio– le censura carece de rigor, y asegura que la
decisión estaba tomada desde hace años. La Comisión considera que el pensamiento de Torres
Queiruga, que responde a través de correo electrónico a un cuestionario
formulado por este diario, no es conforme a la doctrina oficial de la Iglesia y siembra la
confusión entre los fieles. Una entrevista en Faro de Vigo
ISABEL BUGALLAL –¿Cómo se siente tras la notificación?
–Si he de decir la verdad, personalmente tranquilo. Me
da pena el desconcierto innecesario que se ha armado en tiempos cuando lo que
más precisa la Iglesia
es ser órgano de fraternidad y luz de libertad. Esta notificación no contribuye
a hacer creíble en mensaje del que está encargada y al que se debe.
–¿Cómo juzga el procedimiento utilizado por los
obispos?
–No son "los" obispos, esto hay que
aclararlo, sino una comisión muy concreta y con una teología muy estrecha. Ha
procedido sin verdadero espíritu de fraternidad eclesial y, aunque sea un poco
duro decirlo, sin el mínimo de seriedad teológica exigible.
–La
Comisión para la
Doctrina de la Fe
de la
Conferencia Episcopal Española, después de estudiar el
conjunto de su obra, concluye que "no es siempre compatible con la
interpretación auténtica que ha dado la Iglesia de la Palabra de Dios escrita y transmitida", ¿se
siente descalificado?
–Lo primero que siento tener que decir es que no
debería afirmarse que se ha estudiado el conjunto de mi obra. El documento
muestra un desconocimiento profundo de lo que en ella se propone. Y no estoy
diciendo que nadie tenga obligación de estudiarla. Pero, si pretende juzgarla,
sólo puede hacerse legítimamente desde un estudio suficiente y con una hermenéutica
actualizada. En el documento se me atribuyen cosas o se duda de otras de un
modo que resulta objetivamente descabellado, y reconozco que estas son palabras
duras. Invitaría a quien esté interesado, a que compruebe como varias veces no
resulta difícil comprobar que incluso en un mismo párrafo el juicio que da no
se corresponde con la cita literal que aduce. En esas circunstancias no puedo
sentirme descalificado y, mucho menos, admitir que mis propuestas no sean
compatibles con la fe; otra cosa es que no lo sean con una teología concreta,
que en general no es precisamente la de un pensamiento verdaderamente
actualizado.
–¿Se siente un nuevo hereje del catolicismo español?
–Eso, y perdónese la expresión, es un simple
disparate, que no merece comentario. Tampoco lo dice el documento, claro está.
–El órgano de la Iglesia –heredero del Santo Oficio de la Inquisición– asegura
haber recibido "repetidas" consultas sobre la conformidad de sus
escritos, ¿había sido advertido con anterioridad esas denuncias?
–No conozco esas consultas, y no hay por qué negarlas.
Nunca, que recuerde, se me ha avisado de ellas. Lo que sí puedo afirmar es la
lluvia fecunda de testimonios que me han llegado y me llegan continuamente –hoy
[ayer] mismo han sido bastantes– de personas que me dicen que mi teología las
ayudado a mantenerse en la fe o incluso a volver a la que habían abandonado.
Tal vez algún día publique una antología, con testimonios a veces conmovedores.
– ¿Tuvo ocasión de explicarse en alguna ocasión?
–Gracias a la insistencia del arzobispo de Santiago
hubo una reunión, que por falta de tiempo y de preparación, no pudo cumplir los
mínimos requisitos de un diálogo teológico serio. Un diálogo al que siempre me
he mostrado dispuesto y para el que pedía y sigo pidiendo un compromiso
explícito y en conciencia de estudiar los temas en cuestión y estar decididos
–empezando por mí– a buscar la verdad y solo la verdad. En este caso la
decisión estaba tomada, y desde hace años, como he podido comprobar comparando
el documento del año 2008-9 y el presente.
–¿Cree que es una condena en toda regla o es sólo una
advertencia de los obispos para acallarle?
–No es condena y así se aclara. Pero desgraciadamente
como condena acaba apareciendo ante la opinión. Por fortuna, nadie me ha
mandado callar ni nadie tendría autoridad para hacerlo. Aunque solo fuera por
aquello tan originariamente cristiano de que "hay que obedecer a Dios
antes que a los hombres". Y la teología es mi vocación irrenunciable.
–¿Quiénes considera que han sido promotores de la
llamada notificación?
–Tengo mi hipótesis bien fundada, pero sin seguridad
plena no quiero manifestarla. Los interesados sí deberían salir a la luz, en
gracia a la verdad y al espíritu de diálogo fraternal y de limpieza eclesial.
–¿Ha recibido muestras de solidaridad? ¿Qué otros
teólogos se identifican con usted o con su obra?
–Es una auténtica riada. Desde la tarde del viernes
hasta este momento no he cesado de recibir adhesiones y palabras de ánimo. Una
de las últimas, de monseñor Pedro Casaldáliga. Y siguen. La pena es que no
puedo contestarlas como me gustaría, aunque hago lo que puedo…
–¿Va a mantenerse en su línea de pensamiento y seguirá
escribiendo?
–No lo dudo. Es mi vocación, que vivo con dedicación
plena y entusiasta. Me gustaría poder acabar pronto un libro que este triste
episodio ha venido a interrumpir: Alguien así es el Dios en quien yo creo. Me
gustaría que fuese de algún modo una primera contestación tranquila y
fraternal, pues, aunque no puedo renunciar a la claridad, quiero escapar de
todo asomo de amargura o agresividad.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.