sábado, 24 de agosto de 2013

Los obispos suizos invitan a los cristianos a hacerse oír en el debate público



B. B.

En un mensaje publicado el 1º de agosto, día de la Fiesta nacional suiza, titulado “La voz de la iglesia en la sociedad”, la Conferencia Episcopal Suiza analiza cómo pueden hacer oír su voz los católicos en la plaza pública.


“Hablar de la posición pública de la iglesia no implica sólo una declaración de los obispos. Se trata, en primer lugar, de cualquier acto realizado por personas inspiradas en su fe. Ser cristiano debe tener consecuencias; si no fuera así, sería una adhesión de fe que no significaría nada. Y puesto que el cristiano cree que Dios ama a los hombres, se sabe llamado a comportarse igualmente, y esto es algo que se manifiesta particularmente en la atención a aquellas personas que nadie tiene en cuenta, así como en la concesión del perdón –incluso hasta el amor- de los enemigos”, se explica monseñor Charles Morerod, obispo de Friburgo, Ginebra y Lausana y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Suiza.

El cristianismo ya no es la religión fundamental

A este preámbulo le sucede una larga reflexión sobre el lugar de la iglesia católica en la sociedad helvética. “Si bien es cierto que el cristianismo tiene una buena imagen, no es menos cierto que ya no es considerado por los suizos como la religión fundamental de la actual sociedad. Ello no obsta para que una gran mayoría entienda que las Iglesias nacionales siguen siendo socialmente útiles para las personas desfavorecidas”, recoge el documento, citando un estudio reciente.

Después de recordar que los católicos deben fundar su testimonio en un comportamiento lo más ejemplar posible, como garantía de su credibilidad, monseñor Charles Morerod les invita a tomar parte en el debate público.

“No hay razones para no anunciar el Evangelio”

“Si la vida de los creyentes, comprendida la del clero, oscurece a menudo el Evangelio, ésta no es una razón suficiente para no anunciar el Evangelio. Al contrario, es entonces cuando tenemos que anunciarlo a nosotros mismos y a los demás como fuente de renovación, ofrecida por Dios para ser acogida, obviamente, en libertad. Sin renovación constante, nuestra fe y sus consecuencias prácticas se debilitan y acaban por desaparecer”, apunta el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Suiza, antes de indicar que “una visión cristiana de la vida humana tiene aportaciones que ofrecer a la sociedad”.

Así, por ejemplo, la defensa del bien común, la apertura al mundo y el diálogo con la población de origen inmigrante (“la población suiza cuenta con cerca de un 20 % de extranjeros, entre quienes la religión tiene un gran peso) son, según monseñor Morerod, algunas de las contribuciones que el cristianismo puede hacer a la sociedad suiza.

“Si los obispos se expresan de vez en cuando públicamente sobre asuntos sociales, no es sólo para orientar a los católicos, sino también para proponer a todos los demás lo que aporta la visión cristiana. Lo hacemos escuchando otras posiciones, y esperando poder ser escuchados también con la benevolencia presupuesta en una sociedad democrática. Por supuesto, también lo hacemos acorándonos del grito del apóstol S. Pablo: “¡Desgraciado de mí si no anunciara el Evangelio!” (1 Corintios 9,16)”, concluye el documento.

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