lunes, 5 de octubre de 2020

El inesperado mensaje electoral del Papa

NOTA:    En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
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Fuente:  ilsismografo

(EJ Dionne Jr. - The Washington Post)

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Nos hemos acostumbrado a las intervenciones en campañas políticas estadounidenses de líderes religiosos, incluidos obispos católicos y predicadores evangélicos blancos, que recomiendan de todo corazón el apoyo a las figuras políticas conservadoras que se oponen al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. No estamos acostumbrados a la audiencia de un Papa, un mes antes del día de las elecciones, que critica el “nacionalismo miope, extremista, resentido y agresivo” y castiga a quienes, con sus acciones, catalogan a los inmigrantes como “menos dignos, menos importantes, menos humanos" (…)

Tampoco está en nuestro libro de jugadas políticas que un Papa (…) diga esto: “El mercado, por sí solo, no puede resolver todos los problemas, por mucho que se nos pida que creamos este dogma de fe neoliberal. Cualquiera sea el desafío, esta escuela de pensamiento empobrecida y repetitiva siempre ofrece las mismas recetas... las teorías mágicas de 'derrame' o 'goteo', sin usar el nombre".

Estas son las palabras del Papa Francisco de su carta encíclica publicada el domingo, "Fratelli Tutti". Se traduce literalmente "Hermanos todos", palabras extraídas de San Francisco de Asís, aunque Francisco fue rápido, en su primera oración, para dirigirse a "hermanos y hermanas". Su propósito era promover una cosmovisión que enfatiza, como él mismo dijo, "la dimensión comunitaria de la vida" y valora "la fraternidad y la amistad social".

Debe decirse que no hay evidencia de que el Papa esté tratando de influir en la contienda entre el presidente Trump y el exvicepresidente Joe Biden. Por el contrario, Francisco ha estado presentando argumentos en este sentido desde el comienzo de su papado y ha mostrado mucho más interés en el mundo en desarrollo que en los Estados Unidos.

Y para que nadie vea sus pronunciamientos como los de un Papa "de izquierda", se desvivió por vincular sus puntos de vista sobre la justicia social y su oposición a la pena de muerte con los de Benedicto XVI y Juan Pablo II, sus predecesores que se ven como figuras más conservadoras.

No obstante, será difícil para los estadounidenses, católicos y de otro tipo, leer a Francisco fuera del contexto de una campaña presidencial en su fase decisiva. Los temas de su encíclica, una forma de comunicación papal con más autoridad formal que un sermón o un discurso, harán que sea mucho más difícil para los católicos conservadores y de derecha insistir en que el único voto ortodoxo es para Trump.

El énfasis de Francisco en todo momento estuvo en denuncias del "individualismo vacío", un "nacionalismo estrecho y violento, la xenofobia y el desprecio, e incluso el maltrato de los que son diferentes" y "una indiferencia fría, cómoda y globalizada".

Como es habitual en él, el Papa reiteró la enseñanza de la iglesia contra el aborto, una palabra que no aparece directamente en el documento, pero lo hizo mientras discutía otros problemas sociales. Por ejemplo, citó sus anteriores condenas de “un mundo 'de usar y tirar'” que carece de respeto por los “pobres y discapacitados, 'que todavía no son útiles', como los no nacidos, o 'ya no se necesitan', como los ancianos”. Y denunció la trata de personas como una “perversión que sobrepasa todos los límites cuando subyuga a las mujeres y luego las obliga a abortar”.

Al mismo tiempo, reflejando su esfuerzo por fortalecer la enseñanza de la iglesia contra la pena capital, Francisco incluyó 12 referencias a la pena de muerte, que calificó de "inadecuada desde un punto de vista moral y ya no necesaria desde el de la justicia penal".

Francisco enfatizó que la pandemia del covid-19 "estalló inesperadamente" mientras escribía, pero la usó para avanzar en su crítica radical de un mundo incapaz de "resolver los problemas que nos afectan a todos".

"Cualquiera que piense que la única lección que aprender fue la necesidad de mejorar lo que ya estábamos haciendo, o de refinar los sistemas y regulaciones existentes, está negando la realidad", escribió. “Si Dios quiere, después de todo esto, ya no pensaremos en términos de 'ellos' y 'esos', sino solo de 'nosotros'. … Si tan solo tuviéramos en cuenta a todos esos ancianos que murieron por falta de respiradores, en parte como consecuencia del desmantelamiento, año tras año, de los sistemas de salud”.

El documento hablaba como si Francisco hubiera sido un espectador atento del desagradable, caótico y mezquino debate del martes. Una vez más, fue difícil no pensar en el presidente cuando Francisco describió "una estrategia de burla, sospecha y crítica implacable".

“La vida política ya no tiene que ver con debates saludables sobre planes a largo plazo para mejorar la vida de las personas y promover el bien común, sino solo con técnicas de marketing hábiles destinadas principalmente a desacreditar a los demás”, escribió. “En este cobarde intercambio de acusaciones y contraacusaciones, el debate degenera en un estado permanente de desacuerdo y confrontación”.

Sin duda, muchos estadounidenses se resistirán a considerar infalibles las observaciones políticas de Francisco. Pero como recordatorio de lo lejos que nuestra política se ha alejado de la promoción del bien común, este documento es indispensable.

 


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