al rector del Seminario de Bilbao
Sr. D. Aitor Uribelarrea
Estimado Aitor:
En nuestra última reunión del
“Foro” (5 de Feb.) hemos tratado, largo
y tendido sobre el encuentro-diálogo que tuvimos contigo acerca de nuestro
Seminario diocesano. Encuentro que quería significar nuestra preocupación por
la marcha de esta realidad eclesial tan
importante para el futuro de nuestra Diócesis.
Fruto de nuestra reunión, estas
consideraciones que te hacemos llegar y que nos gustaría las comentaras con los
seminaristas (y con quien tú quieras, faltaría más). Nosotros, por nuestra parte,
después de un tiempo prudencial las insertaremos en nuestro blog.
Y lo primero que queremos es agradecer
tu presencia, seguro que tuviste tus dudas y hasta es posible que hicieras
alguna “consulta” antes de decidirte, pero te hiciste presente y eso es lo que
importa.
La preocupación por el seminario es
una deriva de nuestra preocupación por la diócesis. Teniendo en cuenta que
nuestro foro surgió ante el temor de que nos olvidásemos del Vaticano II y
de las conclusiones de nuestra Asamblea
diocesana nos preguntamos:¿Cómo vemos nuestro seminario?¿cuáles son las
preocupaciones pastorales de nuestros seminaristas y sus formadores? Todavía
más importante: ¿Hacia dónde van las preocupaciones pastorales de la
institución hacia ellos? Pues bien, ahí somos pesimistas: En nuestro diálogo
contigo constatamos que: liturgia, derecho canónico, moral…son los temas hacia donde se les dirige, sin olvidarnos de
los centros de estudio a donde se les envía: S. Dámaso, Pamplona….; nos llamó
especialmente la atención vuestro interés por las formas litúrgicas que pueden
dar un “tono” sacral, clerical, de separados de la comunidad, precisamente a
quienes están en período de formarse como ministros de esa comunidad.
Ante el cambio tan rápido de nuestra
sociedad, cambio cultural, social… (se habla, incluso de un cambio de
paradigma) estos futuros sacerdotes, así formados, ¿dialogarán con el mundo que
les tocará vivir?¿ con sus preocupaciones? ¿compartirán los” gozos y las
esperanzas” de su sociedad? ¿servirán a unas comunidades laicas, adultas, que
–por cierto- quieren ser corresponsables del
caminar de su Iglesia?
Otro tema que nos ha preocupado es el del
acompañamiento espiritual de los seminaristas. Mira Aitor: nosotros creemos
firmemente que, dentro de la común espiritualidad de los seguidores de Jesús-el
Cristo, el presbítero diocesano tiene una espiritualidad que le es propia: la
espiritualidad diocesana, de ella nos nutrimos para ejercer nuestro servicio a
las comunidades. Pero ¿cómo se compagina esa espiritualidad con que algún seminarista continúe teniendo
directores espirituales de los centros
de proveniencia con espiritualidad distinta de la diocesana? Es verdad que la
mayoría de estos seminaristas provienen de colegios del Opus, pero ¿se les hace
constar que se integran en una corriente eclesial cuya finalidad es servir a
unas comunidades de cristianos y cristianas que viven y caminan en Bizkaia?
¿Son conscientes de que entrarán a formar parte de un presbiterio “diocesano”?
También nos suscitó inquietud, el tema
económico.
Ciertamente quedó bastante aclarado.
Pero en las cuentas presentadas aparece un déficit a largo plazo sobrevenido
por la compra del edificio y la readecuación del antiguo espacio en residencia
Seminario. El gasto corriente no tiene déficit. Pero en el gasto corriente
entran algunas partidas que pensamos sencillamente abultadas. Ciertamente la
austeridad no parece ser el modo de vida en el seminario.
Hay unos ingresos generosos
provenientes de “los amigos del seminario” que aportan cada año unos cuantos miles de euros
como donación. Nos preguntamos, ¿este grupo de amigos que donan, qué influencia
tiene en la marcha del seminario?
Estamos convencidos que nuestra
Iglesia (con el Obispo a la cabeza) está tomando buena nota de las inquietudes
pastorales que el Papa Francisco está transmitiendo a toda la Iglesia: Una
iglesia que no sea frontera sino “hospital de campaña”, que esté “en salida”,
que se ocupe de los “descartados”, tal y como nosotros lo entendemos, una
Iglesia “descentrada” de sí misma para “acompañar” a quienes sufren, una
Iglesia nada clerical… Por eso nuestra inquietud hacia el Seminario: ¿son esas las inquietudes a las que se prepara en el
seminario, para asumir los retos de una iglesia que ya es minoritaria, y, sobre
todo, con cada vez menos influencia en nuestra sociedad?
En este próximo futuro, ¿nuestras
preocupaciones fundamentales serán nuestros templos, nuestras liturgias, nuestras propias reglas,
o tendremos que ser creativos para, ante el cambio cultural, presentar el
Evangelio de forma que lo “escuchen y aprecien” quienes han nacido en un
ambiente nada eclesial ni cristiano?” Nos parece que esos son los retos
fundamentales de quienes mañana serán los ministros/servidores de parroquias
que aspiran a ser comunidades de seguidores de Jesucristo; y para ser sinceros,
Aitor, tenemos la sensación de que el seminario más bien se inclina por la
primera que por la segunda de las preocupaciones.
Esta ha sido un extracto de nuestras
reflexiones. La preocupación por nuestros seminaristas y nuestro seminario sigue
siendo grande, ojalá que estas reflexiones sirvan para ayudaros en vuestra
tarea. Seguimos estando a vuestra disposición.
Un abrazo
Hola,
ResponderEliminarEn medio de las ocupaciones del día me he tomado un tiempo para escribiros unas líneas en relación con la carta sobre el seminario. Es cierto que la carta no va dirigida a mi, si no a Aitor Uribelarrea, y es cierto que tampoco soy seminarista, y, por tanto, no debería verme incumbido por lo que manifestáis. Sin embargo, siento en mi persona un ataque tan directo que me te tomado la libertad de escribiros.
Digo que siento el ataque directo y personal, en la medida que no hay seminaristas cursando estudios ni las disciplinas y en los centros formativos que indicáis en vuestra carta. Sólo dos curas, y uno de ellos soy yo. Siento también el ataque en que si os mostráis preocupados por el proceso formativo del seminario es porque habéis constatado que los “frutos” de ese seminario no son los deseables. Tal constatación solo puede realizarse en quien trabaja y vive con algunos de vosotros. También en este caso sólo dos curas, creo, salidos del seminario en el que Aitor es rector compartimos con vosotros, o con algunos de vosotros, Vicaria, Unidad Pastoral y casa. Y es que, seamos sinceros, no se critica al seminario como entre abstracto si no como centro formativo en el que se han preparado a esos curas con los que vivís y trabajáis.
No voy a entrar en debates teológicos ni pastorales con vosotros: sabéis mucha más teología que yo, sois mucho mejores curas que yo y hasta conocéis mucho mejor que yo como se relaciona uno con el mundo, a pesar de que todos, o casi todos, entrasteis al seminario cuando teníais cerca de doce o trece años hace más de cuarenta, en el mejor de los casos, y yo con treintaicinco hace seis.
Solo me gustaría manifestaros mi pesar por no estar a la altura del ministerio que vosotros tan dignamente (y lo digo sin ningún ápice de sarcasmo) habéis vivido y también que, si queríais hacer daño, a mi me lo habéis hecho (debilidades de los nuevos curas formados en un ambiente ampuloso, supongo). Me habéis hecho daño por lo que pensáis y decís de nosotros, pero más aún porque, como he dicho, comparto vida y trabajo con algunos de vosotros, y hasta soy invitado a alguno de los seminarios que Javi Oñate organiza en el IDTP – lo cual me llena aún mas de estupor viendo lo que se piensa de nosotros-. Ciertamente, esperaba algo más de transparencia de mis hermanos mayores que, considerándome inhábil para el ministerio, me lo dicen en un foro de internet utilizando al seminario y no en una charla fraterna cara a cara.
Iba a deciros que estoy aquí para lo que queráis, pero en realidad no lo siento, así que prefiero no deciros nada más.
Un saludo.
C.
Pd: No creo que es bueno para la comunión que nuestros debates se aireen en público de modo que si alguno quiere contestar le anuncio desde ahora que, por mi parte, no recibirá más respuesta en este medio.
Respeto el que C. no quiera dialogar en este medio y por ello, yo, cura jubilado,me ofrezco a tener un diálogo con él, sobre "su" seminario y el "mío" cuando quiera y donde quiera; así podríamos hablar sobre Diocesaneidad y pastoral ante la Iglesia y el mundo que a él le ha tocado vivir. A su disposición
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