Homilía del arzobispo Juan José Omella en la
Festividad de San Tomás Moro, patrono de los políticos, celebrada este lunes 20 de junio
de 2016
Parroquia de Sant Ramon de Penyafort (Barcelona), 20
de junio de 2016
Queridos hermanos sacerdotes, hermanos todos en el
Señor.
Como es sabido, Tomás Moro, gran canciller de
Inglaterra, es patrón de todos los hombres y todas las mujeres que han dedicado su vida a la
noble y decisiva tarea de llevar adelante la gestión de la cosa pública, buscando el
Bien Común de los ciudadanos. Tomás Moro, prestó este servicio desde una vivencia heroica de
la virtud de la fortaleza, una de las cuatro virtudes llamadas cardinales,
porque son eje y fundamento de una vivencia cristiana a imitación de Cristo
que, en nombre de su amor a los hombres, "los amó hasta el extremo".
Tomás Moro fue elevado al rango de gran canciller de
Inglaterra, precisamente por la amistad entrañable que le unía al rey Enrique.
¿Por qué llegó a enemistarse con él hasta el extremo de hacerlo decapitar?
También es bien sabido. Hubo un detonante concreto: contraer matrimonio con Ana
Bolena, cuando ya estaba casado, legítimamente, con Catalina de Aragón.
Moro fue fiel a su rey y a su condición creyente. Y
aquí no hubo ni medias tintas ni arreglos de conveniencia. Vale la pena leer las cartas
dirigidas a su esposa y a su hija Margarita y comprender el porqué de la decisión —muy pensada y
muy responsable— de Tomás Moro, incluso arriesgándose a perder su cargo —brillante y
muy bien remunerado— y lo que es más decisivo, su propia vida.
El monarca insistió en obtener la nulidad de su
matrimonio con el fin de contraer un nuevo matrimonio que le ofreciera la posibilidad de tener
un hijo de sexo masculino, que Catalina de Aragón no podía ya darle. La nulidad
habría borrado la infidelidad y le habría permitido un matrimonio válido a los
ojos de la Iglesia católica.
Roma no consintió la nulidad, porque el matrimonio
era válido. Las sucesivas negativas de Tomás Moro a aceptar algunos de los deseos del rey
acabaron provocando el rencor de Enrique VIII. Tras la ruptura con Roma y después de que Moro
se negara a pronunciar el juramento que reconocía a Enrique como cabeza suprema de la
Iglesia de Inglaterra, el rey lo encarceló en la torre de Londres.
Finalmente, el rey, habiendo perdido ya del todo el
sentido común y la altura de miras que deben caracterizar a un buen gobernante, mandó juzgar
a Moro, el cual fue acusado de alta traición y condenado a muerte —ya había sido
condenado a cadena perpetua anteriormente— en un juicio sumario.
Otros dirigentes europeos como el Papa o el
emperador Carlos V, que lo consideraba el mejor pensador del momento, presionaron para que se
le perdonara la vida y se le conmutara por cadena perpetua o destierro, pero
esto no sirvió de nada y fue decapitado en Tower Hill una semana después, el 6
de julio de 1535.
Tomás Moro no fue el único que se encontró en la disyuntiva
de si debía seguir al rey Enrique VIII (octavo) o a la Iglesia de Roma. El
recién nombrado cardenal John Fisher pasó por el mismo trance y también fue
ejecutado.
II
Lo primero que
sorprende en la vida de Tomás Moro es su fidelidad a la fe cristiana y la valentía de
vivirla, incluso, ante la amenaza de martirio. Los mártires nos dan una gran lección de
coherencia. Palabra quizás desgastada en el mundo en que vivimos, en el que prima el
pragmatismo. Se piensa y se actúa para alcanzar los objetivos marcados.
Parece que
para mucha gente los valores objetivos no existen, todo depende de quien habla y de lo
que se quiere conseguir. Pedimos a este gran santo que interceda por todos nosotros,
hombres y mujeres, que tenemos responsabilidad pública de vivir más en
coherencia con lo que somos y que configure nuestras vidas, pero es necesario
que lo vivamos con gran respeto a los demás. Que lo que nos dicte la conciencia
(nuestro pepito grillo) prevalezca sobre los intereses de partido e,
incluso, de los intereses personales. La imposición y confrontación no son
modelo de lo que nos enseña santo Tomás Moro.
Podemos pensar
que los mismos males que afectaron a Santo Tomás pueden también afectarnos a
nosotros en el siglo XXI.
¿Cuáles son
estos males?
• Las guerras
entre hermanos.
¡Cuántos
países están marcados por la violencia, el terrorismo, la persecución!
Nos duele la
falta de respeto de los derechos humanos, el maltrato de inocentes y personas que no pueden
defenderse de cualquier tipo de violencia o desprecio.
Pero nos duele
también el daño tan monstruoso que provoca la fabricación y venta de armas que
favorecen este clima de violencia y de persecución.
¿Qué podemos
hacer nosotros para establecer un clima de paz y evitar las espirales de
violencia que se crean en nuestro entorno actualmente? Sobre todo no nos
tapamos los oídos ni cerramos los ojos o miramos hacia otra dirección. Que el
señor nos regale la fuerza para luchar contra la tentación de la omisión.
• La
prepotencia y el desprecio de los demás, especialmente de los más pobres y
desprotegidos.
La imagen de
santo Tomás Moro que defiende la verdad y la justicia por encima de
cualquier
amiguismo o favoritismo es todo un icono de belleza y de fortaleza, como os
decía antes.
• Todo lo que
sea olvidarse de los pobres y pequeños, todo lo que no sea establecer puentes de
diálogo y comunión entre todos, todo lo que sea faltar al respeto a personas e
instituciones, es no seguir el ejemplo de nuestro patrón, al que tenemos la
suerte y el honor de honrar, y es no vencer al príncipe del mal.
Por eso
podemos preguntarnos: ¿Qué podemos hacer desde nuestra situación personal o profesional
ante estas situaciones?
III
Somos
conscientes de estas realidades, pero conocemos de sobra nuestras debilidades y
las debilidades de
las instituciones que representamos. ¿Qué podemos hacer, entonces? No nos queda sino
pedir la ayuda del Altísimo, que lo puede todo, pero que normalmente no actúa sin
nuestra libertad, necesita que le dejemos espacio para hacerlo,
sorprendentemente necesita
nuestra colaboración. Con la ayuda de Dios podemos más de lo que podemos
imaginar.
Para Dios nada
es imposible.
Y este
compromiso a favor de la justicia, de la paz, de la fraternidad a la que nos
llama el Señor debemos
vivirlo con un gran sentido del humor, del que Moro fue un maestro como tanta gente de
su país. Mirad, el humor es fruto de la confianza en Dios, de saber que él está con
nosotros y que no nos abandonará nunca. Esta confianza en Dios la fue forjando Tomás Moro con
la oración.
Recordemos las
palabras que Tomás Moro dijo al verdugo que debía ejecutarlo: "Fíjese
que mi barba ha
crecido en prisión, es decir, ella no ha sido desobediente al rey. Por tanto,
no hay motivos
para cortarla. Permitidme que la aparte". En un
momento tan importante y doloroso como
es la condena a muerte, sabe reflejar la paz a través de estas palabras de humor que
brotan de la confianza en Dios. Y en el momento de su muerte añadirá:
"Muero siendo el buen
sirviente del rey, pero primero de Dios" ("I die being the Kings
good servant -but God 's
first").
Los cristianos
no podemos perder este don precioso de la alegría, de la confianza en Dios, que es Padre y
que cuida de nosotros. Pidámosle que nos conceda este don de la alegría que de forma
tan bella describió el gran viajero que fue San Pablo: "¡Estad siempre
alegres en el Señor!
Os lo repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca como gente de buen trato. El
Señor está cerca. No os inquietéis por nada. En toda ocasión acudid a la oración y a la
súplica presentando a Dios vuestras peticiones acompañadas de acción de gracias" (Filp 4,4).
¡Cómo ha
cambiado nuestro país! ¿Qué ha pasado para que los políticos no puedan hablar públicamente
de Dios y de sus creencias? En este sentido me gusta ver cómo en muchos países del
mundo occidental, los políticos, incluso los presidentes, comienzan sus
alocuciones invocando a Dios y acaban encomendándose a Él. Os animo a que reflexionemos
e intercambiemos impresiones sobre el motivo por el que la idea de Dios, el
mismo trato con Él, han sido apartados de la esfera pública.
Termino con un
fragmento de la oración que el santo mártir repetía muy a menudo y que inculcó a sus
hijos y a las personas más cercanas: "Señor, ten a bien darme un alma
que desconozca el
aburrimiento, que desconozca los murmullos, los suspiros y las lamentaciones, y no permitas
que me preocupe demasiado por esa cosa que impera, y que se llama YO ...
Obséquiame con el sentido del humor. Concédeme la gracia de entender las
bromas, para que pueda conocer algo de la felicidad, y sea capaz de dársela a
los demás."
Amigos, que el
Señor os bendiga y os guarde siempre. Trabajad siempre por la justicia, la verdad y la
paz. Y no tengáis miedo de nada ni de nadie. Poned siempre vuestra confianza en el Señor.
Amén.
+ Juan José
Omella Omella Arzobispo de Barcelona
* Según Cuenta el
Martirologio Romano, Santo Tomás Moro fue encarcelado en la Torre de Londres,
en Inglaterra (1535),
por haberse opuesto al rey Enrique VIII en la controversia sobre su matrimonio
y sobre la primacía
del Romano Pontífice.
** Por motivos de
agenda, este oficio religioso se celebra el 20 de junio en Lugar del 22 de
junio
que es el día en el que se celebra la Festividad de Santo
Tomás Moro, patrono de los políticos.
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