jueves, 5 de noviembre de 2015

Gigante de la fe



LITTLE BOY


Little boy. Dirección: Alejandro Monteverde. Países: USA y Mexico. Año: 2015. Duración: 106 min. Género: Drama. Interpretación: Kevin James, Tom Wilkinson, Emily Watson, Ted Levine, David Henrie, Michael Rapaport, Ben Chaplin, Jakob Salvati. Guion: Alejandro Monteverde y Pepe Portillo. Música: Stephan Altman y Mark Foster. Fotografía: Andrew Cadelago.


Años después de haber dirigido “Bella”, película antiabortista y abiertamente cristiana que supuso un éxito más que importante, el mejicano Alejandro Monteverde presenta “Little boy” film en el que también manifiesta una intención moralizante y esperanzadora pero realizado con un esfuerzo de producción mucho mayor que el de su anterior película.

En un pequeño pueblo de California en los años 40, bajo una gran montaña, vive Pepper Flint Busbee, un niño de 8 años con problema de crecimiento. El ser tan bajo provoca que siempre se convierta en el blanco de las bromas más pesadas de otros niños que se burlan de él con una crueldad brutal. 

Su padre (Michael Rapaport) es su gran amigo. Le ayuda, le hace vivir aventuras fantásticas y le apremia una y otra vez a superar las dificultades y a tener una gran fe que haga posible lo imposible. Con frecuencia le repite “Socio ¿crees que puedes lograrlo?” y le anima así a grandes desafíos para no dejarse vencer por su pequeña estatura.


Todo el mundo de Little Boy se desmorona cuando su padre tiene que marchar a la guerra mundial, a luchar contra los japoneses. A pesar de que todos tienen la certeza de que el padre volverá, un día llega la noticia de que ha desaparecido en una emboscada nipona y desconocen su paradero. A partir de ese momento el pequeño Pepper intentará hacer lo imposible para que su padre regrese, convencido de que la fe mueve montañas.

El film tiene un arranque vigoroso y muy rápido, todo sucede muy deprisa y a los quince minutos de proyección el espectador, que ya estaba entregado al film, se topa con una historia diferente en la que la relación paterno filial desaparece por completo al desaparecer la figura del padre y quedar con su madre (Emily Watson) y su hermano adolescente (David Henrye).

Con la ausencia del padre, el universo de Pepper parece derrumbarse pero, influenciado por el héroe Ben Eagle, famoso por sus poderes paranormales, Pepper adquiere la convicción de que tiene en sus manos un poder sobrenatural. Está convencido de que su poder milagroso y su gran fe pueden hacer que su padre regrese.

Aquí está, a mi modo de ver la parte más interesante del film. El padre Oliver (Thom Wilkinson), con una pedagogía extraordinaria, le da a conocer en qué consiste verdaderamente la fe; no tiene que ver con la magia sino con la misericordia, no tiene que ver con poderes extrasensoriales sino con el amor. Para que haya milagro tiene que haber amor. Es cierto que la fe mueve montañas pero si hay un ápice de odio en el corazón, la fe es absolutamente ineficaz.

Animado por el experimentado sacerdote, el pequeño Pepper tendrá que ir cumpliendo una a una las obras de misericordia tradicionales; esto le llevará a hacerse amigo de Hasimoto (Hiroyuki Tagawa) un japonés del pueblo al que todo el mundo odia por motivos de la guerra. Junto a Hasimoto, que no profesa la fe en ningún Dios y que es amigo del sacerdote, Little Boy aprenderá el valor de la amistad, el perdón y el amor. Descubrirá que hay que enfrentarse a los propios miedos y actuar en consecuencia; descubrirá también que la altura –cuando se toma desde la cabeza al cielo- hace que las personas se vean muy grandes.

El film funciona estupendamente por las buenas intenciones del director y los guionistas. Hay una voluntad decidida en hacer una película edificante y moral, amable y familiar. Y ciertamente se consigue porque el ritmo, la música las actuaciones y la excelente producción se aúnan para hacer un producto brillante.

Es una sorpresa que en estos tiempos pueda hacerse cine y hablar de la fe, del amor, de Dios y de la fraternidad sin ningún pudor y con calidad artística. Cuando parece que en muchos ámbitos el arte tiene que contagiar un nihilismo amargo, films como “Little Boy” suponen una alegría por su mensaje espiritual y esperanzado que anima a ser mejores personas.

Claro que tantas buenas intenciones llegan a buen puerto también por el extraordinario trabajo de Jakob Salvati en su papel de Little Boy. El chaval es un auténtico descubrimiento. Capaz de hacer sonreír, enternecer, dar lástima, admirarnos y hacernos llorar, este crío se manifiesta como un actor novel de unos registros dramáticos excelentes.

Sea pues bienvenida esta película que, de un modo sencillo y con una historia humana nos ayuda a descubrir la belleza de la bondad y la grandeza de la fe de los niños.

Hay que verla con una mirada limpia y ajena a los prejuicios. La lección es muy clara, si no pactamos con nuestras miserias y creemos en la fuerza de la fe, podremos conseguir un mundo mucho más humano. Hay que tener fe y amar con valentía…Socio ¿crees que puedes lograrlo?”.



JOSAN MONTULL


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