La noticia que me ha llegado hablaba de reunión secreta para tratar de
influir en las decisiones del próximo sínodo pero me parece que, si
trascendió tanto a los medios, no sería tan misteriosa. El lugar fue la
Universidad Gregoriana de Roma y los partícipes alrededor de unos 50, cifra que incluía obispos, teólogos y periodistas,
fueron convocados por el presidente de la Conferencia Episcopal Alemana
el cardenal Reinhard Marx, el suizo Marcus Büchel, y presidente de la
francesa, Georges Pontier. Se potenció el diálogo entre las partes “como
signo de los tiempos”.
Los temas tratados, “revolucionarios” en el mundo
eclesial según un corresponsal de La Repubblica, Marco Ansaldo, fueron
la necesidad de aceptar las uniones estables entre parejas del mismo sexo (la conferencia se abrió al día siguiente de la votación irlandesa) y un cambio en el enfoque de la sexualidad humana, olvidando la teología del cuerpo de Juan Pablo II para tratar de la teología del amor
lo que en principio separa sexo de procreación y se abre a la
aceptación de uniones extramaritales o del mismo sexo. Hubo mayoría a la
hora de aceptar que los divorciados se pudieran aprovechar de la
comunión pues, en caso del rechazo, se podría ver como un castigo.
¿Por qué tanto misterio se le preguntó al cardenal
Marx? ¿Por qué en la universidad no fue anunciado? Su respuesta fue que
tenía que acudir a Roma de forma privada y le pareció oportuna la
convocatoria, aunque a nadie le pareció muy convincente la escusa.
Aunque la lista de los participantes no fue publicada, en la vida todo se sabe y aparecen los nombres de personas interesadas en abrir la Iglesia
a los nuevos tiempos. Estaba el obispo suizo de St.Gallen que apoya la
ordenación femenina, Pontier, y que es muy abierto a escuchar nuevos
planteamientos; el jesuita, Hans Langendörfen, secretario general de la
Conferencia episcopal alemana, partidario de que los divorciados y
parejas del mismo sexo puedan trabajar en instituciones eclesiásticas;
el presidente de la Comunidad de San Egidio, Marco Impagliazzo; el
director jefe de un periódico liberal alemán Stimmen der Zeit
(Voces de nuestro tiempo); el jesuita Andreas Batlogg; el salesiano
Markus Graulich del tribunal de la Rota y un famoso teólogo moralista,
el padre Schockenhoff.
Dicen los que saben que este sacerdote está detrás de los planteamientos rompedores de los obispos alemanes y, por ende, de los temas que se tratarán en el próximo sínodo familiar. Ya en su día se manifestó muy contrario a la Humanae Vitae y hoy apoya a los homosexuales, un colectivo al que la Iglesia se ha mostrado siempre muy hostil. Cree que la Iglesia debe abandonar la ley natural
para que la conciencia asuma plenamente su papel, a la vez que no ve un
asalto a la indisolubilidad del matrimonio, permitir que los
divorciados puedan comulgar.
Interesante es que en la lista aparezcan muchos periodistas de La Croix, La Repubblica, Frankfurter Allgemeine Zeitung… pues supone que les ponen en órbita de lo que se tratará en el próximo sínodo de este otoño.
Reconozco que me hubiera gustada escuchar todo lo que allí se trató y espero que algo salga aprobado en el próximo sínodo.
La realidad se impone y no creo que los que aceptamos los nuevos
tiempos, un gran número de fieles, seamos todos tan heterodoxos y
equivocados. Siempre digo que el papel, (verbigracia las leyes) lo
admite todo pero luego la realidad desmiente lo escrito. He tomado la
noticia de Edward Pontin que es un corresponsal en Roma.
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Eskerrik asko.