miércoles, 12 de diciembre de 2012

Los obispos de Quebec reflexionan sobre el lugar de la iglesia en una sociedad secularizada y religiosamente pluralista


N.S.

Los obispos de Quebec han publicado el jueves 22 de noviembre un mensaje pastoral titulado “Católicos en un Quebec pluralista” en el que se ocupan del papel y del compromiso de los católicos en una sociedad (como la quebequesa) marcada por la secularización y el pluralismo religioso.

En dicho mensaje pastoral los prelados se dirigen “en primer lugar, por supuesto, a los católicos de Quebec, pero no sólo a ellos”, explica Mgr Pierre-André Fournier, arzobispo de Rimouski y presidente de la asamblea de los obispos católicos de Quebec. Pero también se dirigen “a nuestros conciudadanos y conciudadanas que no comparten nuestra fe”. Quiere ser para ellos “una contribución a la reflexión colectiva y a la búsqueda de nuevos caminos en los que todos nosotros estamos comprometidos”.





En primer lugar, subrayan la profunda transformación del paisaje religioso. “Los quebequeses y las quebequesas de las generaciones que nos han precedido tenían generalmente el sentimiento de vivir en una sociedad unificada, cultural y religiosamente”. “La identidad colectiva –apuntan seguidamente- se había edificado alrededor de la lengua y de la fe de la mayoría católica”.

Desconfesionalización y secularización. Sin embargo, este terreno –hasta ahora común- se ha diversificado y se ha hecho “multicolor”. Es una evolución originada ciertamente por la inmigración, pero no sólo por ella. “Muchas otras transformaciones han tenido lugar o están teniendo lugar en nuestra sociedad, siendo éstas últimas las que, a menudo, marcan el debate actual sobre la laicidad”.

“Una tras otra, las instituciones, asociaciones y organizaciones quebequesas se han desconfesionalizado. El Estado ha tomado el relevo de la Iglesia y ha asumido la responsabilidad de numerosos servicios que habían sido creados, organizados y sostenidos a lo largo de generaciones por el clero y las congregaciones religiosas, en particular en educación, salud y servicios sociales”. Esta transformación –señalan los obispos- hunde sus raíces en una evolución de mentalidades muy anterior a la “Revolución tranquila” de los años sesenta.

La desconfesionalización, apuntan, ha venido acompañada de la secularización: “Muchas personas ya no aceptan que la religión sea referencial en la conducta de su vida. No les parece, sencillamente, pertinente”. Además, en nuestros días existe “una cierta militancia antirreligiosa que se opone con todas sus fuerzas a la religión y a la presencia pública de la misma”.

Nuestra sociedad está muy lejos de ser unánime o uniforme”. A continuación, subrayan que el 83,2% de la población de la provincia canadiense se confiesa católica”. Sin embargo, es una constatación que engloba realidades muy diferentes y muchas maneras de pertenecer a la iglesia”. Si bien es cierto, que “cientos de miles de católicos participan semanalmente en la misa”, también lo es que “estos practicantes no son la mayoría de los católicos de Quebec”.

“Muchos quebequeses y quebequesas católicos participan raramente en las celebraciones, y, sin embargo, se sienten concernidos por los valores evangélicos, por su identidad católica, acercándose a la iglesia en los momentos fuertes de la vida”. Son numerosos los que “están unidos a la iglesia, a la fe y al patrimonio católico, a pesar de tener convicciones diferentes sobre puntos fundamentales como la familia, el matrimonio, la sexualidad o los ministerios de la Iglesia”. “Han tomado sus distancias, pero no han roto las ataduras”, constatan los obispos.

A pesar de que se percibe una “fascinación por lo religioso”, especialmente en el campo cultural, “nuestra sociedad está lejos de ser unánime o uniforme cuando se abordan las preguntas religiosas. Más bien, está atravesada por un gran número de corrientes y de tendencias y tiende a diversificarse todavía más”. “En nuestros días –concluyen- sería temerario sostener que los quebequeses y las quebequesas tienen una actitud o un posicionamiento común sobre la religión”.

Disponer de un espacio público abierto y acogedor”. “El debate actual sobre la laicidad se desarrolla en este contexto concreto de una sociedad quebequesa pluralista y sensible a los múltiples colores”, explican los obispos.

Seguidamente, señalan que la laicidad no pasa por favorecer un “ateísmo oficial” que impida a los católicos servir a los más débiles o intervenir en el foro público o “implicarse en los movimientos para modificar las instituciones, las leyes o las condiciones de vida o de trabajo que sean indignos, no equitativos o contrarios a los valores del evangelio”.

“La fe brota en la conciencia individual y en la libertad personal. Pero siempre se vive con otros. Es personal, sí, pero no está constreñida al ámbito de la vida particular”, insisten.

Finalmente, invitan a “disponer de un espacio público abierto y acogedor, donde puedan expresarse, en el respeto mutuo, los valores y las creencias de unos y de otros”. “Si es cierto que se trata de un desafío, también lo es que puede ser visto como una oportunidad, como una ocasión. Un tiempo para crecer como colectividad. Una coyuntura, incluso, para abrir y balizar caminos que podrían seguir otras sociedades”.


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