jueves, 13 de diciembre de 2012

Católicos canadienses denuncian la cercanía de su episcopado con el gobierno conservador


N. S.

           En una carta enviada el martes 30 de octubre a Mgr Richard Smith, arzobispo de Edmonton y presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos Canadienses, el Centro Justicia y Fe cuestiona la supuesta proximidad del episcopado canadiense con el gobierno conservador.

“En los últimos meses, nos han desconcertado ciertas decisiones tomadas por la Conferencia Episcopal Canadiense y el silencio que ha guardado ante determinadas disposiciones del gobierno”, escribe en su carta Elisabeth Garant, directora del Centro Justicia y Fe, un centro de análisis social de los jesuitas. Son decisiones y silencios que hacen peligrar “determinados principios de la eclesiología recuperados por el concilio Vaticano II”, a la vez que suponen “un grave retroceso en la rica tradición de la enseñanza social de la iglesia” y obedecen a “un conservadurismo político que no tiene nada que ver con el Evangelio”.

“Las nuevas orientaciones de la Conferencia Episcopal evidencian –prosigue Justicia y Fe- una pérdida de voluntad, por parte del episcopado canadiense, para denunciar aquellas decisiones políticas que violen la dignidad y los derechos de las personas, y que atenten contra el fortalecimiento de una sociedad más justa y solidaria”.

El interés por mantener unas ‘buenas relaciones’ con el gobierno está por encima de cualquier otra consideración”. El Centro Justicia y Fe llama la atención, concretamente, sobre “que no se ha publicado desde hace mucho tiempo documento pastoral alguno en el que se denuncien las numerosas políticas del gobierno actual que atentan contra la dignidad humana y la justicia social” y sobre “el cambio climático o sobre los recortes presupuestarios que han afectado a los capellanes de prisiones”.

Elisabeth Garant denuncia, igualmente, que las posiciones episcopales sobre el problema de los migrantes “no siempre son claras y transparentes”. Lamenta, en especial, que el actual ministro canadiense de la inmigración, Jason Kenney, haya sido recibido, a puerta cerrada, después de la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal. “Una decisión muy contestada”, afirma, “habida cuenta de que a lo largo de este tiempo, el gobierno Harper está empeñado en continuar erosionando el estatuto de los migrantes más vulnerables”.

Otro ejemplo es la petición de los obispos a “Développement & Paix” (Desarrollo & Paz), organismo benéfico internacional de la Conferencia Episcopal, para que modificara su campaña de otoño “suprimiendo el gesto propuesto a los ciudadanos creyentes de interpelar al gobierno federal sobre las nuevas e inaceptables orientaciones en la ayuda internacional canadiense”. “Diríase que Vds. están más preocupados por preservar sus ‘buenas relaciones’ con el gobierno conservador que por atender a cualquier otra consideración”.


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