jueves, 20 de diciembre de 2012

La Iglesia está llamada a vivir una conversión sin precedentes

Tras haber vendido más de 10.000 ejemplares de la versión en castellano de 'El camino abierto por Jesús', y tras traducirse a cinco idiomas, ahora llega la versión en euskera del nuevo libro del teólogo guipuzcoano, en el que invita a seguir el camino iniciado por Jesús: Jesusek hasitako bidea. Deia.
Presenta 'Jesusek hasitako bidea', una colección de comentarios de los cuatro Evangelios que acercan al lector a la figura de Jesucristo.
Los Evangelios para un cristiano tienen una importancia única porque son los únicos libros de toda la Biblia que recogen la memoria de Jesús. En los Evangelios no se aprende doctrina acerca de Jesús, sino que se aprende la manera en la que vivió Jesús, que abrió un camino nuevo.

¿Qué pretende transmitir a los lectores?
Las doctrinas, con el paso del tiempo, van envejeciendo porque los conceptos van cambiando, el pensamiento va evolucionando, y llega un momento en que la doctrina no toca los corazones, se envejece. Sin embargo, el estilo de vivir de Jesús es realizable en cualquier época y en cualquier cultura. Estoy convencido de que este estilo de vida nos puede ayudar a vivir de una manera más digna, más sana, más dichosa y más feliz, y eso es lo que quiero transmitir con estos libros.

En el contexto actual en el que nos encontramos, ¿necesita la sociedad más que nunca personas como Jesús de Nazaret?
Estoy convencido de que el ejemplo de Jesús nos puede ayudar a vivir de una manera más digna, más justa, más sana, más dichosa y más feliz. Jesús no es un sacerdote que está defendiendo y promulgando la religión, sino que es un profeta que está buscando hacer la vida más humana. Siempre he dicho que Jesús es patrimonio de la Humanidad. Ni siquiera es propiedad de los cristianos. Jesús es, probablemente, lo mejor que ha dado la Humanidad hasta ahora.

Hay quien confiesa sentirse admirado por la figura de Jesús y, sin embargo, afirma haber perdido la fe en la Iglesia.
Yo no pretendo que la gente se acerque a la Iglesia; solo quiero que vivan bien. He trabajado con bastante gente alejada de la Iglesia para quienes todo lo que es religioso les supone una barrera o dificultad. Pero, cuando las personas se encuentran con Jesús y con su proyecto, eso que llamamos Reino de Dios y que no es más que un mundo más justo, más humano y más dichoso para todos, viven esa experiencia de otra manera.

¿Se puede seguir a Jesús sin considerarse parte de la Iglesia?
Allí donde hay seguidores de Jesús nace la Iglesia. La propia Iglesia significa convocatoria. Lo primero es que las personas se encuentren con Jesús y luego, celebrar su fe con otras personas a las que les une su lazo con Jesús. Pero es entendible que en esta época de crisis, en la que se está viviendo una sacudida tremenda, haya personas que están fuera de la Iglesia que tratan de seguir a Jesús.

Sociedad e Iglesia están cada día más distanciadas. ¿Cuál debe ser el camino a seguir?
Más que nunca hay que volver a Jesús. Pero esto no va a ser fácil. No es cuestión de restaurar las tradiciones religiosas y querer reforzar la religiosidad de la gente. No. Hay que volver al Evangelio, a Jesús; y esta llamada, de forma general, no se está escuchando en estos momentos. La Iglesia está más que nunca necesitada, no solo de pequeñas reformas, sino de una reconversión radical. Tiene que ir a su raíz, a lo esencial: volver a vivir la experiencia de Jesús.

Tal vez, ¿retomar el espíritu del Concilio Vaticano II?
El Concilio Vaticano II pretendía preparar el cristianismo para ser vivido en la sociedad moderna. Hoy, hay sectores de la Iglesia que viven de espaldas al Concilio, que han perdido esa perspectiva, esas líneas de fuerza, y de espaldas a eso no nos queda nada. Recuperar el espíritu del Concilio Vaticano II se queda corto.

Entonces, ¿qué rumbo debe tomar la Iglesia?
En un momento en el que se están viviendo unos cambios socioculturales sin precedentes, la Iglesia está llamada a vivir una conversión sin precedentes. No es cuestión de ponerse al día. Hay que cambiar el modo de celebrar la misa, el lenguaje que se emplea en la liturgia, por supuesto, pero es tarde para hacer pequeñas reformas. Es momento de una verdadera revolución.

¿Se trata de la mayor crisis a la que se ha tenido que enfrentar la Iglesia?
La Iglesia ha vivido una crisis continua. En el siglo X los Papas tenían hijos. ¿Quién iba a pensar entonces que en el siglo XX se iba a producir una revolución como la que trajo el Concilio Vaticano II?

¿Es la crisis económica actual una oportunidad para que la gente vuelva los ojos a la fe?
No creo que la crisis nos vaya a acercar a la religión, pero sí puede humanizarnos a todos. Tenemos demasiadas cosas para vivir de manera sana y aprender a vivir con menos nos va a llevar a vivir de manera más humana, más sana y dando más importancia a las cosas que realmente tienen importancia. A las generaciones jóvenes les va a tocar aprender a mirar hacia atrás y a vivir con menos.

¿Cómo ve el futuro del cristianismo?
El horizonte debe ser la Humanidad. La Iglesia misma tiene que estar al servicio de la Humanidad y, si no, no tiene razón de ser. La única razón de ser de la Iglesia es anunciar la buena noticia de Jesús. Hay una crisis de esperanza muy grande, pero es el momento de aprender a diferenciar entre la espera y la esperanza. Puedes esperar que te toque la lotería, que no te quedes sin trabajo... pero vivir con esperanza es tener un fundamento para seguir viviendo de manera positiva, de manera constructiva, y eso no es fácil.

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