FUNDADOS SOBRE LA PALABRA DE DIOS
EI sermón de la montaña es de los discursos más largos y ricos de Jesús, lambién el más conocido, aun entre los no creyentes, por su humanismo sabio y sencillo.
EI sermón de la montaña es de los discursos más largos y ricos de Jesús, lambién el más conocido, aun entre los no creyentes, por su humanismo sabio y sencillo.
En los domingos anteriores hemos estado reflexionando sus enseñanzas. Sobre el camino de la verdadera felicidad, que es el de las bienaventuranzas; sobre la caridad, la pobreza y la confianza en Dios; sobre la oración, la conversión y los frutos de vida cristiana...
En el Evangelio de este domingo leemos las palabras con que Jesús terminó este discurso tan hermoso: la comparación de la casa construida sobre roca y sobre arena. Estas palabras son una advertencia, y una revisión. A los que toman el sermón del monte como una sabiduría y una filosofía de la vida, como una doctrina admirable, Jesús les advierte que eso no sirve de nada, si no se trata de aplicar cada palabra que El ha dicho, a nuestra vida.
A los que aceptan y creen en sus palabras (y esos son los cristianos), Jesús les dice que esto es insuficiente, pues las convicciones que no se traducen en hechos no son capaces de resistir las pruebas de la vida (las lluvias y torrentes de la comparación).
El Señor nos asegura que sólo puede perseverar en el cumplimiento de las exigencias propuestas y superar las tentaciones y las pruebas, aquel que pone en práctica sus orientaciones. Su palabra vivida es roca; su palabra escuchada es arena.
Jesús no quiere un cristianismo puramente doctrinal, aunque sea muy ortodoxo. Según su enseñanza de hoy, lo que permanece al final son las obras, la fidelidad a su palabra, no los discursos o las adhesiones externas, los que dicen: Señor, Señor. A estos les dirá: Nunca os he conocido... A la hora de la verdad, se hundirán totalmente, como la casa edificada sobre arena.
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