El día 21 de febrero último tuvo lugar la celebración de
Oración
Iniciamos la asamblea con una oración participada, a partir de la Palabra.
Un previo
Antes de abordar el orden del día, dialogamos brevemente sobre la incidencia entrañada en la voluntad del Obispo y su equipo de gobierno de que no forme parte del Foro quien a la vez sea vicario del Obispo.
Primer punto del orden del día: celebración por la paz
Se da cuenta de las respuestas y sospechas recibidas de los laicos consultados ante nuestra iniciativa.
Al mismo tiempo se constata el cambio de situación operado desde la última asamblea del Foro.
Ante una primera idea sobre la posibilidad de diferir el acto, surgen dos comentarios: a) seguimos sin dar una respuesta específica nuestra en el momento oportuno; b) aunque la asamblea siga siendo soberana, lo normal es que nos acostumbremos a ejecutar las decisiones tomadas en asamblea.
Aparece a la vez la petición de un texto preparado de antemano para tal acto y al que puedan adherirse los participantes en el mismo. Dada la pluralidad existente, ello requeriría un debate serio y anterior a la redacción de dicho documento, sobre el que previsiblemente no coincidiríamos, según algunos, ni en los términos.
Así y todo, el Foro toma dos decisiones:
1. Diferir la celebración del Acto.
2. Constituir una comisión que mire la realidad, nos procure análisis y nos ayude a debatir.
Segundo punto del orden del día: Consejo de Presbiterio
En algunas unidades pastorales ya se ha efectuado la votación. En otras no. ¿Cómo nos proponemos actuar? En función de lo que se debata.
La comunión es cosa de dos. En ocasiones, se trata de una comunión tensa. Si oímos a santo Tomás, la autoridad sin contenido te da certeza, pero te deja la cabeza vacía. Por otra parte, habría que recordar aquel ya viejo debate habido entre Kasper y Ratzinger.
Pues bien, el Consejo de Presbiterio es un órgano importante para la comunión; una comunión normalizada en ocasiones, tensa en otras, y siempre susceptible de ser amable. Perdimos esa oportunidad con Blázquez, tras la nueva redacción de los estatutos en 2004, así como por su modo de concebir y llevar a cabo el funcionamiento del CPP. Lo ocurrido, según alguna opinión, no se debe en exclusiva al Obispo; son culpables también la permanente y los propios consejeros.
Y es importante el CPP en la medida en que tenga capacidad de emitir un juicio vinculante al Obispo en todo aquello que es opinable, si no entra en juego la fe y la unidad de la Iglesia.
Para ello conviene que el Obispo se implique, trabaje y elabore el juicio con sus consejeros. Y si no se llega al consenso, que el Consejo emita su juicio mediante votación.
La discrepancia que pudiera haber respecto a cualquier minoría, o a la nuestra misma, no significa que andemos por vías paralelas. Estamos en todo caso en la misma calle, en aceras distintas.
Se van entreviendo dos líneas de actuación, que también serían adecuadas en referencia al Consejo Diocesano de Pastoral: a) una tendente a participar siempre que se recupere la figura de los Consejos anteriores a Blázquez, y en caso contrario quedándose fuera; b) y la otra tendente a participar en todo caso, trabajando fuerte dentro del Consejo. Es preciso mantener el CPP.
Se presenta como discrepante con esa segunda postura la idea de que el Consejo no es un lugar de debate, sino de corresponsabilidad; una corresponsabilidad imposible en este momento, tal como está el reglamento, según el cual es el árbitro el que decide el resultado del partido; si el que rompe la baraja es el que preside la partida, no se puede colaborar. No somos nosotros los que hemos creado este conflicto.
Y se sugiere que esa misma sea la línea de actuación en el Consejo Diocesano de Pastoral, de cuyo reglamente desapareció el artículo cuya supresión basa precisamente el origen de este Foro.
¿Y si somos una minoría? No pasa nada. Se puede ser minoría y perder; no pasa nada. Participamos de un gobierno corresponsable. No se trata de un tema de poder, sino de comunión. Por ello, todo Consejo deliberativo es débil, aunque gane; y fuerte, aunque pierda.
No es cuestión de poder, sino de coherencia personal. Y luego está el aval del Foro dispuesto a apoyar.
Y tras el resumen de las distintas posturas posibles ante la participación, se toma la decisión de participar.
Decisión: Mostrar disponibilidad a elegir y ser elegidos, desde la actitud de plantear en el primer momento la recuperación del carácter original y prácticamente deliberativo del CPP en los episcopados que siguieron a la celebración de la Asamblea Diocesana.
Las personas del Foro que resultaren elegidas se plantearán la estrategia conveniente.
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