viernes, 20 de marzo de 2015

Que nadie sea dado como obispo a quienes no le quieren o rechazan (Celestino I, Papa)

(De RyL)

El Comité Permanente y los obispos chilenos tienen la obligación moral de persuadir a su hermano en el episcopado, Mons. Juan Barros Madrid, para que desista de aceptar...

El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha emitido una Declaración pública el 18 de Marzo de 2015, en respuesta a “las diversas manifestaciones que ha rodeado el nombramiento de Mons. Juan Barros Madrid como Obispo diocesano de Osorno”.  

En dicho documento se expresa adhesión al Papa Francisco y se deja constancia de la responsabilidad pontificia en dicho nombramiento. También manifiesta cercanía a la Iglesia de Osorno unida al pastor impuesto. Finalmente, compromete oración para que los fieles y el Obispo “caminen en fidelidad al mandato del Señor”.


En vista de los hechos señalados, es oportuno manifestar que:

-     Llama la atención que el Comité Permanente se vea en la obligación de tener que declarar lo que es obvio canónicamente, en el sentido de expresar su adhesión al papa Francisco. Si bien el nombramiento del nuevo Obispo de Osorno ha tensionado la vida de la Iglesia, nada hace presumir que ello pueda lesionar los vínculos jerárquicos con el papa.

-      La declaración episcopal radica en el papa Francisco la responsabilidad del nombramiento de Mons. Barros como Obispo de Osorno. Ello se interpreta como una evasión de la responsabilidad que le cabe al episcopado chileno en la tarea de aconsejar al papa en los nombramientos de obispos. Esa responsabilidad no puede ser rehuida sin afectar el principio de lealtad que debe regir siempre la relación con los superiores jerárquicos, con mayor razón cuando el episcopado chileno tiene mayor información que el papa en relación con la trayectoria del Obispo propuesto y nominado para Osorno.


-      La declaración omite toda referencia a la persona del nuncio apostólico, Mons. Ivo Scapolo, quien tiene la grave responsabilidad de presentar la propuesta de nombramiento a la Congregación para los Obispos en Roma, cuyo Prefecto es el cardenal Marc Ouellet. Dicha omisión es indebida porque responsabiliza al papa de un nombramiento, cuyo proceso está confiado primeramente a un conjunto de obispos y cardenales que, al no asumir responsabilidad alguna, terminan comprometiendo la imagen del papa ante los fieles católicos y ante la opinión pública chilena por la decisión a la que fue inducido.

-       A la hora de informar debidamente, el Pueblo de Dios y la opinión pública chilena tiene derecho a conocer la sigilosa actuación del cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa en este engorroso proceso.

-     La expresión de cercanía del Comité Permanente a la Iglesia de Osorno no puede ser condicionada a la comunión con un Obispo impuesto, especialmente porque dicha comunidad ha expresado legítimamente, y en comunión con la  Iglesia, su rechazo justificado de acoger a don Juan Barros como pastor por no ser "irreprochable".

-       La fidelidad al mandato del Señor, de manifestar unidad en la Iglesia, se construye con actos y gestos cotidianos de respeto, de consideración, de coherencia, de participación real y de transparencia, que manifiesten un empeño serio por colaborar en ese deseo que expresamos en la liturgia eucarística, cuando clamamos a Dios, a través de las palabras del presbítero, diciendo: “Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando” (Plegaria eucarística V/b del Misal Romano). Hoy más que nunca necesitamos dar un testimonio público de verdad, de amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en nuestra Iglesia chilena un motivo para seguir alimentando la esperanza.

Comprendemos que el papa ha sido aconsejado indebidamente y que el mismo no puede revocar, sin comprometer su autoridad, lo que previamente fue instruido como un “acto pontificio”. Por ello, el Comité Permanente y los obispos chilenos tienen la obligación moral de persuadir a su hermano en el episcopado, Mons. Juan Barros Madrid, para que desista de aceptar la gran confianza que el papa Francisco depositó en él, reparando así el grave daño provocado a la Iglesia y a la persona del papa.

Asimismo, el Obispo Barros debe aquilatar en su conciencia de cristiano el gran ejemplo del papa Benedicto XVI, que procurando ante todo el bien superior de la Iglesia, y por razones diferentes, presentó su renuncia a la grave responsabilidad de guiar a la Iglesia Católica como pontífice.

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