viernes, 13 de marzo de 2015

El ‘otro’ obispo de Vitoria, 20 años atrás


Ángel Salvatierra, elegido nueva cabeza visible de la diócesis, falleció en Ecuador poco después de su nombramiento 

(De P.D.)

El 5 de agosto de 1995, festividad de La Blanca en Vitoria, y a las 9 de la noche del día 4 de agosto en Ecuador, fallecía de un infarto el misionero Ángel Salvatierra, quien, según relata su familia, había recibido la comunicación de la nunciatura de su nombramiento como obispo de la Diócesis de Vitoria.

La historia la recuerda con cariño y con orgullo su hermano, José Manuel Salvatierra: “mi hermano trabajaba para la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y a su paso por Vitoria tras una visita que había realizado a Roma junto con el presidente de la Conferencia Episcopal de Ecuador a cuenta de algunas discrepancias relacionadas con el catecismo que se había publicado en aquellas tierras, nos comentó que alguien en la curia vaticana ya le había anunciado: “Ángel prepárate que vas a ser obispo”, pero no aclaró nada más.”

Esto sucedía a finales de mayo de 1995. Ángel Salvatierra regresó a Ecuador y, de manera repentina perdía la vida por un infarto en la noche del 4 de agosto, ya 5 en España.

A los dos años de la muerte de Ángel Salvatierra su hermano José Manuel se trasladó junto con su esposa a Ecuador, platicaron largas horas con el carmelita, arzobispo emérito de Cuenca (Ecuador), Luis Alberto Luna Tobar, que debía ser como el “padre espiritual” de Ángel Salvatierra. Este les contó que por esas fechas, las de su muerte, la nunciatura le había comunicado su nombramiento como obispo de Vitoria.

Nadie sabrá ya si fue su incansable ritmo de trabajo o la impresión de la noticia lo que su corazón no pudo resistir.

Monseñor Luna Tobar firmaría un escrito que se haría público en el Diario HOY pocos días después de la muerte de Ángel: “En los ambientes de Iglesia, en el Ecuador, no necesita presentación. Su figura, su presencia, su recuerdo y su trabajo están vivos. Hay luces que jamás se apagan, hay energías que nunca dejan de entregar su fuerza.


Ángel Salvatierra fue un formador de sacerdotes y forjador de varones cristianos, fue un animador de comunidades y un ejemplo vivo de entrega comunitaria, fue un trabajador incansable de todo lo que le exigía su vocación misionera y un investigador infatigable de las verdades más hondas y de los valores humanos más profundos y reales. Fue, ante todo, hermano y amigo, cristiano cabal y sacerdote íntegro.”

Ángel Salvatierra nació en la localidad Navarra de Morentin, en la comarca de Estella. Al poco de ser ordenado sacerdote manifestó su deseo de dedicar su vida a los pobres y ello le llevó a Ecuador. Allí se integró y era tal su valía que destacó por su formación y capacidad de trabajo. Prueba de ello era su papel en la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y su elección como Secretario Ejecutivo de la Comisión de Magisterio de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana con motivo de la reunión de Santo Domingo que sucedería a las de Medellín y Puebla y que fueron marcando el rumbo de la Iglesia en Latinoamérica.

Algunos lo consideran un gran teólogo, desconocido, de la “Teología de la Liberación”.

Monseñor Luna Tobar, que tan cerca estuvo de él, decía en su homenaje póstumo: “durante muchos años fue asesor escondido, humildemente efectivo, de todo sacerdote con inquietudes nobles, de todo obispo con exigencias difíciles, de cualquier grupo con ideales sociales críticos y, de toda comunidad de base que le pidiera luz y cercanía. Respetuoso de todo lo humano, jamás transigió con errores ni dobleces y siempre tuvo el corazón y la mente abiertas para explicar la verdad con fuerza convincente y con claridad indiscutible. Con su muerte pierde la iglesia del Ecuador y especialmente su Conferencia Episcopal una luz irremplazable y un trabajador que jamás se rindió ante el cansancio o ante las vanidades aplaudidas. Fue siempre tan callado como lúcido. Su más frecuente revelación de la verdad vivida con lucidez era su plácida sonrisa, tan generosa como regeneradora.”

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