Conocí a Rapel en el seminario de Derio. Era unos cuantos años
anterior a mí. Recuerdo su actuación en la obra “Asesinato en la Catedral” que
se representó en el salón de actos. Hacía del arzobispo Tomas Becket que fue
asesinado por su oposición a la autoridad. Más tarde fue canonizado como santo.
La figura de Rapel en la representación era sobria, esbelta y nítida. Se quedó
en el seminario como profesor y formador. Años más tarde un compañero sacerdote
me dijo que Rapel deseaba dejar ya el seminario e integrarse en alguna
parroquia. Como argumento me dijo que Rapel era buen compañero y trabajador.
Sin más fui a buscarle para que viniera conmigo a la parroquia Ntra. Sra. de
las Nieves en Artazu, barrio de Rekalde.
Hablar de Rapel puede parecer complicado dada su amplia actividad.
Pero realmente es muy sencillo: todo se resume en una palabra: su actitud de
servicio y sus compromisos. Dedicó muchos años desinteresadamente a la Diócesis
en la renovación de iglesias. Solo destaco su aportación en la renovación de la
catedral de Bilbao. El altar circular del templo y el ambón desde donde se lee
la Palabra fueron aportaciones suyas por las que peleó. Y hoy día son piezas
sobresalientes de la catedral.
Pero el recuerdo de Rapel sobrepasa lo anecdótico. Todos le recordamos
por su bondad, amistad, capacidad de escucha y generosa disposición. Sostuvo a
mucha gente y no me refiero a lo económico sino también y sobre todo a lo
moral. Creó amistad tanto con mayores como con jóvenes y niños con su acogida y
con sus palabras. Su aguante era ilimitado. Era un lugar seguro de
confidencias.
Participó en la Asociación de Familias del Barrio activamente. Formó
parte de la Comisión de Cultura llevando el asunto de la enseñanza profesional
y en todos los aspectos que comprendían una buena asistencia a las escuelas del
barrio. Con su arte diseñó programas de fiestas y eslogans para publicitar
situaciones del barrio.
Su compromiso y sus opciones con las personas le llevó a situaciones
de tensión y de riesgo. No fue asesinado como el arzobispo de la obra teatral.
Pero yo le hice desistir de acudir a una sospechosa llamada de madrugada para
que acudiera a la ribera de la ría para atender un accidente. Después de las
inundaciones se vio
obligado a abandonar el barrio amenazado por un colectivo que quiso
aprovecharse de su buena voluntad.
Fue un testigo incómodo y consecuente con el Evangelio de Jesús. Le
quemaron el coche, aquel dos caballos, bien conocido y en el que llevó a tanta
gente. Finalmente quemaron su parroquia.
Tenía una actitud muy personal y radical ante todo. Esto a veces
entraba en contradicción con los compañeros sacerdotes y con la manera entender
lo que llamamos pastoral. Era una actitud bastante irreductible que a veces
resultaba conflictiva.
Por nuestro barrio y por nuestra comunidad han pasado muchas personas
de gran calado humano y cristiano. Esa suerte hemos tenido.
Falleció el 20 de febrero a los 83 años.
JOSEBA EGUIRAUN
Un gran ser humano.
ResponderEliminarMaite de Artazu Bekoa.
Un abrazo, Joseba y Pili.
Yo soy uno de sus niños, uno de tantos a los que dejó un recuerdo imborrable. La fe en Jesus y en la humanidad se la debo a el. Le veía en catequesis o subiendo la cuesta de Rekalde a Larrasquitu en su coche, que era como el, único, todoterreno e inquieto. He sido uno de sus followers como se diría ahora. Fui durante años a sus misas con mi mujer e hijas pequeñas a aquella iglesia pequeña y familiar escaleras abajo. Un gran hombre. Seguro que Jesus estuvo y sigue estando junto a el y espero poder verles juntos cuando Dios quiera. Te queremos Rapel.
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