jueves, 9 de octubre de 2014

EPKko kideak Gotzainari idatzia


Elizbarrutiko Pastoral Kontseiluan, zenbait Artziprestaldeen ordezkari diren 15 kidek sinatuta, Gotzain Jaunari helarazi zaion idatzia da hau.

Idatzi honen sinatzaileak, orain dela hiru urte pasatxo sortu zenetik, Kontseiluak daraman ibilbidearekin eta jarduerarekin batere ados ez gauden eta gure desadostasuna era arrazoitu, begirunetsu eta irmoan adierazi nahi dugun Elizbarrutiko Pastoral Kontseiluko kide laikoak gara.

Jarrera kritiko hau hartu dugu, kide garen elizaren partaidetza organoaren funtzionamendu onean dugun erantzukizunagatik eta gurea ere baden Elizari diogun maitasunagatik. Ez dugu gure isiltasunarekin, gure ustez, elizbarrutiak duen gabezia larriaren gaizkide izan nahi (HEMENTXE).


Escrito presentado por miembros del CPD al Obispo


Los/as firmantes de este escrito somos miembros laicos del Consejo Pastoral Diocesano que no estamos en absoluto de acuerdo con la marcha y forma de funcionar del Consejo desde su constitución hace algo más de tres años, y queremos expresar nuestro desacuerdo de forma razonada, respetuosa y firme.

Hemos tomado esta actitud crítica por la responsabilidad que tenemos en el buen funcionamiento del órgano eclesial de participación del que formamos parte y por el amor que tenemos a la Iglesia, que también es nuestra. No queremos con nuestro silencio ser cómplices de lo que consideramos una grave carencia de nuestra diócesis.

La constitución de los Consejos Pastorales Diocesanos fue prevista por el Concilio Vaticano II y avalada después por diversos documentos eclesiales y el derecho canónico, dando criterios para su constitución y funcionamiento, destacando su importancia si las circunstancias aconsejan su creación.

El Consejo Pastoral actual de la diócesis de San Sebastián se constituyó en la reunión del día 4 de Junio de 2011.

EL Sr. Obispo presentó en esta reunión los estatutos del nuevo Consejo constituido, redactados sin ninguna participación de los/as Consejeros/as, donde se le asignaban sus funciones.

Hasta ahora se han celebrado once reuniones, con un total tiempo invertido de 45 horas. El tiempo en el que la Asamblea Plenaria ha debatido como tal Asamblea ha sido muy poco significativo.

El resto del tiempo ha sido dedicado a la oración, a los descansos, a las presentaciones del Sr. Obispo, etc.

En todo este tiempo, el Consejo como tal, es decir como grupo, sólo ha tenido ocasión de votar y de pronunciarse en la elección de la secretaria del Consejo y la elección de la Comisión Permanente.

Al comienzo de su andadura, sólo se tuvo oportunidad de presentar aportaciones para el programa pastoral 2011-2016, y este fue confeccionado y presentado por el Sr. Obispo sin más trámites.

Desde entonces, en la práctica, los consejeros sólo han tenido la posibilidad de proponer medios para el cumplimiento de los objetivos anuales que se establecieron al principio de los cinco años.

Aunque pudiera argumentarse que no competen al Consejo Pastoral Diocesano, no se han abordado los graves problemas existentes en la diócesis, ni se ha querido conocer la opinión del Consejo al respecto. Se ha actuado como si en realidad no existieran. Cuando algún consejero/a ha planteado alguno de esos problemas, su intervención se ha despachado con la exposición de los criterios y argumentos del Sr. Obispo, sin ninguna posibilidad de diálogo.

Las opiniones que los/as consejeros/as han podido expresar en la reunión plenaria han sido a nivel personal, sin que nunca se haya querido conocer el apoyo que pudieran tener o no en el Consejo.

Solamente en alguna de las primeras reuniones se tuvo un debate que podría considerarse de plenaria del Consejo.

El margen de participación que se ofrece es muy estrecho y limitado.

No se ha potenciado la asamblea plenaria del Consejo y se ha impulsado una participación individual, limitada y dirigida en cuanto a los temas a tratar.

El trabajo de grupo que se ha hecho y sus conclusiones no se han puesto en común, ni ha sido conocido por el resto de grupos, por lo que difícilmente puede ser eficaz. En todo caso, el diálogo que se ha producido en los grupos ha quedado reducido a sus componentes, sin ninguna incidencia en los otros grupos.

Salvo un intento el primer año, no se han hecho ninguna evaluación de la marcha y cumplimiento de los objetivos anuales. No estaría de más evaluar la aceptación y cumplimiento que tienen en las parroquias y unidades pastorales el programa pastoral diocesano y sus programas anuales.

La Iglesia en su enseñanza social reconoce el derecho de participación de las personas en los asuntos sociopolíticos y lo considera un principio permanente que deriva de la dignidad de la persona, llamando a los creyentes a ejercer ese derecho. La participación de los laicos/as en la vida sociopolítica es para la Iglesia una obligación moral.

La Iglesia en diversos documentos ha hablado también del derecho y la obligación de los laicos/as a participar en los asuntos de la Iglesia y de diversas formas ha llamado a potenciar los consejos pastorales como forma cualificada de participación. Vamos a citar dos textos:

“En razón de la común dignidad bautismal, el fiel laico es corresponsable, junto con los ministros ordenados y con los religiosos y las religiosas, de la misión de la Iglesia” (Chistifideles Laici)

“En este sentido, el reciente Sínodo ha solicitado que se favorezca la creación de los Consejos Pastorales diocesanos, a los que se pueda recurrir según las ocasiones. Ellos son la principal forma de colaboración y de diálogo, como también de discernimiento, a nivel diocesano. La participación de los fieles laicos en estos Consejos podrá ampliar el recurso a la consultación, y hará que el principio de colaboración —que en determinados casos es también de decisión— sea aplicado de un modo más fuerte y extenso”. (Chistifideles Laici)

Consideramos que los laicos/as tenemos cosas que aportar a la Iglesia, además de las habituales en la pastoral parroquial y se nos debería tener más en consideración. La Iglesia lo reconoce en los documentos del magisterio, pero en la práctica no obra en consecuencia. Parece que existen dudas sobre la verdadera necesidad y conveniencia de los órganos de participación como nuestro Consejo y hasta sospechas sobre la idoneidad de los miembros laicos/as que lo formamos. Y esto, de ser cierto, sería muy grave.

Recordamos que el Consejo Pastoral Diocesano es el órgano máximo de participación de los/as laicos/as en la diócesis.

Los laicos/as tenemos experiencia de participación en órganos, instituciones y asociaciones de la vida civil. No todos son un ejemplo de buen funcionamiento, democracia y participación, pero estamos acostumbrados a exigir, no sin esfuerzo, que se corrijan las deficiencias existentes. No podemos dejar de hacerlo en la Iglesia.

Después de tres años de funcionamiento, en nuestra opinión, el Consejo Pastoral Diocesano no ha cumplido ni cumple las funciones que tiene asignadas por los estatutos redactados por el Sr. Obispo al comienzo de su labor pastoral al frente de la diócesis de San Sebastián, y mucho menos todavía las que serían exigibles a un órgano de estas características en estos tiempos.

Una de las funciones que le asignan al Consejo sus propios estatutos es “Promover la comunión entre sus miembros para que la Iglesia diocesana cumpla más eficazmente su misión evangelizadora”. ¿Puede promoverse la comunión eludiendo el diálogo sincero sobre las causas de su deterioro?. No queremos decir que el Consejo sea el foro adecuado, menos que sea el primero y principal, pero sí afirmamos que el Consejo no puede mirar a otro lado y seguir como si nada pasara. Nos apena y decepciona lo que vemos en el Consejo y estos sentimientos se transmiten, tal vez sin poder evitarlo, a nuestro entorno eclesial próximo, dañando el ambiente y por tanto la comunión, pero ¿podemos no informar de la situación a los colaboradores de pastoral que nos enviaron a participar en el Consejo?.

Reconocemos la dificultad que entraña el buen funcionamiento de un Consejo de estas características. Reconocemos que la potenciación de la asamblea plenaria y el diálogo en su seno en una diócesis tan diversa y con tan importantes problemas de desencuentro y comunión, tiene sus riesgos, pero con evitarlos y no afrontarlos no se soluciona nada. Hacemos constar que la fórmula elegida es peligrosamente ineficaz y gravemente irrespetuosa para los/as miembros del Consejo.

Nos preguntamos si en el fondo de esta forma de proceder no está la desconfianza que gran parte de la jerarquía de la Iglesia y nuestro Sr. Obispo muestran demasiadas veces para con los laicos/as. Si no se actúa así porque no se está pensando en una participación adulta de los laicos/as. Si no se trata de cumplir el expediente y poco más. Todo esto genera frustración y desaliento entre nosotros/as.

La constitución del Consejo Pastoral es opcional. El Sr. Obispo, tiene la facultad de discernir sobre su conveniencia o no, pero consideramos que una vez constituido debe cumplir con sus funciones. Entenderíamos mejor haber considerado improcedente su constitución.

Creemos que no se están siguiendo el espíritu, los criterios y las recomendaciones del magisterio sobre los Consejos, que están resumidos en los dos textos citados antes de la exhortación Chistifideles Laici.

El magisterio de la Iglesia ha repetido hasta la saciedad que el diálogo respetuoso debe ser el criterio de actuación en la solución de los conflictos sociopolíticos y en la gestión de la diversidad. Nos preguntamos, ¿este criterio de actuación, siendo tan importante, no es aplicable en la propia Iglesia?. El Papa Francisco ha reconocido que el consejo que da a los dirigentes mundiales que se lo solicitan es : diálogo, diálogo, diálogo. Perplejos, seguimos preguntándonos ¿puede un criterio de actuación tan universal como este no ser de aplicación en la Iglesia?¿Puede no ser bueno para la Iglesia lo que es bueno para la humanidad toda?

Hurtando a los miembros laicos/as del Consejo la posibilidad y el derecho a participar con eficacia en el órgano máximo de la diócesis en que pueden hacerlo, creemos que se está dilapidando una de las pocas oportunidades que tienen de hacerlo en los asuntos de la Iglesia.

Creemos que se está frustrando la ilusión de muchos de nosotros/as.

Algunos/as de nosotros/as, unos/as antes, otros/as más tarde, han dejado de asistir a las reuniones del Consejo, porque han considerado que no tiene sentido seguir participando en un órgano con estos criterios de funcionamiento, otros/as todavía seguimos participando tratando esperando y procurando que las cosas cambien para mejor. Dependiendo del camino que se tome en el futuro próximo, cada uno de nosotros/as tendríamos que replantearnos nuestra posición.

Entendemos que haya miembros del Consejo que se sienten satisfechos con esta forma de funcionar. Es que entre nuestras diversidades está también la de la eclesiología en la que se cree y por la que se quiere trabajar. Nosotros creemos estar en la proclamada por el Concilio Vaticano II y el papa Francisco, que hace poco ha dicho: "Os pido que importunéis a los pastores, que nos molestéis" (Homilía del día del Buen Pastor - Mayo 2014)

Por todo lo dicho, los/as firmantes solicitamos al Sr. Obispo tome las medidas oportunas para corregir la situación.

Diócesis de San Sebastián - Julio 2014


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