lunes, 13 de junio de 2011

S. GALILEA y A. PAOLI SOBRE EL EVANGELIO DEL DOMINGO DE LA STMA. TRINIDAD


Dios trino
es comunión
 (Jn 3, 16-18)

La fiesta de hoy quiere responder a la pregunta ¿quien es Dios? Parece que a la gente le interesara poco esta teoría de Dios, y piensa que es más impor­tante saber lo que tenemos que hacer día a día. Sin embargo, el Evangelio insiste en presentarnos a Dios de una manera simple, lo cual es muy impor­tante, importante incluso para conocernos a nosotros mismos, lo que so­mos, y para entender qué cosa espera de nosotros este Dios.

El misterio de un Dios uno en una comunión de tres Personas, nos hace comprender que la vida de Dios es esencialmente diálogo, comunica­ción; es tener un Tú a quien amar y del cual ser amado. Dios no es un faraón aislado, sentado en un trono, frío, que manda rayos sobre la tierra. Es un Dios que ama y es amado, y por esto debe tener untó que le respon­da perfectamente. Diverso, porque no sería un Tu si fuera igual al Yo. Igual porque si no le respondiese plenamente no sería todo amor, faltaría algo a ese amor.

Esto tiene conclusiones prácticas. No conocemos a Dios por simple cu­riosidad, aún noble, como vamos a un cine o a un museo. Conocemos a Dios para deducir de este conocimiento una norma para nuestra vida. Dios es amor y el hombre es amor; Dios se refleja en nosotros y espera de nosotros que hagamos o tratemos de hacer aquello que El es...

Tal vez es más rico hablar de comunión que de amor. Primero, porque de amor se habla continuamente, sin saber de qué se habla. Además por­que por amor en el sentido cristiano se entiende fácilmente un movimien­to de dirección única: la religiosa que va a curar a un enfermo, la que va a visitar a los pobres, o a sus huérfanos... Es más rico hablar de comunión. Realmente en Dios el amor es comunión, encuentro entre iguales, diálogo. Nosotros no seremos nunca tan ¡guales como en el modelo perfecto, como en Dios.

Dios dentro de sí, en su vida íntima, es una comunión de amor, y todo aquello que proyecta hacia afuera, aquello que crea, es el reflejo de este amor. Nosotros en nuestras familias, en nuestras relaciones personales de­bemos procurar que estas sean pacíficas, hacer de éstas un diálogo tranqui­lo y constructivo, a fin de que podamos fuera de nosotros mismos, en el trabajo, en la política, en todo lo que hacemos, proyectar este amor que hemos fabricado en casa. (Puebla 642).

Pero, ¿podemos ser buenos, pacíficos, amorosos en un mundo como el que vivimos? Precisamente, para dar todos juntos una solución a este problema que es gran problema humano, y porque estamos convencidos que debemos buscar esta solución en la fe, es que nos reunimos en esta eucaristía. En nuestra fe en el Cristo Liberador esperamos la ayuda eficaz para esta solución.

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