sábado, 23 de abril de 2011

8 DE MAYO: DIA DE LA HOAC, EN LA ARBOLEDA, a partir de las 10 de la mañana



A la vez que recibimos esta invitación de la HOAC para participar en su fiesta, publicamos la magnídica editorial del último número de NOTICIAS OBRERAS:

Crisis económica:
¡Justicia para el mundo obrero empobrecido!
Todos los años, en torno a Pentecostés, celebramos el Día de la HOAC. Para ello, elegimos una situa­ción sobre la que estamos trabajando y promove­mos diversos actos y reflexiones con la pretensión de fo­mentar el conocimiento y la solidaridad, denunciar las injusticias y hacer oír esta voz de la Iglesia que clama, como hacían los antiguos profetas, por la justicia que se le debe al pobre: «¡Ay, los que juntáis casa con casa, y cam­po a campo anexionáis, hasta ocupar todo el sitio y queda­ros solos en medio del país!» (Is. 5, 8). 

Hoy, como en todos los momentos de la historia en que los poderosos oprimen al pobre y le quitan su trabajo, son necesarios profetas que clamen por la justicia diciendo: 

¡Ay de vosotros! Los que habéis engañado al pobre car­gando sobre sus espaldas una hipoteca para toda su vida. Los que habéis ideado trampas financieras para que la deu­da de los pobres siga aumentando aunque no dejen de pa­gar. Los que os quedáis con las casas de los que no pueden pagar la hipoteca y les obligáis a que sigan pagando una casa que ya no tienen. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Los que utilizáis el dinero de todos para especular en los mercados de valores sin que os importe que vuestras trampas y maniobras lleven a la ruina a millo­nes de personas, familias y naciones enteras. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Los que manipuláis y jugáis con el pre­cio de los productos básicos que los pobres tienen como único alimento, provocando con ello el hambre, la muerte y la desolación. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Los que utilizáis el dinero que os ha dado el Gobierno, para que deis créditos a las pequeñas y medianas empresas, en seguir especulando, sin importaros que cientos de miles de empresas cierren provocando nuestra ruina y la de nuestras familias. Por ello seréis juz­gados. 

¡Ay de vosotros! Los que utilizáis vuestro saber para exi­gir reforma laboral tras reforma laboral argumentando que ésa es la forma de crear empleo, pero no hay ni un solo caso en que vuestras predicciones se hayan cumplido. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Los que a pesar de obtener cuantiosos beneficios, despedís a miles de trabajadores para seguir in­crementándolos, sin que os importe que millones de jóve­nes estén parados y sin saber qué pueden hacer con su vida. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Los que habéis ignorado que «los me­dios de producción no pueden ser poseídos contra el traba­jo, no pueden ser ni siquiera poseídos para poseer. Su po­sesión se vuelve ilegítima cuando no sirven para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su limitación, de la explotación ilí­cita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral»*. Por ello seréis juzgados. 

¡Ay de vosotros! Gobiernos y legisladores, que acudís en socorro de banqueros y defraudadores y legisláis contra no­sotros, contra el pobre y los trabajadores. Por ello seréis juzgados. 

A todos vosotros os decimos: el trabajo que hemos per­dido, el salario que no cobraremos, las oportunidades de vida para nuestras familias e hijos que habéis eliminado, la angustia que atenaza nuestras gargantas y las noches que pasamos sin dormir han llegado al Señor de la justicia y la compasión, y el Señor ha grabado vuestros nombres en el libro de las injusticias cometidas y no resarcidas. Por ellas seréis juzgados y condenados. ■ 

*Laborem exercens, 14; Centesimus annus, 43.

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