sábado, 7 de noviembre de 2020

El feminismo acusa al Gobierno de «conducta coactiva» por la Ley Trans

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Fuente:     Diario Vasco

Autor:      DOMÉNICO CHIAPPE

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«¿Pero a ti qué te importa que una mujer tenga pene?», le preguntaron a la escritora Laura Freixas, una de las ocho mujeres que han luchado desde hace varias décadas por la igualdad de género, y que han dirigido una carta abierta al Gobierno para debatir la conocida como Ley Trans. Estas mujeres, que han elevado la misiva al ámbito público para que quien quiera la suscriba en Google Docs, acusan al Ministerio de Igualdad de querer «borrar» a la mujer de la lucha feminista.

Parece un contrasentido pero, según se desprende de los argumentos de las firmantes, desarrollar la idea de que el género se puede elegir, sin nada más que la voluntad del momento, inicia una peligrosa senda de invisibilización hacia lo que es el «sexo» femenino. Diferenciar los conceptos «género» y «sexo» es la primera cuestión que desarrollan Freixas, Ángeles Álvarez, Marina Gilabert, Alicia Miyares, Rosa María Rodríguez Magda, Victoria Sendón de León, Juana Serna y Amelia Valcárcel, algunas de ellas con carrera política en el socialismo. La Ley Trans«minimiza» la «opresión para las mujeres, hace el juego a la visión patriarcal y misógina, y perpetúa la opresión», alertan quienes han pedido «una y otra vez» una reunión con la ministra de Igualdad Irene Montero, sin éxito.

Recomiendan las firmantes evitar la «confusión» de conceptos. El sexo, dicen, es la «realidad biológica constatable», mientras que el género es una «construcción jerárquica de los estereotipos sexuales que ha fundamentado la desigualdad y la opresión». Las feministas explican que ellas no van contra el sexo, que es la naturaleza del cuerpo. Van contra el género, una imposición cultural. Mientras que las leyes Trans, tanto la que abandera Montero, como otras «aprobadas en diversas comunidades autónomas», parecen combatir el sexo.

Ante la estrategia de entremezclar a las personas trans con las mujeres, se denuncia la existencia de una «neolengua» que «invisibiliza» y «borra a las mujeres con la excusa de la inclusividad». Empieza por proscribir el uso del vocablo «mujer», sustituido por 'cuerpos feminizados' o 'cuerpos menstruantes'. En ese léxico, se tiene como una «ofensa» hablar de vaginas, reglas y embarazos, y a las madres se les llama 'progenitor gestante' y al sexo, 'género sentido'.

 

Conducta coactiva

La Ley Trans presenta los estereotipos como una «opción elegible», según la carta de las feministas. En un Twitter, una de ellas asegura que si esa ley hubiera existido en su época juvenil, todas las feministas se hubieran cambiado de sexo, en vez de luchar por la igualdad. «El sexo es un dato objetivo en sus aspectos genético, gonadal, hormonal, anatómico y genital. No puede hablarse de 'autodeterminación del sexo' como ejercicio de la libre voluntad».

Aunque abogan por la libertad de elección sexual o estética, las firmantes afirman que aprobar el cambio de sexo desde la infancia sin pasar por un proceso psicológico previo, como estiman las nuevas leyes, no cambia la realidad española. «La diversidad elegible no subvierte nada por sí misma». «Pretender que el ser mujer u hombre es una mera elección desdibuja la realidad material del sexo, justo aquello que determina el género en que se nos socializa».

Se muestran preocupadas por las consecuencias futuras de «encaminar» a los menores hacia «bloqueadores de pubertad», una vez que se les etiqueta como «niños y niñas trans» a aquellos que disienten con la normativa de género. «Creemos necesario un acompañamiento que contemple acciones de apoyo y autoafirmación». «Es preciso investigar los efectos a largo plazo de la hormonación y medicalización, así como prever un posible cambio de parecer en el futuro, con el añadido de la imposibilidad de revertir acciones quirúrgicas y hormonales agresivas».

La Ley Trans genera una conducta «coactiva» del Estado contra la infancia y los profesionales de la salud, acusan. Además, peligran derechos que las mujeres de su generación han conquistado: «la defensa de las mujeres, el mantenimiento de los espacios reservados, las cuotas, las ayudas, la diferenciación por sexos en competiciones deportivas, o los datos desagregados por sexo para analizar el comportamiento social o tomar medidas frente a las desigualdades entre los sexos», enumeran. Y concluyen. «Negar la relevancia del sexo y encaminarnos hacia una supuesta autodeterminación de éste según el género elegido, colisiona con las leyes de igualdad y de violencia de género».

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