martes, 18 de febrero de 2014

El sacerdote jubilado: dificultades, alegrías y retos

J. L. Beltrán de Otalora
(Aparecido en SURGE  Vol. 71 Num. 678)


José Luis Beltrán de Otalora

Bilbao

Nota: Por la extensión que ocupa el artículo, aparecerá fragamentado. Se publica hoy el PRIMER FRAGMENTO


Dos anotaciones primeras

La primera
Hace un par de décadas se iniciaba una nueva legislatura en el CPP de la Diócesis de Bilbao. El clero de la Margen Izquierda llevó a la primera reunión de trabajo una propuesta que, resumida, venía a decir: que todo sacerdote, al cumplir los 65 años, adquiera la categoría de jubilado en aplicación del derecho de todo trabajador por el mero hecho de serlo, independientemente del sector laboral en que haya intervenido; de modo que, a partir de ese momento, desarrolle su actividad sacerdotal, como resulte del diálogo con el Obispo, pero dejando todas las responsabilidades propiamente dichas al clero más joven.


Idas y vueltas anduvo esta propuesta a lo largo de toda la legislatura, cinco años, concluyendo en la última sesión con la decisión del Obispo: se aplicará la normativa prevista en el CDC: el sacerdote puede jubilarse a partir de los 75 años. Para este viaje no se necesitaron aquellas alforjas.

Y estos somos los sacerdotes jubilados de mi Diócesis, un revuelto de clérigos de diversa condición: jubilados todos a efectos de Hacienda desde los 65 años; incorporados todos cuantos dependemos económicamente del Obispado –incluidos candidatos aún no ordenados- a la misma nómina (idéntica suma de dinero) del Obispado; algunos con similares encomiendas a las de cualquier otro sacerdote joven…; si se descuidan o gustan, aun tras haber cumplido los 75 años…


La segunda

Esta reflexión que me han pedido no la voy a referir a todo ese colectivo, y menos aún al grupo  “sacerdotes jubilados” de todo un país. Se requeriría para ello el uso de herramientas sociológicas que ni tengo a mi disposición ni sé manejar.
Voy a hablar de mi experiencia. En que entran lógicamente múltiples relaciones con otros compañeros sacerdotes en los diversos contextos en que me he movido, Seminario, Movimientos especializados, Suburbio, Parroquias obreras, Parroquias rurales… Pero, aunque reflexionadas, no estudiadas científicamente.
No me referiré, por tanto, a los pensionistas, que lo somos todos a partir de los 65 años. Ni a quienes siguen manteniendo responsabilidades pastorales ordinarias al margen de que hayan traspasado o no la barrera de los 75 años.
Me refiero a los jubilados reales, un montón.

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