lunes, 1 de diciembre de 2025

Josep Lluís Carod-Rovira: "La extrema derecha política hace una utilización ideológica del cristianismo evangélico"

Fuente:   catalunyareligio

Por   Montserrat Dameson

01/12/2025

 

Josep Lluís Carod-Rovira (Cambrils, 17 de mayo de 1952) es licenciado en filología catalana por la Universidad de Barcelona, ​​ha sido técnico superior de planificación lingüística de la Generalidad de Cataluña, jefe de los servicios Territoriales de Cultura de la Generalidad de Cataluña en Tarragona, vicepresidente del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, consejero jefe, diputado en el Parlamento de Cataluña que renunció. Aparte de su faceta más conocida en el ámbito de la política, Carod-Rovira se ha interesado y ha estudiado la tradición protestante en nuestro país. Con la ocasión de los quinientos años del inicio de la Reforma protestante, en 2017 publicó  Historia del protestantismo en los Países Catalanes (Edicions 3i4). La cuestión protestante también ha sido objeto de reflexión en varios artículos en medios digitales, conferencias en congresos, simposios y prólogos a libros al respecto. Antes de empezar la conversación, me cuenta que normalmente no concede entrevistas y que la última que concedió fue para hablar, precisamente, de la represión que vivieron los protestantes durante el franquismo. Su disponibilidad me hace sentir moderadamente privilegiada.  

 

Para empezar con las cartas sobre la mesa: ¿usted es protestante?

No. Me considero agnóstico de cultura judeocristiana, como yo diría que lo son buena parte de los europeos que no son creyentes. Y filoprotestante, si quieres decirlo así…

 

Pero ha escrito libros y varios artículos. ¿De dónde sale ese interés?

Me interesa el tema por motivos muy diversos. Fundamentalmente porque siendo como es en número de creyentes y en bagaje histórico en este país, teniendo una larga tradición de arraigo, me parecía inconcebible llegar al 2017 –cuando hacía quinientos años de la Reforma– sin un estudio que versara sobre qué ha significado el protestantismo para los Països Catalans. Por tanto, al igual que para hablar del Antiguo Egipto no hace falta ser egipcio, me parece que para explicar el protestantismo en nuestra casa tampoco es necesario ser protestante. A partir de ahí, me pareció que era un ámbito de investigación poco trabajado en general y decidí ponerme a ello, y es lo que he ido haciendo en estos últimos años. Lo hago con mucho gusto y con mucha complicidad con los implicados. Cuando estuve en el gobierno, el contacto con las diversas confesiones religiosas del país hizo que tuviera un contacto directo con los protestantes, y muchos de ellos han acabado siendo amigos míos.  

 

¿De este largo y sostenido contacto con el protestantismo no ha sacado ningún tipo de despertar espiritual que le haya hecho dudar de su agnosticismo?

Esto es complicado de aclararlo con cuatro palabras. El agnóstico es aquél que desconoce, que no niega ni afirma, pero que respeta las convicciones religiosas de los demás. Me molesta tanto el dogmatismo de algunos creyentes, como la arrogancia de algunos ateos. Admiro el hábito regular de leer la Biblia entre los protestantes, algo que yo también hago. Es imprescindible para entender Europa, su cultura, el arte, la música, la arquitectura, la literatura... Tengo muchos amigos católicos (algún obispo, con el que intercambio whatsapps, curas y monjas a los que quiero mucho como las de Vallbona). Y he ido, sobre todo, a sinagogas y alguna mezquita. He asistido a cultos de muchas otras religiones y en ninguna me he encontrado tan bien como en los cultos protestantes, sobre todo cantando ciertos himnos que te hacen sentir miembro de una comunidad. Pero hasta ahora, nada más. Algo parecido le ocurrió al presidente Tarradellas en su exilio en Lausana, asistiendo al culto protestante de Navidad en 1942. En fin, si fuera creyente, supongo que sería protestante.

 

En Cataluña existe una tradición protestante olvidada y menospreciada. Los catalanes tienen pocos conocimientos en torno al mundo plural y diverso que surge de la Reforma protestante del siglo XVI y esto los lleva a relacionarse con ellos desde los prejuicios. ¿Está de acuerdo?

No sólo en los Países Catalanes, sino en toda el área latina mediterránea de mayoría católica histórica, el desconocimiento de la identidad religiosa de quien es visto como una disidencia es muy grande, y es una prueba de ello la frivolidad y la ignorancia con que los medios de comunicación tratan el tema del protestantismo. Todavía hoy hay gente que habla de iglesias “evangelistas” y, propiamente, evangelistas hubo cuatro –Marco, Lucas, Mateo y Juan–. Una vez leí en un diario catalán: "este es el sacerdote protestante que dice la misa protestante los domingos". Los protestantes no tienen ni “sacerdote”, ni “misa”: lo llaman culto. Una radio pública de este país también dijo que había habido una matanza en una ciudad norteamericana, en un templo bautista, y que el templo estaba lleno porque todo el mundo estaba en “misa”. La incultura religiosa de ese país, o de la mayoría de los países mediterráneos latinos es cósmica. Estaría bien que periodistas, tertulianos y políticos fueran un poco orientados cuando les toque hablar de según qué cosas. 

 

Para alguien que no tiene los referentes ni las lecturas, ¿qué hace que un protestante sea evangélico?

Esta pregunta comienza a ser un poco complicada de responder. Cada vez hay más protestantes que se sienten incómodos con el calificativo “evangélico”, porque quienes aparecen ante la opinión pública o en los medios de comunicación bajo este adjetivo tienen un perfil muy determinado con el que algunos protestantes no se identifican. Los evangélicos se están convirtiendo en una manera muy concreta de ser protestantes, un perfil muy determinado asociado al fundamentalismo, y conozco a protestantes de este país, de cultura y tradición democrática, catalana y arraigada en el país, que se encuentran cada vez más incómodos con la asociación entre evangélicos y protestantes. De la misma forma, diría que cada vez hay más evangélicos que se sienten más incómodos con la etiqueta de protestantes. Antes, ser evangélico era una forma de ser protestante, y ahora cada vez son categorías menos intercambiables. 

 

Me parece que, en el imaginario catalán, la gente asocia catolicismo con conservadurismo y protestantismo con progresismo. 

Creo que el panorama ideológico que existe dentro de la diversidad religiosa de nuestro país ha cambiado profundamente. Y, por tanto, esta asociación del catolicismo con conservadurismo y protestantismo con progresismo no la comparto. Diría que estamos asistiendo a una fundamentalización de todas las religiones, pero si vamos a la tradición protestante de los Països Catalans, la tradición del protestantismo sí es una tradición progresista, democrática e incluso republicana. El último trabajo sobre el que estoy investigando es sobre el exilio protestante después de la Guerra Civil. En 1939 no sólo se van al exilio presidentes, diputados, dirigentes políticos, sindicalistas e intelectuales, también se van pastores y creyentes protestantes porque saben que su fe no podrá desarrollarse con normalidad en el contexto de la dictadura franquista. Esta tradición progresista se ha visto profundamente alterada por el crecimiento desbordante de iglesias neopentecostales y por lo que yo llamo “evangelicalismo”. 

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de fundamentalismo?

Diría que el conjunto de las religiones –la mayoría, al menos– están optando por fórmulas morales y políticas que se sitúan ideológicamente en el ámbito más reaccionario del espectro. Ocurre al catolicismo, pero también al Islam y evidentemente, también en el caso del protestantismo. 

 

¿Las religiones se están fundamentalizando porque el péndulo político del mundo va hacia aquí?

Lo que existe hoy es, sobre todo, una utilización política de las religiones. Que una persona que tiene una biografía tan poco devota como Donald Trump sea capaz de ir a cultos protestantes, o que un personaje como Jair Bolsonaro haga bautismo por inmersión, es un insulto a las personas creyentes que hacen bautismo por inmersión. 

 

Hay una especie de iglesias evangélicas que encuentran su traducción política en el reaccionarismo. ¿Por qué? ¿Existe algún motivo religioso de fondo que lo explique?

De motivo religioso de fondo que lo explique no hay ninguno. Todo este movimiento viene de América porque existe una facción reaccionaria en el ámbito político, en el ámbito moral, en el ámbito cultural e incluso en el ámbito económico que encuentra una justificación teológica en el evangelicalismo y que ha logrado penetrar haciendo una masa, un todo, de una sola cosa. Han penetrado sobre todo en comunidades de fe que, no se dan cuenta, pero han sido absolutamente colonizadas desde el punto de vista ideológico. Esto no tiene nada que ver con la fe, en el fondo. Ni con poder decir que todos los protestantes son reaccionarios, porque no lo son. 

 

En el catolicismo también existen sectores que pueden llegar a ser muy reaccionarios. ¿Qué les diferencia del evangelicalismo?

El catolicismo va bien para no tomar la parte por todo y para entender que Rouco Varela y Pere Casaldàliga eran de la misma confesión cristiana. En nuestro país, el catolicismo cuenta con una tradición cultural de estado. Además, tiene un estado –el Vaticano–, que dispone de un concordato con España. Es la única religión que como tal se menciona en la Constitución Española. El catolicismo tiene esto en nuestro país, y cuenta todavía con un 52% de la población que, a definir, se define como católica. 

 

En algún artículo, usted también habla del germen "antidemocrático" del fenómeno del evangelicalismo. 

En torno a la figura del pastor –que, en muchas iglesias neopentecostales, a menudo es una persona sin formación teológica y cultural– configuran un liderazgo totalmente acrítico de tono casi mesiánico y redentor. El pastor es quien habla en nombre de la comunidad, nadie se atreve a cuestionarle lo que dice y, en cierto modo, es el único que hace una interpretación de las escrituras. Y a menudo hace decir al Antiguo y al Nuevo Testamento cosas fruto de una interpretación que no se avienen al sentido de las Escrituras. La traducción política de esa figura del pastor es profundamente antidemocrática. Dejemos de hablar de una comunidad de fieles para hablar de un pastor con un rebaño de fieles, porque ya no existe una visión crítica ni un hábito regular de lectura de la Biblia. El pastor se convierte en la única versión posible de una fe. 

 

Pero este rebaño, en el caso de nuestro país, ampara al recién llegado inmigrante.

Claro, muchos de estos cristianos evangélicos son latinoamericanos recién llegados, que han abandonado su patria y se encuentra un país que es otra patria, con otros códigos y otros hábitos relacionales. Y la iglesia les hace de refugio de salvación, y el pastor es quien les salva. Pero el protestantismo catalán es mucho más plural y diverso que eso: está el protestantismo luterano, el calvinista o el reformado episcopal. En 1910 hay una campaña para la libertad de culto y se recogen ciento cincuenta mil firmas en todo el estado español, y para realizar esta campaña, los actos de recogidas de firmas se hacían en locales y ateneos socialistas, republicanos o directamente catalanistas. Encontramos personajes como Lluís Companys, Gabriel Alomar o Vicent Blasco Ibáñez en connivencia con los protestantes, defendiendo un marco legal que articulara la libertad religiosa y la igualdad de derechos de todas las confesiones. Al igual que en Estados Unidos está el protestantismo del presidente Jimmy Carter, o el sermón que se encuentra Donald Trump cuando acude a la catedral de Washington y el arzobispo hace una homilía evidentemente progresista y respetuosa con la diversidad. En todo el mundo hay muchísimas manifestaciones del protestantismo que no son las de este sector un poco lumpen, que a veces son quienes ocupan más espacio en los medios de comunicación. 

 

El otro día, en la ceremonia funeral de Charlie Kirk, aunque su mujer es católica y parece que él se estaba convirtiendo, vimos una mezcla político-religiosa que quizás está conectada con lo que estamos hablando. 

Esto es muy estadounidense y es lo que los estadounidenses han exportado al resto de América, sobre todo a América del sur: la colonización de siempre. En países como Guatemala, por ejemplo, esa identificación político-religiosa es absoluta. Pero también el propio Partido Popular, en unas jornadas en Madrid, sacaron una pastora protestante partidaria de las tesis más conservadoras que era la misma pastora que poco antes se había pronunciado públicamente en contra de la aplicación de la Ley de Amnistía a los independentistas. Todo ata. La extrema derecha política realiza una utilización ideológica del cristianismo evangélico. 

 

Entonces, ¿este movimiento al que nos estamos refiriendo se trata de un movimiento teológico o político, social y cultural?

Yo creo que existe una instrumentalización sociocultural, por no decir directamente política e ideológica, del cristianismo evangelical. 

 

Hace pocos días se viralizó un vídeo de Dani Alves como predicador en una iglesia evangélica de Girona. 

Que una persona que ha llevado una vida disoluta se convierta no debería ser noticia negativa. Lo que ocurre es que uno se pregunta qué formación bíblica y teológica tiene Dani Alves, que yo creo que será la misma que tienen algunos de los líderes de estas iglesias. No le daría más importancia que eso. Debemos poder distinguir lo del protestantismo histórico y homologado: Angela Merkel era protestante, Rubens era protestante, Bach era protestante. Me parece que todo esto cuesta poner en el mismo saco, y uno de los déficits que tiene el protestantismo catalán –que en cifras se acerca bastante al protestantismo en Francia–, es que en Francia hay nombres del protestantismo que son conocidos y aquí la gente no hace ostentación pública. Porque quizás tampoco tienen por qué hacerlo, pero quizás si se supiera se daría la vuelta a la imagen que tenemos de los protestantes aquí y aprenderíamos a diferenciarlas de los evangelicales, que tienen unas formas de expresión de culto muy diferentes a la tradición protestante europea. 

 

¿El protestantismo corre peligro de sufrir estigmatización en Cataluña?

Bien, me gustaría que no fuera así como me gustaría que no fuera así para ninguna otra confesión en absoluto. Cuando estuve en el gobierno, uno de los objetivos que tuvimos para la Dirección General de Asuntos Religiosos fue el de normalizar el hecho religioso en el espacio público y esto sólo se puede hacer a partir de un modelo catalán de laicidad que trace una línea muy clara entre lo que son instituciones políticas y lo que son confesiones religiosas. Esta línea no está todavía bien trazada, entre otras cosas, porque la constitucionalización del catolicismo lo hace difícil. Pero, por otra parte, existe una concepción estúpida de la laicidad que la confunde con antireligiosidad, y nada tiene que ver. Esta laicidad estúpida es la misma que niega el arraigo sociocultural del cristianismo, que no quiere decir feliz Navidad, pero felicita el fin del Ramadán. Sólo si tenemos unas instituciones en las que todos nos podamos reconocer podremos hablar de igualdad de derechos de todas las confesiones religiosas.

 

¿El protestantismo catalán debe desmarcarse de esta ola evangelical? ¿Cómo debe hacerlo?

El protestantismo catalán debe seguir haciendo lo que ha hecho hasta ahora, pero quizá de una forma más desacomplejada. Y procurando que se visualice más su dimensión social y no estrictamente religiosa, como el acompañamiento que se hace desde las iglesias de los sectores más desvalidos y necesitados. Procurar no dar una antiimagen, pero procurar dar otra imagen: una imagen fiel de cuál es el protestantismo arraigado aquí. Evidentemente, este protestantismo histórico también tiene asuntos pendientes en relación con el país, como por ejemplo el uso que se hace de la lengua catalana en sus cultos y actividades. 

 

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