El proceso seguido de escucha y diálogo
Un grupo de
personas a las que nos une la espiritualidad de San Ignacio y la preocupación
por la justicia, convocadas y acogidas por los centros Cristianisme i Justícia
(Barcelona) y Entre Paréntesis (Madrid), nos hemos encontrado a lo largo de los
últimos meses para compartir nuestro sentir y parecer sobre la situación dentro
de Cataluña y su relación con el conjunto de España. Vivimos en Barcelona,
Madrid y Sevilla. Historias diversas y pertenencias múltiples nos definen.
El objetivo primero
de estos encuentros fue escucharnos en acogida. Expresar con honestidad y libertad,
en un espacio seguro, las emociones que nos ha producido esta difícil
situación. Al cabo de un tiempo, avanzamos hacia la opinión sobre lo que ocurre
y a la consideración de lo que se podría hacer para aminorar el daño e intuir
arreglos.
Nos hemos
atrevido a plasmar por escrito algunos puntos, fruto de estos encuentros, sin
más pretensión que ofrecerlos a otras personas y colectivos para abrir espacio
y ventanas a la reflexión desde unos valores compartidos, y para animar a otros
a emprender el mismo camino.
No compartimos la
misma posición. Lo recogido en este escrito no refleja unanimidad homogeneizadora.
Al contrario, no todas estamos de acuerdo con todo tal y como se recoge; a otros
nos habría gustado decir más o menos. Sin embargo, es un primer paso, un mínimo
común denominador desde donde seguir avanzando en nuestro proceso de
entendernos y escucharnos, de tender puentes y buscar salidas consensuadas a
esta crisis. Aquí reside el valor de este documento.
Sugerimos leer
este escrito con actitud parecida, de apertura, no de parte, cuestionando lo
que tenemos enquistado, con ojos que miran despacio antes de juzgar.
Reconocemos que no es fácil tomar distancia en un conflicto tan agudo, lo
comprobamos en cada una de nosotras.
Puede ayudar
acercarse desde los valores más hondos e íntimos, en los que el (re)encuentro
con el otro es posible. Sacudiéndonos, si hace falta, la carga de emoción
negativa, fruto de una fuerte polarización, en un conflicto que no debería
haber salido del marco del debate político.
Cómo nos sentimos
Sentimos una
diversidad de emociones: dolor por las rupturas, solidaridad con quienes más
sufren en este proceso, incertidumbre por lo que vendrá, cansancio por la
energía invertida, incomprensión con los otros y con uno mismo, miedo por el
futuro, por las heridas ya abiertas y las que podrían abrirse.
Creemos que las
actitudes personales son esenciales para reparar y para superar bloqueos y rupturas.
Si algo falta en este tiempo es el respeto hondo por la posición ajena, la
voluntad de acogerla más allá de las razones, la aceptación de la diversidad de
trayectorias y procedencias que tanto influyen en cómo cada persona se ubica y
actúa. Nada de lo anterior anula el debate y la discrepancia, solo los colocan
en otra dimensión de posibilidad. Anhelamos más diálogo verdadero.
Un conflicto mal
gestionado, que genera brechas, no debería poner en riesgo vínculos hondos. De amor
y amistad, de familia y hermandad. Puentes que vuelan, grupos que se
distancian, silencios severos para evitar la confrontación. La fraternidad
entre seres humanos, que respeta y valora las identidades diversas, también las
trasciende. La fraternidad debe cuidarse, preservarse en todo lo posible.
Qué vemos
Una fractura política
y social en Cataluña y de ésta con el conjunto de España. Observamos cómo esa
quiebra en la convivencia es alimentada por el cliché y la simplificación, por
la palabra agresiva, la superioridad y la descalificación del otro. Los
agravios viscerales son azuzados para afianzar posiciones políticas. El
liderazgo político ha fallado, cayendo en tácticas de corto plazo que satisfacen
a cada bando, pero que dificultan el diálogo y la búsqueda de arreglos.
A medida que se
deteriora la situación se desvanece el reconocimiento del otro, ya sea como persona
o como sujeto político respetable, aunque mantenga una posición contraria a la
propia.
Sea ese “otro” la
mitad de la población de Cataluña no independentista, la mitad que sí lo es, o
la diversidad de sectores y posiciones en relación con este asunto en el
conjunto de la población española.
El sentido de
pertenencia a una nación y un pueblo, positivo en su raíz, se ha convertido
para algunos en arma arrojadiza, en lugar de fuente de contribución, desde la
diversidad, a la sociedad en su conjunto. Los nacionalismos, catalán y español,
exacerbados en este tiempo, fomentan ahora actitudes excluyentes del contrario,
utilizando la identidad en su vertiente más intolerante. Se difumina para
algunos la idea de que el Estado español no es homogéneo, sino que se configura
desde múltiples pertenencias, culturas y nacionalidades, que pueden convivir y
conformar una realidad abierta, que aporte a una Europa de valores.
Meses sometidos a
una mecánica de “acción-reacción-acción” han provocado una espiral en la cual
se ha vaciado el espacio intermedio, que resulta esencial en cualquier
conflicto para su resolución, para apuntar y promover alternativas.
Las posiciones se
han polarizado hasta un extremo asfixiante para quien pretende entablar un diálogo
razonado y matizado. Siempre existe un motivo incuestionable para argumentar el
“conmigo o contra mí”, hacia personas, instituciones y organizaciones que optan
por el silencio o por una posición acotada y no alineada por completo con
ninguno de los polos. Ambas son opciones (el silencio y la duda) y son tan
respetables como las posiciones de cada lado.
Cualquier gesto,
así sea evidente en la defensa rigurosa de derechos fundamentales, es
interpretado por un bando como traición y manipulado por el otro como
alineamiento completo con lo propio.
Constatamos que
se han vulnerado leyes fundamentales en este proceso, siendo el respeto al marco
legal un elemento esencial para la convivencia y la estabilidad social en el
contexto de un Estado social y democrático de Derecho. Dicho esto, consideramos
que, ante el fallo de la política, a lo judicial se le asigna un papel excesivo
en esta crisis. Echamos en falta más política de altura, capaz de plantear
escenarios susceptibles de hacer evolucionar el marco político y legislativo.
Por otro lado,
asistimos al debilitamiento de los derechos civiles. Se trata de una tendencia
global de cierre de espacios y limitación de derechos, que también se sufre en
España. Un hecho que no es ajeno a la situación en Cataluña, aunque trasciende
la misma. Las acusaciones asociadas con el terrorismo, la prisión preventiva y
las limitaciones a la libertad de expresión y manifestación nos parecen, en
ocasiones, desproporcionadas.
El conflicto
actual está dejando de lado la solidaridad cuando hay numerosas urgencias
sociales que gritan alrededor. Urgencias agravadas por tendencias neoliberales
que, en ambos espacios, usan lo nacional para tapar los desafíos sociales. La
desigualdad, la precariedad laboral, la exclusión y la pobreza infantil, los
desafíos migratorios y de sostenibilidad. Iniciativas positivas han quedado
frustradas en medio de este conflicto que se ha convertido en un todo que todo
lo impregna y que desvía ingentes energías políticas y sociales, que deberían
volcarse en estas causas sociales impostergables.
Qué se podría hacer
Dada esta
situación, creemos que se necesita un modo de hacer diferente, que no deje que
el conflicto se enquiste, que lo aborde con altura de miras para apuntar vías
de solución. Entre ellas:
√ Recuperar,
alentar y valorar los canales de diálogo. No solo al máximo nivel político,
aunque esto sea indispensable, sino también entre grupos sociales, económicos y
culturales. Dialogar es más que intercambiar posiciones encastilladas e
inamovibles. Exige, más allá de las tácticas, una predisposición honesta a
tender puentes, ceder y buscar alternativas posibles. Exige, al menos,
reconocimiento, escucha y respeto a la posición del otro.
√ Dado
el equilibrio en el voto y el necesario respeto a los cauces legales
existentes, se debe renunciar a la unilateralidad en la declaración y
construcción efectiva de la independencia y de la institucionalidad asociada.
Al tiempo, todos los actores implicados, más allá de lo que consideren al
respecto, deben reconocer la legitimidad de la opción por la independencia, la posibilidad
de promoverla dentro de la legalidad y la necesidad de algunos cambios legales.
El compromiso con la no violencia debe ser renovado y respetado por todas las
partes.
√ Todas
las personas y grupos políticos debemos acatar los marcos legales que nos damos
como sociedad, conformados de forma democrática y respetando los derechos de
las minorías. Dicho esto, cualquier marco legal es susceptible de cambiar, por
demandas de la propia población y para adaptarse al paso del tiempo. Dada la
situación actual en Cataluña, pero también por otras demandas de reconocimiento
de derechos sociales, económicos y ambientales, creemos que es conveniente
considerar un proceso de reforma de la Constitución.
√ Esta
reforma, y la renovación social que debe acompañarla, tendría que ofrecer un
marco en el que se reconozca y promueva la diversidad de culturas políticas
presentes en el país y su influencia en el conjunto. Son tiempos de igualdad de
derechos, no de uniformidad de culturas ni de pertenencias. La estructuración
del Estado no puede hacerse desde un centro homogeneizador sino desde la
valoración, visibilidad y contribución de pueblos y culturas. Lo diferente no
puede ser aislado, sino valorado y exigido en su contribución a bienes públicos
mayores.
√ Desde
el respeto al sistema judicial, esencial en un Estado de Derecho, consideramos
que la vía judicial debería utilizarse con mesura. Al igual que muchas juristas
y organizaciones defensoras de derechos humanos, como Amnistía Internacional,
consideramos que las acusaciones de rebelión y sedición son desproporcionadas,
como nos parecen excesivas algunas medidas provisionales adoptadas. Creemos que
las personas que permanecen en prisión preventiva debido a este proceso,
deberían ser puestas en libertad a la espera de juicio, ajustando la acusación
a delitos proporcionales. Más allá de las cuestiones jurídicas, el
encarcelamiento de políticos y líderes sociales eleva el muro del
enfrentamiento y dificulta posibles salidas.
√ Se
deben garantizar los derechos civiles y políticos de toda la población de forma
escrupulosa, garantizando la libre expresión de todas las personas dentro y
fuera de Cataluña y el respeto a su diversidad. Conviene evitar reprimir o
sancionar desproporcionadamente delitos menos graves. Terrorismo es una
acusación de extrema gravedad y considerar así actos recientes en Cataluña nos
parece también un agravio hacia las víctimas de atentados terroristas.
√ Las
urgencias sociales, más que nunca, deben ocupar el primer lugar de la agenda
política. De la catalana y de la española. La paz, la globalización de la
desigualdad, del cambio climático y de la injusticia, exigen respuestas
colectivas de toda persona u organización que afirme luchar por los derechos
sociales y económicos. Avanzar en la agenda social no necesariamente allanará
el camino para salir de esta crisis política. Se trata de un imperativo de por
sí, indispensable para quienes sufren la pobreza y la violencia y para quienes
se enfrentan a ella.
√ Los
principales dirigentes políticos han mostrado, hasta ahora, su incapacidad para
resolver la crisis, ahondando frecuentemente en ella y trasladando el conflicto
a la calle. Necesitamos nuevas formas de liderazgo político, generoso e
inteligente, que ponga por delante el bien común sobre los intereses de
partido, electorales o de futuro personal, para centrarse en buscar arreglos,
limitar los daños futuros y reparar las heridas pasadas. En este sentido se
abre una ventana de oportunidad con los recientes cambios en los respectivos
gobiernos, los animamos a aprovechar esta situación: necesitamos líderes políticos
que hagan política activa y de altura sin alentar la confrontación social.
√ Los
medios de comunicación y líderes de opinión tienen un rol fundamental en
conflictos y crisis políticas de esta dimensión. Pueden exaltar las posiciones,
ahondando en la brecha e incluso cayendo en la manipulación de hechos y
posiciones. O pueden, y deben, proporcionar información veraz y opinión que
contribuyan a tomar posición pero que eviten la descalificación y la
simplificación. Consideramos que, salvo excepciones, actúan más de la primera
manera, contribuyendo a conformar agravios y alentar bandos, en lugar de promover
debates razonados y equilibrados que recojan lo complejo y sensible de esta situación.
Continuar tendiendo puentes
Hemos querido
mostrar nuestra profunda preocupación por lo que vemos y señalar algunos caminos
a transitar para buscar arreglos indispensables. Corremos el riesgo de que se
enquiste esta situación de quiebra social y política por muchos años, marcando
a varias generaciones y con el peligro de alcanzar niveles mayores de
conflictividad. Es urgente ponerse en disposición de buscar soluciones,
saliendo del modo de victoria y humillación, de posiciones maximalistas y manipuladoras.
Somos conscientes
de que no es fácil. Requiere gran audacia, un hondo sentido de fraternidad universal
y esperanza puesta en el bien común. Creemos que esa esperanza no solo es
necesaria, sino que tiene agarre y posibilidad.
Claro que es
posible renovar la convivencia, recuperar espacios de diálogo y reconstruir
desde la política y las personas una sociedad que nos acoja a todas en nuestra
diversidad. Solo hay que empezar mirando al otro como igual, a cada persona en
todo su valor y dignidad.
“El espacio se ensancha
cuando miramos, hablamos y actuamos desde una perspectiva más amplia que incluye
al otro. En cambio, cuando absolutizamos nuestro punto de vista, constreñimos
nuestro espacio interior y también el común, y nos rasgamos unos a otros porque
no hay lugar para todos. No podemos esperar a abrir este espacio hasta que el
otro esté dispuesto a hacerlo. Este ámbito comienza a aparecer cuando uno da el
primer paso y actúa con valentía y generosidad, dando un voto de confianza al
otro, tantas veces como sea necesario. «-¿Hasta siete veces? -No, hasta setenta
veces siete» (Mt 18,21-22).
Cada una de esas veces me aproxima al otro, el cual, al
sentirse reconocido, tarde o temprano también me reconocerá y podremos
descubrir un espacio que sea fecundo para todos. ¿No es ésta la oportunidad que
tenemos para crecer todos juntos en mayor capacidad de alteridad?” (Xavier Melloni S.J.)
Xavier Casanovas
(Barcelona), Jaime Tatay (Madrid), Oscar Mateos (Barcelona), Mª Carmen de la Fuente
(L’Hospitalet del Llobregat), Cristina Manzanedo (Madrid), Cristina Gortázar
(Madrid), Ángela Ordóñez (Madrid), Pablo Font Oporto (Sevilla), Josep F. Mària
(Sant Cugat del Vallès), Graciela Amo (Madrid), Juan Mezo (Barcelona).
12 de junio de 2018
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