jueves, 23 de abril de 2015

Poligamia Episcopal

De Agustín Cabré, cmf
(En RyL)


El anillo tiene un significado fácilmente entendible en las culturas del mundo. Su forma circular indica plenitud, eternidad, un anillo no tiene ni principio ni fin. Un anillo es símbolo de poder y así antiguamente a los reyes se les otorgaba un anillo como signo de autoridad. El anillo tiene significación de compromiso y así se ha usado en las ceremonias de matrimonio. Con ese significado profundo de compromiso hasta la muerte lo ha usado la iglesia católica.
 
Uno de los signos que se realizan en la liturgia de consagración de un nuevo obispo es la entrega de un anillo para su mano derecha. Tiene el mismo significado que en los desposorios. Es una señal visible de la relación esposo-esposa que tiene el obispo con su iglesia particular. Así lo dice el Nº 34 del Directorio para el Ministerio pastoral de los obispos: “en cuanto Pastor, servidor del Evangelio y esposo de la Iglesia, debe revivir, junto con su presbiterio, el amor esponsal de Cristo en relación con la Iglesia su esposa”.
 
El símbolo del anillo implica que el obispo ame de verdad a su diócesis. Que le sea fiel y no la abandone, ni desee otra. Que le haga profesión de fidelidad hasta el fin.
Sin embargo, muchísimos obispos empiezan contrayendo nupcias con una iglesia a la que son designados y después son cambiados a otra, y quizá a una tercera. Por eso el título de esta nota no es ofensivo ni herético.
 
Es lo que ha sucedido últimamente con el nombramiento de Juan Barros como obispo de Osorno. Se puede decir que el obispo es polígamo.
 
Barros comenzó con una “esposa” morenita, pero más vieja que el mundo. Se trataba de una iglesia (una comunidad de cristianos ) que había existido en Bilda, al interior de Mauritania, en Africa occidental, y que ya estaba desaparecida en los anales de la historia. Esto fue en 1995 cuando pasó de secretario del cardenal Juan Fco. Fresno a obispo de “Bilda”.
 
La morena le duró cinco años. El año 2000 pasó a ser obispo de Iquique, es decir, a tener como esposa una iglesia chilena a la que le fue fiel por cuatro años. En el año 2004 nuevo cambio de anillo: Barros fue designado obispo castrense, es decir, a cargo de la orientación católica en las Fuerzas Armadas y de Orden. Esta vez una esposa con uniforme de combate a la que amó por casi once años. Dicen algunas voces que era ella la que no lo amaba tanto y que al fin logró que lo derivaran a Osorno, la cuarta esposa para un obispo ya demasiado andariego.
 
La situación actual es de cuidado para esa iglesia: ha habido oposición a su nombramiento, no tanto por las esposas anteriores sino porque es señalado por su cercanía y amistad con un solterón que llevaba doble vida en el clero de Santiago.
 
¿Qué pasará a futuro? ¿Habrá una quinta esposa o se le declarará viudo de una vez para que no se siga confundiendo a la comunidad católica y a la opinión pública? Por ahora no lo sabemos. Lo que sabemos es que últimamente el papa Francisco acogió de inmediato la renuncia “por motivos serios” presentada por el obispo de Kansas, en USA, por no haber denunciado en un lapso de seis meses a un clérigo que guardaba pornografía infantil.

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