(En RyL)
El anillo tiene un significado fácilmente entendible en las culturas del mundo.
Su forma circular indica plenitud, eternidad, un anillo no tiene ni
principio ni fin. Un anillo es símbolo de poder y así antiguamente a los
reyes se les otorgaba un anillo como signo de autoridad. El anillo
tiene significación de compromiso y así se ha usado en las ceremonias de
matrimonio. Con ese significado profundo de compromiso hasta la muerte
lo ha usado la iglesia católica.
Uno
de los signos que se realizan en la liturgia de consagración de un
nuevo obispo es la entrega de un anillo para su mano derecha. Tiene el
mismo significado que en los desposorios. Es una señal visible de la
relación esposo-esposa que tiene el obispo con su iglesia particular.
Así lo dice el Nº 34 del Directorio para el Ministerio pastoral de los
obispos: “en cuanto Pastor, servidor del Evangelio y esposo de la
Iglesia, debe revivir, junto con su presbiterio, el amor esponsal de
Cristo en relación con la Iglesia su esposa”.
El
símbolo del anillo implica que el obispo ame de verdad a su diócesis.
Que le sea fiel y no la abandone, ni desee otra. Que le haga profesión
de fidelidad hasta el fin.
Sin
embargo, muchísimos obispos empiezan contrayendo nupcias con una
iglesia a la que son designados y después son cambiados a otra, y quizá a
una tercera. Por eso el título de esta nota no es ofensivo ni herético.
Es
lo que ha sucedido últimamente con el nombramiento de Juan Barros como
obispo de Osorno. Se puede decir que el obispo es polígamo.
Barros
comenzó con una “esposa” morenita, pero más vieja que el mundo. Se
trataba de una iglesia (una comunidad de cristianos ) que había existido
en Bilda, al interior de Mauritania, en Africa occidental, y que ya
estaba desaparecida en los anales de la historia. Esto fue en 1995
cuando pasó de secretario del cardenal Juan Fco. Fresno a obispo de
“Bilda”.
La
morena le duró cinco años. El año 2000 pasó a ser obispo de Iquique, es
decir, a tener como esposa una iglesia chilena a la que le fue fiel por
cuatro años. En el año 2004 nuevo cambio de anillo: Barros fue
designado obispo castrense, es decir, a cargo de la orientación católica
en las Fuerzas Armadas y de Orden. Esta vez una esposa con uniforme de
combate a la que amó por casi once años. Dicen algunas voces que era
ella la que no lo amaba tanto y que al fin logró que lo derivaran a
Osorno, la cuarta esposa para un obispo ya demasiado andariego.
La
situación actual es de cuidado para esa iglesia: ha habido oposición a
su nombramiento, no tanto por las esposas anteriores sino porque es
señalado por su cercanía y amistad con un solterón que llevaba doble
vida en el clero de Santiago.
¿Qué
pasará a futuro? ¿Habrá una quinta esposa o se le declarará viudo de
una vez para que no se siga confundiendo a la comunidad católica y a la
opinión pública?
Por ahora no lo sabemos. Lo que sabemos es que últimamente el papa
Francisco acogió de inmediato la renuncia “por motivos serios”
presentada por el obispo de Kansas, en USA, por no haber denunciado en
un lapso de seis meses a un clérigo que guardaba pornografía infantil.
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Eskerrik asko.