lunes, 17 de octubre de 2011

S. GALILEA Y A. PAOLI SOBRE EL DOMINGO 30 DEL T. O.


La síntesis del Evangelio:
amar a Dios y a los hermanos Mt 22, 34-40

La lectura de hoy nos da la explicación del porqué en todas las reuniones de las comunidades y grupos cristianos que comentan el Evangelio, la discusión gira en torno al amor hacia nuestros hermanos. Pero a veces, algunos tienen la impresión que así se olvida un poco a Dios porque se habla demasiado del prójimo, de cosas de la tierra...


Pero es el mismo Señor que nos dice que para agradarlo a El debemos amar a nuestro prójimo, y nos dice con palabras claras cómo debemos amarlo. Tratar bien al forastero, no explotar a la viuda y al huérfano, no prestar con intereses altos, restituir aquello que hemos pedido prestado. Y estas son cosas de la tierra.

Esto pone al descubierto una cuestión mucho más seria en el mundo actual. Hay dos tipos de cristianos: los que dicen que Dios espera de noso­tros la oración, el culto, que a la Iglesia se va para rezar. Y hay cristianos que dicen que Dios espera de nosotros que hagamos el bien a nuestros hermanos, que tratemos de ser justos, y nada más; Dios no sabe qué hacer con nuestra oración.

En el contexto de este problema es necesario redescubrir lo que dice Jesús: que nuestro deber es amar a Dios y amar a los hermanos y que las dos cosas son una. SI nos olvidamos de Dios, terminamos por no amar verdaderamente a nuestros hermanos, y si dejamos de lado a nuestros hermanos, el amor a Dios se hace insípido, lo que decimos a Dios no sirve. Por eso no podemos separar lo que Dios ha unido. Por eso es muy impor­tante que los problemas concretos de la comunidad salgan a la superficie en nuestras reuniones cristianas, en nuestras misas, y sólo así se puede hacer la síntesis amor a Dios-amor al hermano.

Una misa se empobrece cuando se celebra en un ambiente donde no se puede discutir juntos los problemas de la comunidad, porque el público no forma comunidad. Por eso es tan importante la existencia de las comuni­dades de base, donde todos se conocen y se puede intercambiar sobre los problemas, y hacer la síntesis entre la vida concreta y la oración. (Puebla 639,640).

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