domingo, 7 de septiembre de 2014

“Derecho a decidir” y “Derecho a decir” manifestaciones de la “posibilidad de ser”





F. J. Elzo, Sociólogo

No voy a entrar en la discusión de mi buen amigo Salvador Pié con Oriol Domingo cuya lectura de los sábados (cuando “La Vanguardia” publica las dos páginas de religión) alimentan mi fin semana. La pueden encontrar en la web “Catalunya religiò” del 1º de septiembre actual. Me llevaría más tiempo y espacio del que dispongo.

Quiero decir dos palabras sobre el “derecho a decidir” y sobre el “derecho a decir”. Hay una discusión sobre si una parte, Catalunya, el pueblo catalán, tiene derecho a decidir su futuro. Quienes se oponen a tal derecho arguyen que una parte (Catalunya) no puede decidir por el todo (España). Es lo que decidió, por ejemplo, el Tribunal Constitucional Español cuando tras el “portazo”, en sesión única, en las Cortes al Plan Ibarretxe, estatuyó que la soberanía residía exclusivamente en el pueblo español representado en el Parlamente Español. Más fuerte fue cuando el Estatut Catalán aprobado en el Parlament Catalán, con cerca del 90 % de los votos, tras su “cepillado” en las Cortes de Madrid, llevado a Consulta y aprobado (el Estatut cepillado) por el pueblo catalán, once hombres y mujeres, empujados a reunirse por el Partido Popular, tras larguísimas disquisiciones, en el Tribunal Constitucional lo tumbaran en un ejercicio que era, al mismo tiempo, plenamente legal y radicalmente antidemocrático al menos si sigue siendo válido que la soberanía reside en el pueblo. Claro que solamente parece existir el pueblo español.



Pero olvidan que el pueblo español no es soberano, o que su soberanía no es total (aunque algunos sostienen que eso no es posible: se es soberano o no se es, pero al aplicarlo a la relación España-UE hacen mutis por el foro). De hecho España ha aceptado transferir parte de su soberanía a la Unión Europea. ¡Que se lo pregunten a Zapaterio cuando le obligaron a cambiar el rumbo de su economía de la noche a la mañana!. O más sencillamente: la cantidad de antxoa que se puede pescar en el mar que visualizo desde mi despacho, depende de Bruselas. Puestas así las cosas, la pregunta es obligada: ¿por qué es legal y democrático que España transfiera parte de su soberanía a una entidad superior y no pueda hacerlo a Catalunya o Euskadi, que, en la actualidad, forman parte de un Estado compuesto, dicen, de regiones y nacionalidades?.  Si la respuesta es que solo los estados tienen derecho a decidir, luego solamente los estados son sujetos políticos de derecho, solo queda la opción de lograr ser un Estado. Es a lo que aboca la actual política del Tribunal Constitucional español y el Parlamento, español, que lo nombró. Luego el pueblo catalán no tiene derecho  a decidir su futuro mientras no conforme un Estado independiente.

Pero hay más. No solamente no tiene derecho a decidir. Dicen los órganos del Estado español que no es posible, legalmente, que el pueblo catalán diga, se pronuncie, se exprese en consulta no vinculante, sobre cuales son sus preferencias en orden a lo que desea que sea su pueblo. Porque no es un Estado, dicen. Pero, ¿por que no se permite que puedan decir, solamente decir, si quiere ser un Estado y, en su caso independiente?. Pues, por dos razones.

La primera es el miedo a lo que pueda salir de la consulta e, incluso, si saliera que no quiere ser independiente se habría abierto la espita para que en “x” años pudiera volver a formularse la pregunta. En Catalunya y en Euskadi.

La segunda razón es tan vergonzante como la primera: España tiene una democracia primeriza y no tiene el pedigrí de la británica que, ante la demanda de los escoceses a ser independientes, el gobierno de Londres ha propiciado el debate y la consulta, incluso vinculante. Ciertamente hay democracias y democracias.

¿Y la Iglesia en todo esto?. No soy muy dado a utilizar textos bíblicos y eclesiales para reforzar mis propias opiniones personales en cuestiones del ámbito temporal. Hay tantas páginas en la Biblia y en los documentos papales y episcopales que casi, casi, uno puede encontrar frases para apoyar un planteamiento y el contrario. Además la Iglesia Católica tiene un serio handicap en este tema. Ella misma es un Estado y en estas cuestiones actúa de Estado a Estado. De ahí que nunca dirá que Catalunya o Euskadi tienen derecho a ser un Estado independiente (Francisco, tan directo en otras cosas, aquí habla de “tomarlo con pinzas”). Ni siquiera hemos logrado crear, oficialmente, una Conferencia Episcopal Vasca…Defiendo la centralidad de la iglesia católica a modo de red, como he explicado en alguna ocasión, pero esto nos saca del tema que hoy nos ocupa.

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