domingo, 1 de julio de 2018

DOS POR UNO



            Hace unos días, en un diario de Bilbao se publicó un artículo sobre el nombramiento de un obispo auxiliar para esta diócesis. Según el periodista responsable de aquella información, el nombramiento se realizaría antes de fin de año y según las fuentes consultadas por el mismo periódico, se daba por hecho que Joseba Segura era uno de los curas incluidos en la terna que D. Mario Iceta había presentado al Papa para que sea nombrado el auxiliar que le había solicitado.

            Podemos pecar de ingenuos pero no deja de extrañarnos que el secreto pontificio sea “revelado” tan fácilmente; un secreto que, según parece, pretende proteger la discreción de todo este trámite y favorecer la libertad del Papa en el nombramiento de los obispos en la Iglesia Católica. Por eso no debemos darle mucha credibilidad a esta información. No puede ser que el Consejo de Redacción de un periódico tenga mayor consideración que los Consejos Diocesanos a la hora de recibir información de un asunto de tanta importancia para la misión de la Iglesia en Bizkaia; no puede ser.

            Pero lo cierto es que fue nuestro obispo quien hizo pensar que se “daba por hecho” que Joseba sería uno de los curas que integrarían la terna de candidatos, porque en la sesión del Consejo de Pastoral, al comunicar a los consejeros que le podían escribir —en privado por supuesto— para proponerle nombres de curas, les vino a decir, ante la extrañeza de muchos consejeros, que con la consulta que hizo para el nombramiento del vicario general ya tenía suficientes datos, siendo así que un obispo auxiliar viene a ser como un vicario general. Con ello, el secreto pontificio se convirtió en un acertijo: “blanco y en botella” y venía a resultar que el voto para elegir un vicario general podría tener un doble efecto: elegimos uno y como en las rebajas, por el mismo precio nos dan dos.

            A mí me cuesta creer que lo que se “da por hecho” se convierta en realidad. No podría entender que a Joseba, recién llegado de Ecuador, después de haberle nombrado vicario general sin haberle dado tiempo para hacerse cargo de la situación de la diócesis, sin darle tiempo para ejercer ni como cura ni como vicario, le nombraran obispo auxiliar. Y no es que carezca de capacidad y cualidades para serlo, que no es eso de lo que aquí se está tratando. Muchos se alegrarían de que así sucediera porque consideran que, en este caso, el fin justificaría los medios y con tal de tener un obispo de las cualidades de Joseba se podría dar por bueno un proceso tan irregular. Pero si estas previsiones se cumplen, el nombramiento, pienso yo, no sería bien aceptado porque los miembros de las Comunidades, Parroquias y Movimientos se sentirán ignorados cuando fueron consultados para nombrar un vicario mientras D. Mario ya estaba haciendo gestiones para nombrar un obispo. También Joseba se verá perjudicado al verse objeto de este juego que no puede ser de su agrado. Y además, si le hacen obispo auxiliar ¿habrá que hacer de nuevo elecciones para vicario general? O si, como dice D. Mario, el obispo auxiliar es como un vicario general, ¿se prescindirá del vicario? Pues podía haberlo dicho antes y nos hubiéramos ahorrado todo el papeleo de las votaciones. A Joseba le podría suceder como a Lopategui, el seleccionador del equipo español de fútbol que, aunque había sido contratado para dirigir a la selección no le han dejado seguir en su puesto porque le ha fichado el Madrid.


            Hay quien piensa —y también lo dan por hecho— que todo este proceso de elección de vicario y de obispo auxiliar es un primer movimiento de una estrategia de más largo alcance que pretende recuperar el protagonismo eclesial para una Iglesia Vasca que quiere recuperar su historia en sintonía con la propuesta misionera del Papa Francisco y alejada de la línea que se ha impuesto en las diócesis vascas con los nombramientos de los últimos obispos influenciados por el Opus y otros movimientos neo-conservadores. Y si así fuera, ¿tendríamos que contemplar este “juego de tronos” como si no fuera con nosotros? El pueblo fiel que sostiene esta Iglesia de Bizkaia tiene todo el derecho a intervenir a la hora de señalar las opciones pastorales para la evangelización y a la hora de proponer a los vicarios y obispos que puedan liderarlas. El secretismo con el que se llevan estos asuntos y el despotismo ilustrado —todo para el pueblo pero sin el pueblo— con el que se pretende gestionar estos nombramientos no se corresponde con una comunidad cristiana que quiere ser sujeto de la evangelización.
            Lo que está pasando en nuestra diócesis, una vez más, es una prueba de que aunque algunas veces se acierte, si el sistema no cambia se puede volver contra nosotros. Ahora seguimos sin saber para qué necesitamos un obispo auxiliar; no sabemos quiénes están en la terna ni cómo ha llegado el obispo a incluirles. Algunos, violando el secreto pontificio, dan por hecho que uno de ellos es Joseba Segura y se sospecha que puede ser él, el elegido por el Santo Padre para ser el obispo.

            Esta diócesis, en su corta historia, ha reivindicado repetidas veces su derecho a ser consultada para el nombramiento de sus obispos. Pero ahora se ha hecho un silencio clamoroso que sólo puede significar la resignación entre los curas y laicos más comprometidos de la diócesis que aguardan con indiferencia lo que se cocina en las altas esferas de la Iglesia.

            Este asunto se puede tomar a broma pero es serio; está en juego nada menos que la presidencia de la comunidad en nombre de Jesús y la comunión entre nosotros puesta a prueba por estas gestiones que menosprecian al pueblo de Dios.         

            Hay una cosa que no se entiende: en la vida civil ya estamos habituados a que se presenten públicamente los candidatos para ocupar los cargos públicos en el gobierno, a intervenir en su elección y a conocer el resultado de las votaciones. Y aunque no hayan sido elegidos los que nosotros hemos votado, no por eso dejamos de reconocerles como legítimas autoridades. Pero en la Iglesia, por lo que parece, no somos considerados como adultos y por ello se lleva en secreto todo el proceso para que creamos que, al no haber otras intervenciones ni otros intereses que los de la salvación de las almas, será más fácil reconocer como divina la elección.

            Siempre nos quedará pensar que Dios escribe derecho con líneas torcidas y que, aunque el proceso sea largo, al final, con el Papa Francisco o con sus sucesores, en la Iglesia se aceptará la corresponsabilidad y la dignidad de todos sus miembros constituidos por el bautismo como sacerdotes, profetas y reyes.

Juan Mari Lechosa

1 comentario:

  1. Te aseguro querido Juan Mari que muchas comunidades, movimientos y personas trabajadoras están de enhorabuena por su nombramiento. Otra cosa es las ganas que tenga de enfrentarse a los problemas y a personas que han tenido y tienen el núcleo de poder en la curia y los que nadie hace frente (ni los propios hermanos en el presbiterado): me refiero claramente al ex-secretario general, Gerente-ecónomo, nuevo secretario general... es decir los que tu ya sabes.

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