lunes, 14 de noviembre de 2011

S. GALILEA Y A. PAOLI SOBRE EL DOMINGO 34 DEL T. O. CRISTO REY



Transformar
el mundo en reino de Dios
 (Mt 25, 31-46)


En pocos años, la fiesta de Cristo Rey ha cambiado bastante de contenido. De la época en que se instituyó hasta ahora, hemos pasado de una visión triunfalista a una mucho más evangélica. En el ocaso inevitable del integris-mo cristiano, estamos en condiciones de entender y de gustar a fondo la definición del reino de Dios que nos da el Evangelio. El integrismo cristia­no concibió un sistema cerrado, que tiende a separar la Iglesia del mundo. No faltan quienes quisieran volver a esta mentalidad, sin tener en cuenta la historia. El reino de Dios es la humanidad, finalmente reconciliada y unida con Dios en una relación tan estrecha, que se puede comparar con su cuer­po. Este reino, evidentemente, no se da en el mundo actual, y no se dará sino al fin de los tiempos, pero todos tendemos a esta meta.

En una concepción integrista de esta fiesta, Cristo se ve como un rey que se sienta en un trono por sobre todos y reina sobre la tierra. Por lo tanto la Iglesia, que es la continuadora de Cristo, se ve como una sociedad por encima de todas las sociedades. En la concepción actual, que se acerca más al Evangelio, Cristo es rey en cuanto está dolorosamente dentro de la historia, orientándola hacia la fraternidad. Y la Iglesia está con los hombres en esta búsqueda dolorosa de fraternidad, que ciertamente se dará, pero que no sabemos ni cuándo ni cómo. El cristiano, como todos los hombres, debe contentarse con aproximaciones, haciendo una etapa, una pequeña etapa, y dejando a los que vienen la responsabilidad de continuar el cami­no. A una Iglesia que está fuera y por encima, sucede la visión de una Iglesia que está dentro y con. (Puebla 145-147).

La fiesta de Cristo Rey está relacionada con el episodio del interroga­torio de Pilato a Jesús: ¿Tú eres el rey de los judíos? Y la respuesta de Je­sús intencionalmente imprecisa, ponía en movimiento nuestra fantasía y daba argumentos a los teólogos y juristas para defender tesis opuestas. Ciertamente este episodio evangélico guarda toda su vigencia, pero nuestra atención se dirige a otro punto. Simplificando, podríamos decir que antes discutíamos cómo es el reino, cuál es su ámbito, qué relación tiene con la sociedad política; ahora el Espíritu Santo nos invita a hacer el reino: " ...tuve hambre y me diste de comer" " ...no tenía alojamiento y me reci­biste en tu casa" ...Todos tenemos claro que este mandamiento de Jesús hoy se traduce en términos históricos y que se nos presentan en forma pe­rentoria y de múltiples maneras. No discutamos tanto sobre ei reino de Dios; trabajemos por él. Tendremos persecuciones, dificultades, críticas de muchas partes; esto está previsto: Cristo lo enseñó, Cristo lo vivió, Jesús, en su trabajo por el reino, sufrió persecución.

Y el cambio de acento de la fiesta de hoy, que podría parecer insignifi­cante, nos indica el camino a recorrer

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