jueves, 2 de mayo de 2013

¿Retorno de la “laicidad excluyente” en Francia?


Isabelle de Gaulmyn


            Es evidente que hay asuntos mucho más apremiantes. Pero admitamos que el presidente de la República francesa haya juzgado particularmente importante, en estos tiempos de crisis económica y moral, desenterrar lo que había sido, hasta el presente, papel mojado: el Observatorio de la laicidad.

Y aceptemos que, precisamente por ello, lo haya erigido el pasado 8 de abril de 2013.

Promesa de Jacques Chirac

Después de todo, ¡por qué no! Al fin y al cabo, se trata de una promesa del año 2007, hecha por Jacques Chirac, y jamás puesta en funcionamiento, pero que tenía su razón de ser.

Este Observatorio, se dijo entonces, tenía como tarea “aconsejar al gobierno en todo lo referente al respeto del principio de laicidad”.

El presidente de la República también podría pedirle un dictamen sobre el problema provocado por llevar signos religiosos en las empresas y sobre una futura “carta de la laicidad” en la escuela.

El affaire “Baby Loup”

El affaire “Baby Loup” (el Tribunal Supremo de Francia anula el despido de una musulmana que no quiso quitarse el velo trabajando en una guardería), recientemente cerrado tras sentencias contradictorias, ha evidenciado lo complejo que pueden llegar a ser los problemas provocados por una manera excluyente de entender la laicidad.

Y también (si se tiene la debida visión de futuro, tal y como es deseable en una sociedad pluri-religiosa), la importancia de adelantarse a los problemas y adoptar las modificaciones legales oportunas, con el fin de favorecer la coexistencia pacífica entre creyentes y no creyentes.

Sin embargo, nada de eso es previsible si se tiene presente la composición de este Observatorio.

Las personas nombradas por el presidente François Hollande se han convertido en una auténtica pesadilla: bajo la presidencia de Jean-Louis Bianco se encuentran cuatro electos (dos de izquierda y dos de derecha), once personalidades cualificadas (juristas, intelectuales, altos funcionarios) y un antiguo gran maestro del Gran Oriente, de obediencia masónica.

Pero, mira tú por dónde, ningún representante de las grandes religiones. Probablemente, el presidente francés ha entendido que la presencia de las religiones en una institución creada para reflexionar sobre la aplicación de la laicidad es algo inútil (y puede que hasta peligrosa).

Algo así como si, en comité de ética de alto nivel, fueran cuidadosamente aparcados los científicos o los médicos.

“Laicidad positiva” versus “laicidad neutra”

No es de extrañar que, ante decisiones de este calado, aumente el número de personas que crean que la puesta en marcha de este Observatorio es la ocasión esperada para reactivar una laicidad acartonada, una laicidad excluyente, que no se construye “con” las religiones, sino “contra” ellas. En definitiva, el momento buscado para desplegar y canalizar una actitud defensiva frente a las religiones.

A la “laicidad positiva” de Nicolás Sarkozy, el actual gobierno francés parece yuxtaponer la “laicidad neutra”, es decir, la laicidad que considera a las religiones como un problema.

Para anunciar la institución de este Observatorio, François Hollande eligió la fecha del 9 de diciembre de 2012, aniversario de la ley del 9 de diciembre de 1905 sobre la separación de las Iglesias y del Estado. Según el artículo 1º de esta ley, la República francesa “asegura la libertad de conciencia” y “garantiza el libre ejercicio de los cultos”.

No está dicho en ningún sitio que la limite o la prohíba.


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