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martes, 1 de diciembre de 2020

El fin del cautiverio trumpiano de la Iglesia estadounidense

NOTA:    En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que, en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR «COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.

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Fuente:   La Croix international

Por    Massimo Faggioli | Estados Unidos

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La derrota de Donald Trump y la lucha por el "alma religiosa" de América

 

El hecho de que Estados Unidos no pudo conocer el nombre de su nuevo presidente durante varios días después del cierre de las urnas fue como una especie de castigo corporal para un país que se ve obligado a expiar de una manera dolorosa.
 

Ahora sabemos que dependerá de Joseph R. Biden Jr. , un católico, comenzar el proceso de curación de las heridas morales y corporales que Donald J. Trump ha infligido en el país por la forma en que manejó la pandemia de coronavirus y la situación actual.

Biden es el segundo católico, después de John Fitzgerald Kennedy (1961-1963), en ser elegido para el cargo más alto del país. Y él es solo el cuarto católico, después de John F. Kerry (2004), Kennedy y Alfred E. Smith (1928), en ser el candidato de un partido importante para la Casa Blanca.

La presidencia estadounidense no es solo un cargo político. También es una oficina con aspectos morales y religiosos. Y Joe Biden asumirá ese cargo en un momento en que las identidades políticas en su país han asumido una intensidad teológica y dogmática.

 

Un realineamiento de la relación política entre Washington y el Vaticano

El catolicismo estadounidense no está separado del mundo global. Al contrario, está en el centro de las convulsiones en el cuerpo de la Iglesia, una de las consecuencias de la crisis de la globalización y el orden mundial.

En una presidencia de Biden, uno puede esperar un realineamiento de las relaciones entre Estados Unidos, incluso si hay algunas incógnitas importantes sobre ciertos temas internacionales.

Pero este realineamiento tendrá que lidiar con una Iglesia profundamente dividida en suelo estadounidense, así como con un catolicismo global que también está dividido.

Uno de los frutos del globalismo ha sido la oposición al Papa Francisco.

El Papa jesuita latinoamericano expresa su mensaje sobre los temas más relevantes a nivel público (como la mujer, la homosexualidad, el medio ambiente…) de formas y canales diferentes a los utilizados por sus predecesores. Ese mensaje se recibe de formas contrastantes en varias partes del mundo.

Ha habido una confrontación sin precedentes entre la administración Trump y el pontificado actual, comenzando desde el principio con el tema de la inmigración y a plena vista el mes pasado cuando el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, reprendió públicamente a la Santa Sede por su acuerdo de 2018 con China (que desde entonces ha sido renovado).

No está claro cuánto afectó esta abierta hostilidad a los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, pero ha tenido un efecto muy evidente en la Iglesia.