La jornada de formación organizada por la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida ofrece una vibrante conferencia del doctor Fernando Vidal Fernández, reconocido sociólogo y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas
Fuente: Revista Ecclesia
Por Luis Rivas
28/06/2025
La Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española ha organizado una jornada de formación online en la que ha destacado la conferencia del doctor Fernando Vidal Fernández, reconocido sociólogo y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas, quien ha ofrecido una potente y clarificadora ponencia titulada «Presencia en la Vida Pública. Ser esperanza en la vida diaria». Este encuentro se enmarca en un proceso de discernimiento sobre el itinerario de la presencia laical, que arrancó en el Congreso de Laicos de 2020 y ha continuado desarrollando líneas de reflexión, como todo lo que hace referencia a la cuestión del Primer Anuncio.
Tras el preceptivo espacio de oración, donde se invocó al Espíritu Santo para que iluminara e inspirara la mañana, y se leyó un pasaje del Evangelio de San Juan —recordando que «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando»—, el arzobispo de Zaragoza y presidente de la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida, monseñor Carlos Escribano, dio la bienvenida, destacando la importancia de la reflexión sinodal para ser más eficaces en la tarea evangelizadora y la construcción social.
Fernando Vidal, quien ha sido definido —tomando una de sus propias fórmulas que ha hecho fortuna—como un «activista de lo Eterno» en la esfera pública, fue presentado por Eva Fernández Mateo, presidenta de Acción Católica General. Con una dilatada trayectoria como sociólogo, investigador en el Boston College y fundador de la Red Mundial de Ciencias Sociales de la Federación Internacional de Universidades Católicas, Vidal es un colaborador habitual de numerosos medios y autor de más de 50 libros, incluyendo su reciente Activistas de lo eterno: 101 oraciones con el Papa Francisco. Su profundo arraigo en comunidades cristianas ignacianas y su compromiso con Cáritas, la Fundación FOESSA y otras organizaciones que trabajan con migrantes, personas sin hogar y jóvenes vulnerables, lo posicionan como una voz autorizada en la intersección entre fe y vida pública.
Así las cosas, Vidal ha iniciado su exposición afirmando que vivimos un «tiempo de prueba», pero en el que «todo lo amado se salva». En un contexto marcado por la inteligencia artificial, la desigualdad extrema, las amenazas autoritarias, la violación de derechos humanos y la pérdida de la razón pública, el sociólogo destacó que es «la hora del amor» para los cristianos en la vida pública. Aunque el mundo pueda generar impotencia y desánimo, «cada vez que hacemos algo estamos creando», y «una simple candela, una simple vela rompe toda la oscuridad».
De este modo, subrayó la inmensa responsabilidad de los 26 millones de personas que se declaran católicas en España, con 13 millones asistiendo a misa los domingos, 23.000 parroquias, 2.500 escuelas y 8.800 centros sociales, preguntándose cuánta creatividad podría desarrollar semejante colectivo. Para Vidal, amar en la vida pública no es un «ejercicio de ansioso activismo», sino que nuestro propio vivir, nuestro modo de mirar y habitar, crea un modo de vida pública. La «contemplación para alcanzar amor» de san Ignacio de Loyola es clave para entender cómo el amor lo transforma todo, porque «el amor es la última y la primera estructura del universo» y el ser humano está «hecho para amar».
En este sentido, un concepto central en su ponencia fue el del «impoder». Este es el poder singular del cristiano, no basado en la fuerza mundana, la coacción o los votos, sino en «aquello que solo con amor se puede hacer», lo que la paz, la alegría o la esperanza hacen posible. Vidal afirmó que «el amor es más fuerte que la muerte» también en la vida pública. La misión del cristiano en el siglo XXI es ser a la vez «Marta y María», es decir, escuchar y servir a los sufrientes, y alabar y poner la mesa para compartir.
Vidal propuso cuatro líneas transversales que los católicos deben asumir para renovar su compromiso en la vida pública:
1. La Renaturalización: implica reconectar con la realidad de la vida y la muerte, con la naturaleza que se ha «desertizado» en nuestras ciudades. Esta desconexión lleva a la fantasía de un mundo artificial y a la pérdida del sentido de la realidad y del otro. La renaturalización busca recuperar espacios públicos y la capacidad de las parroquias para ser «plaza».
2. La gran Revinculación: frente a la «gran desvinculación social» impuesta por el neoliberalismo, que ha precarizado las relaciones hasta en el ámbito familiar y comunitario, es urgente «volver a crear comunidades de todos para todos». Se debe fomentar la conversación y la «amistad de las diferencias».
3. La democracia sinodal: Más allá de una democracia meramente formal, la Iglesia ofrece la sinodalidad como modelo para acercar los lugares de decisión a la gente y para construir una «comunión social» que supere la desigualdad y la polarización.
4. La gran belleza: La belleza, a menudo relegada, es crucial porque reside en nuestras «mociones más profundas», en la armonía de las cosas. Fomentar el arte, el canto, la expresión desde el corazón, y levantar símbolos que «catalicen en cierto modo la visión de todos», como el «símbolo de lavar los pies» de Jesús, es fundamental para la «recivilización».
Acto seguido, el sociólogo interpeló a la audiencia sobre la necesidad de elevar la «tasa de sociedad civil» en España, donde el porcentaje de personas asociadas ha disminuido drásticamente. Los cristianos deben ser «activistas creadores de sociedad civil» en todos los ámbitos.
Ante la pregunta de cómo combatir el pesimismo, Vidal sugirió «dar voz a aquello que es invisible», reconociendo la bondad y la belleza que desbordan en el mundo, y bebiendo de las «fuentes de la esperanza». Instó a «romper la lógica del servilismo al poder del dinero» y a ser valientes para promover la reconciliación.
Para revitalizar las parroquias y comunidades, opinó, la clave es «empezar a abrir puertas y salir a la calle», dialogando «corazón a corazón» sobre lo que verdaderamente importa. Respecto a la preocupación por la ausencia de jóvenes, Vidal ofreció una perspectiva esperanzadora, recordando que en España hay «17 millones de jóvenes que se declaran católicos y 7 millones de jóvenes practicantes». Enfatizó la necesidad de entrenar «liderazgos sinodales», basados en el «impoder» y la capacidad de organizar, unir y suscitar la entrega con paz y alegría.
Finalmente, sobre el papel de la Doctrina Social de la Iglesia, Vidal afirmó que esta es un «camino de paz y un camino honesto de búsqueda del bien común». En un momento de «indecencia» y «violación del derecho y de la dignidad humana», «simplemente con leer los fundamentos del primer capítulo transformaríamos nuestro mundo», ya que «es lo esencial lo que está en peligro».
La jornada concluyó con un mensaje de esperanza y un llamado a la acción. Luis Manuel Romero, director de la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida, reiteró que la presencia en la vida pública «no es una opción», sino una responsabilidad de todos los bautizados, y que el Espíritu Santo «nos empuja a todos a la plaza pública». La coherencia entre fe y vida diaria, vivida desde el amor, la alegría y la esperanza, es el camino para «abrazar el corazón del mundo desde el corazón de Jesús».
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