
Reunida la asamblea del foro de curas de Bizkaia, y leída
personalmente, hemos acordado expresar y dar a conocer nuestra opinión acerca
de la Carta pastoral de cuaresma-pascua 2025, firmada por los cuatro obispos de
Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, y publicada hace unos días.
1.- Valoramos positivamente que esta Carta haya sido
firmada por los cuatro obispos. Sin embargo, vista la “errática pluralidad” de
puntos que la atraviesa de principio a fin, no nos sorprende que haya sido
firmada por todos: al no tener implicaciones concretas de ninguna clase, es “de
fácil firma”. No compromete, en concreto, a nada. Tampoco su lectura.
2.- Eso no quiere decir que no encontremos algunos puntos
positivos. Queremos resaltar, de manera particular, la cita de J. Ratzinger en
el numero 85 (“Fe y futuro”, Bilbao, 2017, pp. 104-105) en la que, refiriéndose
a “los cambios venideros”, sostiene que la actual crisis de la Iglesia
favorecerá la aparición de comunidades “de libre voluntad” en las que serán
posibles “nuevas formas ministeriales” y en las que se “ordenará sacerdotes a
cristianos probados que sigan ejerciendo su profesión …” Y en la que, añadimos,
por nuestra cuenta, aparecerán presbíteros y obispos que —en sintonía con el Vaticano
II— lo serán porque asumen una identidad y espiritualidad ministerial y, por
tanto, no obsesionada por el poder, la apariencia y la sacralización. Creemos
que ésta es una muy importante línea de fuerza que, lamentablemente, no vemos
desarrollada ni teológica ni pastoralmente en el cuerpo de la Carta.
Sospechamos que porque es imposible un acuerdo al respecto entre los obispos firmantes.
He aquí un ejemplo de un buen diagnóstico socio-religioso y una nula
implementación teológico-pastoral. Desgraciadamente, no es la única. Creemos
que es la tónica general de la Carta.
3.- Sin embargo, esta crítica valoración general de la
Carta no nos impide acoger —de nuevo— como algo muy positivo la reiterada
voluntad de nuestros obispos de dialogar con la sociedad; de hacerlo acogiendo
sus puntos positivos, sin dejar de marcar distancias sobre los antievangélicos.
Pero tenemos que decir que nos extraña que en el diálogo que se dice querer
mantener con la sociedad —y suponemos que también en el seno de la Iglesia— no
aparezca nada sobre la marginación de la mujer en nuestras diócesis y, en
general, en toda la Iglesia católica.
4.- Muchos de nosotros esperábamos encontrar en esta
Carta de Cuaresma-Pascua 2025 algunas orientaciones prácticas sobre cómo estar
presentes en la sociedad siendo, a la vez, fieles al Evangelio.
Tenemos que decir que, de la misma manera que no
encontramos —como hemos adelantado— líneas de fuerza en referencia a al trabajo
que realizar para dotar de un cierto futuro a nuestras iglesias, tampoco las
encontramos en lo tocante a la relación entre la Iglesia y la sociedad en
nuestros días.
Queremos llamar la atención, en concreto, que no haya
referencia alguna a la Doctrina social de la Iglesia sobre este asunto.
Suponemos que ello es consecuencia de la apuesta por un pluralismo indiscriminado
y sin opciones. Y también suponemos que es consecuencia de ser una Carta
escrita para contentar a todos, eludiendo ofrecer unos criterios y pautas de
comportamiento claros, evangélicos y, a la vez, interpelantes tanto para la
Iglesia como para la sociedad.
5.- A partir de lo anteriormente dicho, somos muchos los
que creemos que en esta Carta no se sale al paso de los problemas e
interrogantes de la gente de nuestras parroquias y comunidades, probablemente
porque se mueve en un marco muy cultural y no a pie de calle: es llamativo,
como hemos indicado, su silencio sobre la mujer en la Iglesia o sobre algunas
de las muchas cuestiones que se abordan en la Doctrina Social. Como también
somos muchos los que no apreciamos orientaciones que nos permitan afrontar con
esperanza la realidad de nuestras respectivas iglesias diocesanas.
6.- Nos hubiera gustado haber leído una Carta pastoral
que, un poco más ayuna que la presente de discursos académicos, nos permitiera
abordar las cuestiones de fondo que tenemos como Iglesia de Bizkaia y del País
Vasco; y que, sobre todo, nos permitiera poder contar con un horizonte medianamente
realista y esperanzado.
7.- Se entiende, a la luz de estas consideraciones, que
nos parezca que esta Carta pasará a la historia sin pena ni gloria para la gran
mayoría de los cristianos y cristianas de nuestra diócesis. Y pasará porque es
abstracta, difícil de entender y carente de interés, más allá de algunos
números concretos que, muy claros para algunos, no son de recibo para otros.
8.- Finalmente creemos que su lectura y posible difusión
es otra tarea que se suma a tantas otras ya abiertas en nuestra Diocesis: Plan
diocesano, 75 aniversario, Sínodo Mundial, Pastoral habitual, Jubileo, Bizkai
bira, etc. A ellas hay que añadir la casi nula implicación de nuestra diócesis
en el Sínodo mundial recientemente finalizado. Esperamos que cambie en la fase
de lectura implicativa del Documento final del dicho Sínodo mundial de 2024. Al
final, leer o no, difundir o no esta Carta, va a servir de bien poco. Lo que
necesitamos —lo volvemos a reiterar— es tener unos objetivos claros, concretos
y pastoralmente alentadores en nuestras comunidades y en la relación con
nuestra sociedad.
Y liderados por quien está al frente de nuestra Iglesia.
Ojalá que, para que esto sea posible, no haya que esperar a la siguiente Carta
de Cuaresma-Pascua.
Foro de Curas de
Bizkaia
En Bilbao, a 5 de
abril de 2025