sábado, 26 de octubre de 2024

El Sagrado Corazón, el mandato espiritual de Francisco para un mundo deshumanizado

En su cuarta encíclica, publicada el 24 de octubre, el Papa Francisco presenta al Sagrado Corazón como el antídoto contra los males de la modernidad. Un alegato de la la piedad popular que sintetiza 11 años de su pontificado.

Fuente:   La Croix International

Por Matthieu Lasserre

con Héloïse de Neuville y Mickael Corre (en Roma)

24/10/2024  (Europa\Roma)

 

El Sagrado Corazón de Jesús como antídoto contra "un mundo que se ha vuelto desalmado". Este es el mensaje que el Papa Francisco ha querido transmitir a lo largo de las cerca de 130 páginas de la encíclica Dilexit Nos ("Nos amó"), publicada el 24 de octubre, y dedicada a esta devoción popular.

La imagen del corazón sangrante coronado de espinas ganó renovado protagonismo y fama en todo el mundo después de las apariciones de Paray-le-Monial, en Francia, en el siglo XVII, antes de caer gradualmente en desuso en el siglo XX. Esta nueva encíclica —la cuarta del Papa— constituye una prescripción espiritual para volver a lo esencial, al corazón de la humanidad y de la fe.

¿Por qué el Papa revive una espiritualidad que muchos considerarían del pasado? Sorprendentemente, a lo largo de las páginas, emerge una aguda crítica a la modernidad, que Francisco describe como un mundo "líquido", deshumanizado, incorpóreo, poblado por "consumidores en serie" y sometido a tecnologías "inhumanas".

 

Un remedio para un mundo incorpóreo

En respuesta a esta fría modernidad, Francisco aboga por un retorno al corazón, "el lugar de la sinceridad donde el engaño y el disfraz no tienen cabida". El corazón, continúa, es esencial para cambiar el mundo; Constituye "la base de cualquier proyecto de vida sana". Según Francisco, en el centro de la humanidad se encuentra lo opuesto a los "algoritmos" que condena: los recuerdos de la infancia, la poesía, la literatura. Y para ponerse en el centro de la fe, el Papa invita a los católicos a dirigirse al Sagrado Corazón de Jesús, una forma de reconectarse con la Encarnación.

Apoyándose en numerosos católicos franceses (como Michel de Certeau, Santa Teresa de Lisieux) y referentes latinoamericanos (Rafael García Herreros, Olegario González de Cardedal), así como en los Padres de la Iglesia, el Papa subraya la importancia de esta devoción, que ve en ella un verdadero remedio para los males de las sociedades contemporáneas marcadas por "una fuerte ola de secularización que busca construir un mundo libre de Dios".

El Papa subraya la dimensión popular de esta devoción, pero también sus orígenes bíblicos. Sus raíces se encuentran en el Evangelio de Juan, donde el Apóstol recostó su cabeza sobre el pecho de Jesús durante la Última Cena. Expresada por primera vez a través del costado herido de Cristo, atravesado por la lanza de un soldado romano durante la crucifixión, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús surgió en las órdenes religiosas durante la Edad Media. Más tarde se extendió ampliamente después de las apariciones a Santa Margarita María Alacoque en Paray-le-Monial, cuyo 350 aniversario se celebra hasta junio de 2025.

 

El Sagrado Corazón contra las desviaciones de la Iglesia

El papa jesuita ve en ella no sólo un remedio para los males del mundo, sino también para las desviaciones internas dentro de la Iglesia. Más relevante que nunca, ofrece, según Francisco, una respuesta "adecuada" a las tentaciones intelectualistas y racionalistas que resurgen hoy. Elogia el papel beneficioso de esta espiritualidad durante la crisis jansenista de los siglos XVII y XVIII, cuando surgió una escuela de pensamiento que abogaba por la salvación a través del mérito en lugar de a través de la gracia de Dios.

Este recordatorio histórico sirve de fundamento a Francisco para advertir a los fieles contra el surgimiento de un nuevo "dualismo jansenista" en la Iglesia, que "ha cobrado renovada fuerza en las últimas décadas, pero es un recrudecimiento de aquel gnosticismo que resultó ser una amenaza espiritual tan grande en los primeros siglos del cristianismo porque se negó a reconocer la realidad de la salvación de la carne". En otras palabras, enfatiza demasiado la mente a expensas del corazón.

Según él, la devoción al Sagrado Corazón "libera" de una segunda desviación: la de "comunidades y pastores excesivamente atrapados en actividades externas, reformas estructurales que poco tienen que ver con el Evangelio, planes de reorganización obsesivos, proyectos mundanos, formas seculares de pensar y programas obligatorios".

 

Rehabilitación de la piedad popular

Lo que se destaca en Dilexit Nos es un genuino alegato a la piedad popular. "Pido que nadie menosprecie la ferviente devoción del santo y fiel pueblo de Dios, que en su piedad popular busca consolar a Cristo", pide el Papa. La idea de que las expresiones de piedad popular son "un lugar teológico" por derecho propio ya estaba presente en el primer año del pontificado de Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium.

En línea con las nuevas reglas adoptadas para el reconocimiento de las apariciones marianas, en las que se tiene más en cuenta el discernimiento de los fieles y los frutos de la devoción, el Papa Francisco cree que la devoción popular al Sagrado Corazón se justifica porque los fieles perciben "algo misterioso, más allá de nuestra lógica humana (...): la pasión de Cristo no es simplemente un acontecimiento del pasado, pero uno en el que podamos compartir a través de la fe".

Al tiempo que establece límites a los ritos populares para distinguirlos de la veneración de iconos, Francisco añade que "parte del lenguaje de Santa Margarita María, si se entiende mal, podría sugerir una confianza indebida en nuestros sacrificios y ofrendas personales", refiriéndose a las mortificaciones y ciertas experiencias místicas en la vida de la santa.

 

Una dimensión comunitaria

Del mismo modo, la encíclica se niega a limitar a los fieles a un enfoque ritualista. En cambio, el Papa les insta a poner esta devoción en una perspectiva misionera y fraterna. "¿Qué clase de adoración le daríamos a Cristo si nos contentáramos con una relación individual con él y no mostráramos interés en aliviar los sufrimientos de los demás o ayudarlos a vivir una vida mejor?", pregunta, desafiando a los lectores.

Sin embargo, el Papa recuerda a los fieles que ninguna de estas formas de piedad popular es obligatoria. "Nadie debe sentirse obligado a dedicar una hora de adoración cada jueves" (la Hora Santa, solicitada por Jesús durante una aparición a Santa Margarita María Alacoque). Pero, añade Francisco, "la práctica debería ser recomendada".

 

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